—¿Quieres que vaya más lento o…?— le pregunté como pude y me moví aún más cuando ella gimió. Mi cara era tensa, controlándome, mis venas palpitando, mi cuerpo deseando más y más. —Sebastián… más…— decía ella llevada totalmente por el éxtasis. La sentía relajarse y todo mejoró aún más. Ambos soltam
Tatiana Había dormido mejor que nunca, eso era seguro. Cuando abría los ojos lo primero que veía era mi habitación. Y ahí… estaba él. Sebastián. Yo… había intentado con todas mis fuerzas alejarme de él. Él era mi mate, pero también mi verdugo, quien me hizo tanto año y destrozó mi vía. Y, sin
—Me sentía rara, estando desnuda, por la habitación, como si nada— —Me gusta verte desnuda. De hecho me gusta bastante…— me dice muy serio. Yo siento que me sonrojo. —Tatiana... ¿Te arrepientes de lo que sucedió anoche?— me pregunta y escucho un cierto tono de ansiedad en su voz. ¡Por la diosa
Tatiana —Podríamos bañarnos juntos, tú sabes para ahorrar un poco de agua…— menciona como si estuviera hablando de temas de conservación y ecología. Yo no sé ni cómo logro hacer un simple movimiento de cabeza, aceptando su ofrecimiento. Acabo de dejarlo, de buscar alejarme de él… y aquí estaba… d
En un momento rápido más y él me tiene contra la pared, me besa con fuerza y siento cada parte de su duro cuerpo acerca del mío. Mi cuerpo palpita solo de saber lo que vendrá a continuación. Me restriega contra la loza del baño, yo araño su espalda, y nuestras piernas se enredan. —Siempre tentándom
Sebastián —¡Esto no está bien! ¡Esto no está nada bien!— gritaba mi lobo en mi cabeza mientras volvíamos a la manada a toda prisa. —¡Hay un ataque y ahora vamos a dejar a mate sola! ¡No deberíamos abandonarla! ¡Mucho menos después de anoche...!— seguía gritando Connor. Pero la realidad es ¿qué
—Hijo... lo has llevado muy bien, debo decir que ha sido impresionante— era mi madre. Ella era una mujer regia y que si bien mi padre no le daba prácticamente ningún poder ni la dejaba actuar, ella había sabido también influir en la manada. —¿Estás bien, mamá? ¿Sucedió alguna otra cosa que yo no l
Sebastián —¡Hemos sido atacados nuevamente! — —¡Nosotros perdimos parte ya de nuestro territorio!— —¡Solo han dejado sangre y terror a su paso!—Era lo que decía en la mayoría de los alfas en relación con el ataque de los rogues. No habían ocurrido todos al mismo momento, pero la frecuencia y la