Eve intentó resistir los avances de Rob, pero antes de que pudiera percatarse de lo que estaba por ocurrir, él había unidos sus labios con los de ella. Por un momento, se quedó impactada y no logró defenderse de aquel asalto de esa boca que se apropió de la suya hasta dejarla sin aire.No necesitó mantenerse a flote porque él la tenía agarrada de la cintura con un brazo y con la mano que le quedó libre había sostenido su nuca para hacerle imposible escapar. Eve dejó de pensar en que sus cuerpos desnudos estaban unidos y que ella debía huir a como diese lugar.Su mente entró en receso, se quedó sin una sola neurona viva que le indicara que lo correcto era que saliera huyendo y en lugar de eso, en lo único que podía pensar era en que ese momento no terminara.Para su eterna vergüenza sus brazos se enredaron de forma inconsciente en el cuello de Rob y, al hacerlo, él lo tomó como una rendición de ella para dejarlo avanzar. El abrazo de él se hizo mucho más posesivo, sus manos se tornaron
Eve se detuvo antes de que la bajada del agua descubriera su trasero desnudo y se quedó a la espera de que él fuese un poco caballeroso y tomara el primer lugar. Carraspeó y movió la cabeza en dirección a la orilla, pero él continuó detrás de ella sin moverse.Casi se dejó el cuello haciendo gestos para que él lo entendiera y no ocurrió.—¿Quieres salir del agua de una vez y dejarme vestirme tranquila? —lo enfrentó—. No quiero que me veas desnuda.—Para tu mala suerte tuve que dejar mi ropa fuera para salvarte la vida, así que estamos en igualdad de condiciones, yo tampoco quiero que me veas desnudo.—¡Ja! ¿Qué piensas que voy a abusar de ti? Ya quisieras, mejor deja de soñar despierto y compórtate como un caballero.Rob sonrió con malicia y salió lo suficiente para que pudiera ver su musculoso torso desnudo. Eve contuvo la respiración y sintió un molesto palpitar entre sus piernas.Su cuerpo se había empeñado en traicionarla y mostrarle esa noche que continuaba más vivo que nunca. Es
Eve prosiguió su camino a casa con un sinfín de sentimientos encontrados.Rob había desaparecido y daba gracias por eso, porque ese hombre la alteraba demasiado y ella no estaba acostumbrada a sentirse de esa forma. Se sentía molesta, colérica y ¡excitada!¿Cómo era eso posible? Ella debería estar huyendo de esa clase de hombres y no solo de los de esa clase, de todos en general. Pero de los que eran como Rob Ellison mucho más, prepotentes, que se creían los dueños del mundo y que pensaban que con su dinero podían comprar todo. Tenía que controlarse y olvidar lo ocurrido.Para su suerte, que le dijera que tenía menos atractivo que una de las abuelas del geriátrico había aplacado esas hormonas desatadas a las que había sucumbido.Al llegar a casa y saberse sola, entró a la habitación de su hijo. La cama estaba intacta y por más que sabía que estaba seguro en casa de Adeline, se le oprimió el pecho de la angustia.Rob Ellison no podía descubrirla, no confiaba en él.Para calmarse, se di
Eve se levantó sudorosa y con los recuerdos del sueño todavía palpitando en su mente.Se encontraba temblorosa y asustada, las lágrimas le corrían por las mejillas y sabía, por el dolor de garganta, que había gritado en sueños.Se sentó en la cama y se abrazó a sus piernas. Daba gracias a que su pequeño no estaba en la casa y no había escuchado sus gritos. Eve lloró durante más de media hora, pero le tocó reponerse, levantarse y comenzar a vestirse con rapidez.No tardó mucho en su arreglo diario, su atuendo consistía en el uniforme del trabajo que le llegaba por debajo de las rodillas y la hacía parecer una tabla sin formas, una rebeca verde, un estirado moño recogido en la nunca y un par de ojeras que parecían haber llegado para quedarse.Tras lo ocurrido la noche anterior, no se molestó en intentar parecer más fea, Rob ya sabía que era la mujer que había huido y no tenía sentido ocultarse. Se encontraba muy nerviosa cuando caminó un par de metros para ir a la casa de Adeline y reco
