Una semana fue el tiempo transcurrido para instalarse en el pueblo y empezar los preparativos de la construcción. -No, yo necesito una habitación aparte. -Como ustedes son esposos, pensé que querían estar juntos. -Sí queremos, pero traigo muchas cosas, las habitaciones son muy pequeñas y necesito espacio para el corral del niño –Expresó como excusa para obtener su lugar apartada de Alberto. Ella tenía al bebé en los brazos y un bolso grande colgado en su hombro. -De acuerdo, no hay problema, tome la habitación número cinco y ya el muchacho viene para ayudarla con las maletas. -¿La seis está disponible? -Intervino Alberto con una pregunta, su intención radicaba en que quería estar cerca de Marián. -No está en condiciones, puede utilizar la siete, señor Carrasco –respondió el señor Braulio y de inmediato las llaves fueron recibidas por la encargada de la posada. -¿Quieres distanciarte de mí? –Le susurró Alberto mientras caminaban por el pasillo. -Expliqué mis razones, además de
-¡¡¡Mientes!!!! -No sabes cuan arrepentido estoy de haber hecho eso, no fue para hacerte daño, pensé en recompensártelo y lo hice, me dejé llevar por las deudas ¡Marián entiéndeme! -Lo hubiésemos conversado –Marián movió la cabeza en forma de negación- Yo estaba tan enamorada de ti que te hubiese cedido el terreno si me lo hubieras pedido. Hubiera firmado ese documento si igualmente me hubieses dejado leerlo. Ya no puedo confiar en ti. -Marián, te pido perdón por eso que hice, compré un terreno en el centro de la ciudad y lo coloqué a tu nombre con el objetivo de pagar lo que te debía. Eso demuestra el cariño que siento por ti. -¡Deja de decir cosas que no son! -Gritó Marián alterada. Pensé que me estabas pidiendo perdón cuando me enteré de ese terreno en la ciudad. Había decidido perdonarte y volver contigo. Pero fue en vano, preferiste quedarte con la rubia que formar una familia con la madre de tu hijo. -Yo no tuve nada con ella Marián –dijo excusándose. -Puedes decirme cuant
Capítulo 79 Marián cambiaba los pañales del bebé cuando escuchó un golpe que llamaban a su habitación. Abrió y una mano gruesa empujó la puerta hacia adentro. -¿Alberto que quieres? -Preguntó Marián y lo vio adentrarse sin recibir invitación. -Vengo a ver a mi hijo. ¿Cómo estás Leander? –Se sentó en la cama y cargó al niño que estaba acostado ahí. -Alberto, pero… -Se quedó paralizada sin saber lo que era conveniente. No podía evitar a que visitara al niño, de igual modo la demasiada confianza no se la debía permitir- Vas a ensuciar las sábanas. -Podría ensuciarse con esto, toma, es para ti –Alberto le dio un empaque de panadería. -¿Qué es? -Preguntó Marián con extrañeza con la caja envuelta en plástico en la mano. -Ábrelo, -Insinuó Alberto- sé que te gustan las tortas y no nos ha tocado como postre, es para que te endulces un poco. -Gracias, ¿quieres? - Preguntó Marián, sintió un poco de pena que él le estuviese brindando algo. -Sí, él abrió su boca para mordisquear sin usar l
-Será tu decisión porque nadie te está despidiendo. Si lo deseas puedes seguir con el cargo. Tengo idea de que empresas Bosques se expanda y necesitaré de tu ayuda –expresó Alberto. -¿No te das cuenta que lo que quiero es alejarme de ti y de tus negocios? Hago esto para reunir el dinero para completar la construcción de mi nueva pastelería –dijo Marián mientras caminaban hacia el interior de la casa. -¿Vas a construir otra pastelería? ¿En dónde y cómo? Cuéntame tus proyectos. -Es personal –le dijo Marián y se dirigió a la mesa del comedor donde el señor Braulio lo invitaba a sentarse. -Adelante, el almuerzo ya va a estar listo. -¿Y la señora Marta que no la he visto? -Está preparando los alimentos, si quieres puedes ir a ayudarla, nosotros esperaremos aquí y conversaremos y poco –dijo el señor Braulio sonriendo. Marián le devolvió la sonrisa colocó al bebé en los brazos de Alberto y seguidamente se aproximó hacia la cocina. -¡Mira quien tenemos aquí! ¡Nuestra invitada de honor
