CAPÍTULO XXIX
CAPÍTULO XXX EN LA ACTUALIDAD — Pa… El chico abría con dificultad los ojos. — Papá…. No tenía ganas de levantarse así que se volvió a cubrir el cuerpo con la sabana que previamente le habían quitado. — ¡Papá Sandro! Debes despertar, hoy es el festival. <
CAPÍTULO XXXI Este se sorprendió por lo que dijo mientras el otro estiraba su mano en dirección a la niña intenando tocarla, era la viva imagen de ella, de su aún esposa. No podía asimilar lo que veía, dudó por un momento si debía preguntar nuevamente. — Ni se te ocurra poner tus sucias y asquerosas manos en Eliza, ella no merece esto. Se apartó rápidamente de Andrés, quien se había quedado sin palabras, atónito al verla. Sandro caminó de regreso al auto apretando con demasiada fuerza el cuerpo pequeño y frágil de Eliza, mientras esta veía como de los ojos del hombre aún de pie junto la banca no paraban de brotar lágrimas. — Pa…papi, e…estas lastimándome — dijo esta. Sand
CAPÍTULO XXXII*Sólo los fuertes de corazón serán capaces de soportar el peso de la vida, mientras no dejes de cargar con el peso del amor, seguirás vacío.*....AÑOS ANTESDentro del hospital, Sandro tomaba con cariño la mano pequeñita de la bebé dentro de la incubadora. Mientras tanto, la enfermera se acercaba a él con la intención de hablar.— Hace un rato traté de decirle que la joven Sofía nos abandono en la sala, sin embargo algo ocurrió — Sandro estaba en shock sin poder asimilar las palabras de la enfermera —. Antes de ingresar a la sala ella me pidió que le entregara esto a usted joven Sandro, la única persona que merecía su amor.Ella se acercó a él
CAPÍTULO XXXIIIAntes de que Sandro pudiese responderle a su amada Eliza alguien le habló, este se entretuvo por un momento sin darse cuenta de que la niña ya había desaparecido.— Joven Sandro, antes de que se vaya, no quiero ser parte de la infelicidad de esa pequeña. Quiero que sepa, que la señorita Sofía puede recordarlos a ambos.Después de que la enfermera dijera eso él abrió los ojos y señaló hacia dónde él creía que estaba la niña, sin siquiera girarse a verla.— Cuídela, ya regreso.La enfermera al voltear en esa dirección no vio a nadie así que comenzó a busca
CAPÍTULO XXXIVSandro antes de ir directo a que la niña viese a Sofía, llevó con el doctor a la pequeña Eliza, afortunadamente sólo fue el susto, cansancio y la desesperación de la pequeña.— ¿Te sientes mejor princesa?La niña aún cansada asintió levemente, seguía desanimada.— Estoy seguro de que te alegrarás después de ver a alguien.Era una niña bastante curiosa pues, cuando iba aferrada al cuello de su padre pensaba en a quien vería.— Ya estamos aquí, disculpa la demora, sucede que llevé primero a desayunar a esta señorita pirata.Eliza se giró´poco a poco para observar con quien hablaba su padre, al voltear su cabeza encontró su mirada con los ojos criztalizados de su madre.— Hola, mi
CAPÍTULO XXXV— Ella está viva, pero gracias a ti le dieron más años en prisión, fue por eso que rechazó tanto tiempo a su hija, ahora que mi princesa en verdad entiende las cosas Sofía tuvo ayuda para recapacitar y no rechazarla.El corazón de Andres daba brincos de alegría, Sofía estaba viva y ahora era padre.— Gracias Sandro, te aseguro que arreglaré todo.Se levantó y le dio la mano, todo lo hacía para que este conociera a su pequeña pero, mas bien para que ella conociera a su verdadero padre pues, este a pesar de saber que le había hecho daño a Sofía, lo hce in saber que estaba embarazada y fue elección de ella ocultar a su hija, aún sabiendo que él la amaría.
CAPÍTULO XXXVI— ¡No!— SíDijeron al mismo tiempo, él y la niña quien miró a su papá en busca de una respuesta a su mentira.— Discúlpame Sofía, Eliza tiene razón, nos lo encontramos por la mañana después del festival y fui cobarde, tuve que huir por miedo.Ella sabía a que se refería pues durante su embarazo pensó cada noche sobre sí debía decirle o no.— El señor se puso algo raro y después papá me cargó, al final no pude comer mi helado.<
CAPÍTULO XXXVIIElla tenía vagos recuerdos de aquél día, sólo siente una gran tristeza cada que intenta pensar en lo sucedido y no puede recordar a la perfección el motivo por el cual se molestó tanto, pues en realidad siempre le mencionó a Andrés sobre los viajes que deseaba hacer.— Sé que ese día intentaron mandarme al extranjero, pero no recuerdo el porqué reaccioné de esa manera.Andrés tampoco lo sabía, aunque recordó que todos esos años guardó un pequeño libro de ella.— Tengo tu diario, la libreta morada que estaba llena de mariposas y corazones que con tanto esmero escondías bajo tu cama.