Eve estaba despidiéndose de su hijo antes de entrar a la escuela, se agachó frente a él y le dio un beso en la mejilla tal como hacía todas las mañanas. A Mathew no le gustaba que invadieran su espacio personal, a la única persona que se lo permitía era a ella.—Pórtate bien, ¿de acuerdo? —Su hijo solo asintió, sin decir una sola palabra y mirando en otra dirección.Eve sabía que no lo hacía porque la estuviera ignorando, solo se le dificultaba sostener la mirada. En silencio, su hijo se dio la vuelta y entró a la escuela.Eve lo miró marcharse y se abrazó a sí misma, cada día lo dejaba en la escuela muerta de preocupación y se quedaba atenta al teléfono por si Mathew tenía alguna crisis y le tocaba salir corriendo a buscarlo.La escuela era pequeña, tenían muy pocos profesores y no estaban acostumbrados a tratar con niños con autismo.—Eve, ¿quieres que te acerque a la cafetería? —Lucas interrumpió sus pensamientos.Ella lo miró con agradecimiento, pero subirse al coche con el marido
Cuando Eve llegó a su trabajo lo que no esperó fue encontrarse con que Rob estaba allí, se había adelantado y se encontraba sentado en una de las mesas junto con Harrison. Este último la miró apenas entró por la puerta y ella sintió que la sonrisa que esbozó era una burla hacia ella.«Seguro se lo está pasando muy bien a mis costillas, Dios, qué vergüenza. Rob debe haberle contado lo que ocurrió en el lago anoche», pensó y quiso salir corriendo de allí.Mortificada y sintiendo que todas las miradas eran dirigidas hacía ella, entró con rapidez y se metió detrás de la barra.—Llegas tarde, Eve, no te lo descontaré porque ayer hiciste el turno de noche y debes estar cansada, pero que no se repita —se quejó su jefe y ella asintió con rapidez.Lo que le faltaba, como si cobrara tanto. Si le descontaba algo de su mísero sueldo se vería en serios problemas.—Jason, lo siento, no volverá a ocurrir —dijo colocándose el delantal con rapidez y mirando a su alrededor para ver qué clientes estaban
Rob gruñó ante la interrupción de ese vaquero metomentodo. Se quitó la mano del hombro con molestia y se levantó dispuesto a plantarle cara.Él no se iba a dejar intimidar por su altura, también era bastante fuerte y con lo molesto que se sentía en ese instante, poco le importaba enfrascarse en una pelea.—Lo que yo haga poco te debe de importar, pero si quieres atención, no tengo problema en dártela. —Rob comenzó a alzarse los puños de la camisa cuando Harrison llegó a su lado.—Primo, recuerda la maldición y lo cerca que estás de que la querida muerte llegue a buscarte, no le pongas más facilidades —tras decirlo, miró al vaquero y le dio una palmadita tranquilizadora en el brazo—. Billy, no le hagas caso, se levantó de malhumor y cuando eso pasa la paga con todo el mundo.Billy no dejaba de mirarlo con fijeza y su malestar cada vez fue mayor. ¿Por qué defendía con tanto empeño a Evangelina?Los celos volvieron a hacer acto de presencia y no pudo evitar mascullar:—No me digas que el
Rob salió del coche muy molesto, Harrison lo había llevado hasta un rancho que, según Billy, los dueños llevaban años buscando un comprador. Ni siquiera sabía por qué se le había pasado por la cabeza la estúpida idea de invertir allí.¡No quería quedarse ni un solo minuto más en aquel desierto a la que ni la misma muerte iría porque sería ella la que se moriría de aburrimiento! Pero allí estaba, encantado con lo que veían sus ojos y sin tener la menor idea de qué se suponía que haría él allí.—Por la cara que pones, te gusta —le dijo Billy, colocándose a su lado en el mismo momento en el que Harrison entró para hablar con los dueños.Le habría gustado más acompañarlo y no quedarse solo con ese vaquero que no le caía nada bien, pero su primo insistió en ir primero.—No lo voy a negar, pensé que iba a encontrar una casa toda destruida y un terreno inservible, pero esto es una preciosidad. No comprendo por qué quieren venderlo.—No me refería a la hacienda, aunque sí, tienes razón, si tu