No había forma de comprobarlo, tendríamos que esperar hasta que Annie cumpliera su mayoría de edad. Al llegar al aeropuerto, nos bajamos del jet y subimos a otro auto de Alessandro. Quizá en las pertenencias de la abuela, encontrara información de todo lo relacionado a los lobos. Annie miraba animosa por la ventana, la navidad era su época favorita del año y ya las calles estaban siendo decoradas con renos, santa Claus y duendes. Las luces de navidad, los bastones de caramelo y los obsequios.
—Mia, deberían venir a quedarse en mi casa un tiempo. Así despistamos un poco a la agente de la DEA—dijo Alessandro desde el asiento del copiloto, las tres nos encontrábamos en el asiento trasero. —, ¿Qué opinan?
Les di una mirada a cada una y para Annie era la mejor noticia, adoraba a Alessandro, pero mas su enorme casa y piscina. Shels se encogió de hombros con simplicida
Caminaba por la verduzca pradera, la recordaba muy bien. La casa de mis abuelos quedaba en un valle muy alto, donde el aire era tan fresco y puro que limpiaba tus pulmones de la toxicidad de la ciudad. Había una cascada bastante alta su agua era tan cristalina, que dejaba ver a través de ella las especies de peces. El espeso bosque con tantos animales silvestres y diversidad de plantas exóticas. Solía jugar aquí con Hannah, teníamos un lugar secreto. Una cueva en medio de la montaña, la encontramos hace un par de años. Se encontraba detrás de la cascada, había que atravesar el enorme velo de agua para poder entrar. Por eso siempre regresábamos empapadas, tiritando de frio y días después nos daba gripa. Nos veía siendo inocentemente felices, jugando, disfrutando nuestra niñez. Sentí como presionaron mi hombro, me giré encontrándome a la responsable, mi abu
Tomando el sobre en mis manos, le di vuelta y no tenia nada mas escrito. ¿Era correcto abrirlo? Suponía que si mi abuela lo había guardado allí era por algo importante. Además, había soñado con ella, quizá era una señal o una especie de casualidad que me guio hasta aquí. Al intentar abrirlo, noté que ya estaba abierto, me sorprendí de sobremanera. Saque la hoja, estaba desgastada, amarillenta y arrugada. La letra cursiva en tinta negra perdía un poco la intensidad, pero se alcanza a leer todavía. ¿Quién pudo haberla leído antes?“Querida, Mia. Siempre te dije que eras especial, que te deparaba un futuro prometedor. Todas las historias que solía narrarte cuando eras niña, no eran cuentos. Fueron mis aventuras como luna y loba de nuestra manada, tu abuelo fue un poderoso alfa en aquellos tiempos. Tienes sangre del linaje m&aacu
—Lo sabias todo este tiempo y nunca lo mencionaste. ¿Por qué? —Le pregunte confundida.—¿Me hubieses creído? —preguntó con una sonrisa triste—, ¡Nadie lo hubiese hecho sin verlo primero! Espera, ¿Cómo es que lo crees? Tú no puedes transformarte…—musito en voz baja.—¿Por qué no me transforme si lo soy? —pregunté con curiosidad—, ¡Todo este tiempo supiste que Annie era una loba! ¿Cómo es que lo es?—Mia, nuestra madre hizo una locura en un intento por protegerte…—respondió con una expresión neutra—, Annie es hija de un beta, un hombre lobo de una manada de la ciudad. No podía criar a una bestia, ¡Es inaudito!—¿Qué locura, Hannah? Necesito saberlo todo, si estoy en peligro Annie también—respond&iac
Nos habíamos sorprendido mucho por la increíble aparición de mi tía, nos invitó a sentarnos en su sofá. Y nos ofreció una infusión de té. Su casa era amplia, tenia muchas plantas que echaron raíces dentro de su propio suelo. Muchas estanterías con libros y al fondo divise una mesa con muchas botellas de vidrio de diferentes tamaños. Todo parecía tener milenios, lo cual podría justificar la vestimenta que usaba mi joven tía.—¿Por qué mi madre durmió a mi loba? —pregunté con temor, Alessandro apretó mi mano con ligereza.—De hecho, yo fui quien lo hizo. Claro que por órdenes de ella—respondió con ironía—, Tu madre siempre fue cobarde, tenia miedo del gran poder que tendrías. También de que te encontraran, pero, aunque ella lo negase, tenía miedo de que no fueras
