—¿Pues entonces explíquennos quiénes realmente van a controlar esos territorios así como su gente? ¿Cómo le vamos a explicar a los humanos quiénes somos sin dejar al descubierto nuestro secreto guardado por miles de años, nuestra verdadera naturaleza?— digo caminando entre los alfas mientras algunos
Sebastián Los veía acercarse, correr hacia mí. Confiaban en que ellos eran mayoría, al fin y al cabo yo era solo un hombre lobo, un Alfa con mucho poder, pero solo uno. Claro que ellos no sabían sobre mí, no sabían lo que yo me había convertido y en lo que podría hacerles. No se debe meter con
Y no podía soportarlo. Como un completo salvaje fui directamente a su boca, deseando saborearla, apretaba su cuerpo junto al mío, mientras quité su toalla de un golpe. —Sebastián…dejame curarte…— decía ella preocupada intentando que me calmara, pero mi boca iba a su cuello, succionando esa área d
Sebastián —¿Alfa? ¿Alfa?— escucho una voz que me llama y me despierto en la oscuridad del cuarto, mi cara enterrada en el cuello de ella. —¿David?— —Disculpa que te moleste Sebastián... pero está sucediendo algo importante y creo que lamentablemente hay que actuar— me dice mi Beta. —Salgo en
—De una vez te digo que eso no va a suceder... Tatiana es mi mate destinada y va a ser la luna de Medianoche— digo desafiante. —¡Basta de estas tonterías! El Concilio tiene razón, y muchos alfas están de acuerdo. Los humanos tienen que acabarse y yo prefiero morir antes que ella sea luna ¡antes qu
Tatiana —Pues la verdad es que te ves realmente feliz…— me decía Noemí viéndome contenta. —¡Lo estoy! Sé que estamos pasando por un momento difícil y que Sebastián está nervioso luego de la reunión con el concilio. Pero juro que han sido los días más felices de toda mi vida. Sebastián ha sido ta
—Luces... por la diosa Tatiana. Menos mal que vamos a estar solos, porque tendría que acabar con los hombres que te miren— decía él con una voz ronca. —¿Vendría conmigo señorita? ¿Me acompañaría un lugar especial?— y me tendía su mano. —Contigo iría a cualquier parte... — digo y veo como sus ojos
Sebastián Ella estaba feliz, y nada más importaba. Y ahora la tenía en mis brazos, podía dar rienda suelta a mis deseos y anhelos. —Luces tan hermosa que me parece que es un sueño— le digo teniéndola sobre mi regazo mientras estamos sentados en un gran mantel que había colocado para que ella estu