32.- Abuela.

Caminaba por la verduzca pradera, la recordaba muy bien. La casa de mis abuelos quedaba en un valle muy alto, donde el aire era tan fresco y puro que limpiaba tus pulmones de la toxicidad de la ciudad. Había una cascada bastante alta su agua era tan cristalina, que dejaba ver a través de ella las especies de peces. El espeso bosque con tantos animales silvestres y diversidad de plantas exóticas. Solía jugar aquí con Hannah, teníamos un lugar secreto. Una cueva en medio de la montaña, la encontramos hace un par de años. Se encontraba detrás de la cascada, había que atravesar el enorme velo de agua para poder entrar. Por eso siempre regresábamos empapadas, tiritando de frio y días después nos daba gripa. Nos veía siendo inocentemente felices, jugando, disfrutando nuestra niñez. Sentí como presionaron mi hombro, me giré encontrándome a la responsable, mi abu

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