Caminaba por la pradera que recordaba de niña, mi abuela me esperaba sentada en el suelo con sus piernas cruzadas. Me acerque a ella con algo de pavor, ¿Por qué estaba sentada en el borde del precipicio? ¡Podía caerse al acantilado! La altura en la que estamos no la dejaría con vida, además del agitante mar y rocas que amortiguarían su caída. Cuando estuve lo suficientemente cerca suyo, noté como sus ojos estaban cerrados. ¿Acaso estaba meditando? Nos enseño a hacerlo desde niñas para escuchar nuestra voz interior. ¿O acaso de esa manera podíamos conectar con nuestra loba?—Mi niña, el momento ha llegado—respondió con una sonrisa sin abrir los ojos. ¿Cómo sabia que era yo y no Hannah? —, Mia, sabes lo que debes hacer.—Abuela, tu no eres real…Tu estas muerta, esto debe ser un sueñ
Siempre lo había dicho, cuando creemos tener las respuestas de las preguntas que nos hace la vida. Sucede algún evento involuntario que cambia esas preguntas y hace que ahora tengamos que nuevamente buscar las respuestas. Haberme conectado con Kiriah, no había salido exactamente como esperaba. Respondió a mi llamado, pero lo ultimo que dijo fue verdaderamente desconcertante. <Hagas lo que hagas, no me despiertes, no te transformes>. ¿Qué debía hacer ahora? Estaba comenzando a desesperarme aún más, no encontré solución alguna, si no más incógnitas. Kiriah había sido dormida por algo grande, quizá nadie lo sabia mas que mi madre y… Sakiva. Tenía la certeza de que ella lo sabia todo y no me lo dijo. ¿Acaso quería que despertara a Kiriah? ¿Sin importar las consecuencias? ¿Por qué?Abrí mis ojos con lentitud, volvien
Muchas veces creía que mi vida era monótona y aburrida, que necesitaba emoción, chispa y un cambio drástico. Y efectivamente todo lo que pedimos el universo lo conspira a nuestro favor. Todo ha cambiado tanto desde hace unos meses, hasta el presente. Intentaba no perder mi cabeza, no rendirme y ceder. Mis pesadillas estaban cesando, las apariciones también. Los tormentos seguían, intensificándose. Pero era más fácil sobrellevarlos. Había aprendido a luchar contra mi propia mente, enseñándole a ir despacio y con tranquilidad. Mi ansiedad no ayudaba mucho, pero al menos no interfería tanto como antes, necesitaba encontrar la solución a todo y hacerlo funcionar. Sakiva seguía sin hacer acto de presencia, necesitaba encontrarla lo antes posible. El diario de la abuela me había servido para comprender mucho, algunas hojas estaban rasgadas o no eran comprensibles.
Luego de pedirle encarecidamente a Shels, que cuidara de Annie. Y que me cubriera con Alessandro, por si preguntaba por mí. Se asustó mucho cuando le confesé lo que haría, pero entendió que era mi destino y tenia que hacerlo sola. Sakiva parecía estar contenta, rebuscaba en sus estantes y cajones algunos objetos, frascos y un libro. Por mi parte, estaba muy nerviosa, me sudaban las manos y mis piernas estaban temblorosas. Si, si le tenía miedo a lo desconocido, era innegable. ¿Cómo podía dejar de temerle a lo ignoto? Me estaba sumergiendo en un mundo incognito y no sabia cuales serian las consecuencias de ello. Quizá me gustaba calcular y manejar todo lo que sucedía a mi alrededor y por eso estaba aterrada. Porque en este caso, no había forma de saberlo.—¿Preparada? —preguntó Sakiva, asentí y me levanté de sofá.&mdash