Rob no pudo evitar agarrar al viejo Jason de la camisa y solo se detuvo porque vio el miedo en los ojos del hombre. No podía creer la forma en que había despedido a Evangelina y cómo no se había compadecido de ella.Tras hablar con Billy y que le contara los esfuerzos que hacía esa mujer por sacar a su hijo adelante y las dificultades por las que pasaba, Rob se sintió una basura. También supo que Lucas era el marido de la hija del jefe de policía y no la pareja de Eve.Descubrió que no había mentido y que en realidad solo tenía un hijo y vivía sola. Estaba avergonzado de su comportamiento y de lo que sus palabras habían causado, pero no sabía cómo acercarse a ella sin que volviera a atacarlo como ocurrió en el lago.Terminó por armarse de valor e ir a la cafetería donde trabajaba a pedirle disculpas, pero se encontró con una escena que evitó sus planes. Por ese motivo, ahora estaba actuando como un loco y se llevaba a Evangelina cargada entre sus brazos, a la vista de todo el mundo y
Rob vio como Eve escapaba de su coche incluso un poco antes de que apagara el motor. Al parecer estaba deseando librarse de su compañía y él no iba a rogar por ella ni por nadie.Por más que estuviera preocupado porque la había visto muy mal y se sentía culpable, él tenía un orgullo del que no se pensaba deshacer.—Gracias por traerme —la escuchó decir después de casi caerse por salir con el coche aún en marcha.Al menos estaba tan aturdida que no había preguntado cómo él sabía dónde vivía. No estaba preparado para explicarle que parecía un acosador obsesionado.Rob gruñó un «de nada» e iba a acelerar el coche para marcharse, ya lo tenía cansado y no estaba dispuesto a soportarla más. Aceleraría empujando su pie hasta el fondo para que todo el polvo del camino le cayera encima y se le quitara lo antipática, lo desagradecida y lo amargada.¿Cómo era lo que ponía en el perfil que envió a la agencia matrimonial? Una mustia, eso era, la descripción le iba que ni pintada. Menos mal que ell
Eve había debido perder un par de tornillos junto con su trabajo, porque de otra forma no se explicaba qué hacía entrando a su casa seguida de ese hombre.Definitivamente, se estaba volviendo loca.¿En qué momento se dejó convencer? Rob y ella dentro de su casa… Eso era una muy mala idea. La culpa la tenía Adeline y la presión que ejercía dándole la razón a Rob.«No pierdes nada, Eve, puedes ganar mucho. Pero no lo sigas pensando, que no tenemos todo el día y la novela de las once está por comenzar. ¡Apúrate!», le dijo con todo su descaro.Al final, por no seguir escuchándola, le había dicho a Rob que pasara.—Muy bien, ahora iré a ver mi novela, pórtense mal, que portarse bien es muy aburrido —dijo Adeline antes de cerrar la puerta y dejarlos a los dos a solas en el interior.Eve se quedó mirando el lugar por donde se había ido su amiga porque era incapaz de mirar a Rob.Él la ponía muy nerviosa.—Al parecer tenía prisa —masculló y, por costumbre, alzó los hombros, escondió el cuello
Rob no pudo evitar acercarse a Eve y abrazarla.Al principio estaba tensa e intentaba que la soltara, pero en lugar de soltarla y marcharse, se mantuvo ahí, sosteniéndola con más firmeza hasta que ella agarró su camisa y la apretó entre sus dedos. Lo sostenía con fuerza a la vez que temblaba y un llanto incontrolable comenzó a escapar.Él no era bueno consolando, no se había visto en una situación parecida nunca, huía de las personas que lloraban como de la peste, pero en ese momento se veía incapaz de salir corriendo de allí y dejarla con aquella locura momentánea. Eve parecía aterrada y no solo eso, el causante de su miedo parecía haber sido él.—¿Qué te habrán hecho para que reacciones de esa manera? —se preguntó en voz alta a la vez que le acariciaba la espalda de forma tranquilizante y le daba un besó sobre la coronilla.Ella era más pequeña que él y su cabeza le llegaba justo por debajo de la barbilla. Evangelina no era una mujer en exceso delgada ni tampoco se veía debilidad en