-¿Y a Leandrito dónde lo dejaste? –Preguntó Alberto al llegar a la oficina y ver a Marián frente a la computadora. -Con la niñera que me consiguió el señor Braulio y lo sabes –respondió Marián con seriedad, dándose cuenta que fue una pregunta innecesaria, que él la habría formulado para sacarle conversación. -Ese señor es muy amable, estuvimos conversando sobre emprendimiento y me contó que no siempre le ha sido fácil. Ha tenido bajadas y se ha levantado siguiendo adelante. -Es bueno que aprendas de él, a pesar de su edad mayor se ve que mueve bastante dinero. -Claro Marián, aunque no es fácil, nos toca un trabajo arduo levantar Empresas Bosques. -¿Nos toca? Te dije que te apoyaría solo en este proyecto porque el señor Braulio insistía en que fuese yo la cabeza de la construcción de su restaurante –aseguró Marián. -Eso lo sé, de igual modo podrías ayudarme a buscar más contratos. Piénsalo te ganarás un buen porcentaje al trabajar conmigo. -Concentrémonos en esto, eso lo veremos
-Vamos a la playa el domingo, tu, el bebé y yo –Invitó Alberto. -¿Llevaremos a Leander a agarrar sol? -¿O lo dejamos con la niñera? –Respondió con otra pregunta para dar otra opción. -Nos llevamos a la niñera también –Marián sonrió- Si tengo al niño en los brazos no podré nadar bien. -Me parece bien, así también tendremos un momento juntos los dos. -¿Para qué? ¿Para hacer una competencia de natación? –Preguntó como si no lo supiera. -Para darnos otros besitos –Él le dio un piquito a Marián sin importar que ella estuviera con un bocado a la boca. Lo que le dio fue por reírse y Alberto también soltó carcajadas. Un repique en el celular de Alberto produjo que él hiciera una expresión complicada. -No me dejan tranquilo ni en mi hora de descanso –lo dijo serio. -Vas a tener que apagarlo cuando salgas de la oficina. -Debería –Sonrió- Tengo que resolver unos asuntos, nos vemos –le dio un beso en la mejilla de Marián y se aproximó a salir por la puerta de la habitación. Su expresión
El olor a perfume de caballero se esparce por toda la oficina, provino del cuerpo del socio que siempre andaba bien vestido; él le entregó unos papeles a Sara y salió para continuar hablando a través de su celular, ella, su asistente después de revisar las hojas le muestra unos planos, y le acerca unos crayones de colores.-Esto, ¿para qué? -Preguntó Marián sin entender, no había escuchado la conversación de Alberto, estaba distraída pensando en que debió haber alguna razón para que Rocío se comportara de esa manera con ella, y a su mente llegó aquella frase. ‘‘Si no lo sabes, no te lo ha dicho. Pregúntale’’- Debo hacer una llamada –Se levantó de la silla.-Eso no necesitamos ahorita Marián –expresó el señor William. Vamos a hacer el pedido de las pinturas.-Es más fácil de esta manera, de todas maneras, lo deberías plasmar en digital –dijo Sara.-De acuerdo –Ante la insistencia del personal Marián volvió a sentarse a terminar el trabajo- ‘‘La llamada podría esperar hasta la noche, de
A pesar de las sandalias sus dedos se llenaban de arena, lo causaba el peso de su cuerpo hundiéndose en ella. Cargaba al niño en sus brazos mientras se acercaban a la sombra de un árbol de coco.-¿Te ayudo? -Le preguntó Elena. A la niñera se la habían llevado para le cuidara al niño.-Ten –dijo Marián haciéndole con un gesto para que colocaras sus brazos a disposición de cargarlo.-¿Vamos a alquilar unas sombrillas? Preguntó Marián observando a su socio esperando una respuesta.-¿Y perdernos el contacto directo con la naturaleza? No es necesario –Alberto colocó su bolso de mano, un paño extendido sobre la arena y se agachó.-Marián copio su movimiento e igualmente ayudo a la niñera a sentarse.-Me sorprendes Alberto. Un empresario como tú que se preocupe por estar en contacto con la naturaleza.-Por la misma razón Marián. Vivo encerrado en el trabajo y no me da tiempo de descansar en ambientes naturales.-Igual yo, también me encanta los ambientes externos –opinó Marián.-Ya lo sé. Di