Eve vio marchar a Rob y se molestó consigo misma porque no quería que se fuera. Cuando la abrazó de aquella forma todas sus defensas bajaron y por primera vez en mucho tiempo se sintió segura.No podía creer que esa sensación tan maravillosa se la hubiera provocado precisamente el hombre del que debería estar huyendo, él movía demasiadas cosas en su interior y le traía recuerdos de una vida a la que no podía regresar.Sin contar que también era el hombre que podría descubrirla, pero dudaba mucho que él la hubiera reconocido y, por lo que había dicho, ni siquiera recordaba esa noche. Eso la dejó más tranquila y decidió abrir el papel que él le había dado.Cuando vio el dinero que le ofrecía por trabajar para él casi se cae al suelo, pero en esa ocasión no por un ataque de pánico, sino por la cifra exorbitante que ese loco había puesto allí.¡Debía estar de broma!Los golpes en la puerta la sacaron de la impresión, se llevó la mano al pecho con la intención de ralentizar la explosión de
—¿Dónde te has metido? —le preguntó su primo apenas consiguió entrar en la propiedad que había comprado. No tenía la menor idea de qué estaba pasando, pero tuvo que apañársela para entrar por la puerta de atrás porque había una gran aglomeración de mujeres en la entrada. —¿Desde cuándo te tengo que dar explicaciones? —argumentó, ya de malhumor porque al parecer no iba a poder vivir tranquilo en ese pueblo. —Desde siempre. —¡¿Qué?! Deja de decir tonterías y mejor explícame por qué he tenido que entrar a escondidas en mi propia casa. ¿Qué hacen esas mujeres en mi propiedad? Harrison lo miró como si le hubieran salido dos cabezas. —¡Pero si me dijiste que necesitabas empleados!, así que me puse con ello porque después te quejas de que por nuestro parentesco familiar nunca hago nada. —Es que nunca haces nada, pero cuando debes quedarte quietecito siempre metes las narices donde no te llaman. Yo ya me ocupé de eso y tengo una mujer que se encargará de todo. Harrison lo miró con susp
Pasaron tres días y Rob continuaba sin noticias de Eve. Había esperado de forma paciente a que ella le diera una respuesta positiva. Pensó que el sueldo que le había ofrecido era suficiente para hacerla caer en la tentación a pesar de sus reticencias, pero se había equivocado.Harrison se había ocupado de contratar a algunas empleadas, pero al parecer su primo cada vez hacía su trabajo de mal en peor. Fue muy explícito en su petición, pidió señoras mayores, nada de jovencitas que estuvieran revoloteando alrededor de él.¿Y qué había obtenido?Jovencitas que aparecieron a trabajar en minifalda y enseñando escote.En cuanto pudo, esa mañana salió de la casa y no pensaba regresar hasta que no se hubieran marchado. Iría a buscar a Evangelina, no estaba dispuesto a seguir esperando para obtener una respuesta.Cuando llegó a la casa de la reticente mujer, se encontró con que nadie le abría la puerta. Al principio creyó que sabía que era él y que no quería salir, pero tal fue su insistencia
Eve no podía creer que había aceptado el trabajo. Ese hombre se había quedado en su casa esperando a que ella recogiera algunas de sus pertenencias porque se había negado en rotundo a marcharse.Ni siquiera le había dado tiempo a explicarle a su hijo que iban a cambiar de casa durante un tiempo. Mathew no llevaba nada bien los cambios tan repentinos, por eso le había pedido a Rob que le permitiera unas horas para explicarle a su hijo antes de regresar a su casa.—Mira, a partir de ahora mamá trabajará aquí, ¿te gusta? —le dijo cuando lo recogió de la escuela y lo llevó directo al enorme rancho.Su hijo miró a su alrededor, curioso y por último a la casa. Eve sabía que su hijo no contestaría, muchas veces soñaba con oír su voz pronunciando otra palabra que no fuese mamá, pero él simplemente prefería vivir en su propio mundo.—¿Quieres entrar a ver la casa? —Mathew asintió con la cabeza y Eve lo tomó de la mano para llevarlo.Era la primera vez que Rob iba a ver a su hijo así, frente a