-No creí que llegaras tan pronto -dijo Marián al tener al señor Braulio en frente. -Aún estaba en el sector, aproveché a venir a tu casa para expresarte mis requerimientos, ¿puedo tomar asiento? -Por supuesto –le hizo señas dirigiendo su mano hacia los muebles del corredor. Ella igualmente se sentó junto a él. Tomó su celular mientras comentaba- Podemos esperar a tener la presencia de Alberto. Él es el que maneja las cosas mejores que yo. -Asumo que no será necesario –opinó el señor Braulio- Tu eres la hija de Leander, la propietaria de Empresas Bosques. Sé que si te casaste, tu esposo pasa a ser parte de tu compañía, pero tú sigues siendo la de la experiencia. -Igual somos un equipo –insistió Marián con la pena por ocultarle la verdad, jamás apoyó a su padre ni terminó la carrera universitaria. -Eso veo. De igual forma le comunicas lo que acordamos en nuestra reunión. Ando con prisa porque hoy viajaré a mi pueblo. -‘‘igual Alberto no me responde. No irá a venir. Ese hombre me me
Alberto se paró del sofá y se sentó justo al lado de Marián, le tomó las manos. -Sé que aún no has firmado los papeles del divorcio. Seguimos casados. Ante el comentario de Alberto Marián bajó la cabeza de la vergüenza… ¿por qué no había querido divorciarse? En su interior esperaba una reconciliación, de igual modo eso no lo quería admitir en ese momento. -Con lo del parto no he tenido tiempo. -Lo que quiero decir es que somos esposos y socios legales, así que Empresas Bosques aun te corresponde, no harás nada que pueda estar contra las leyes. -Es cierto, aunque el señor Braulio confía en mi porque piensa que adopté la experiencia de mi padre. -La experiencia la tienes, has estado trabajando conmigo durante un año –insistió Alberto. -No fue continuo –expresó Marián contando las semanas en que estuvo alejada de Alberto. -Eso no importa, si tienes la disposición yo te enseñaré todo el procedimiento que necesitas para ser una verdadera socia. Esas palabras la llenaron de ánimo. N
-Me alegra mucho conocer el edificio de Empresas Bosques –Dijo el señor Braulio al entrar a la oficina de Alberto. -Es usted Bienvenido, puede sentarse –expresó Alberto. Él estaba sentado detrás del escritorio al lado de Marián y su cliente se situó al frente. - ¿Cómo está señor Braulio? -Le comenté a mi socio que usted y yo tuvimos una pequeña conversación con respecto al proyecto, pero teníamos que reunirnos con todo el personal primero para establecer los parámetros de construcción y llegar a un acuerdo. -Está bien, por eso estoy aquí –expresó el cliente. -¿Dónde me dijo que quedaba su pueblo? –Preguntó Alberto. -A tres horas de aquí. Sé que no es tan lejos, de igual forma yo le puedo ofrecer hospedaje al personal, hay una posada cerca de la playa, es de un familiar. -Me parece bien, así no tendremos que ir y venir todos los días –intervino Marián. -Necesitaré habitaciones solo para nosotros, mis asistentes, el personal obrero y supervisor. Los demás trabajarán desde aquí y s
Capítulo 76 -Te tardaste –dijo Alberto al verla regresar. -Los documentos estaban en cola, Sara había mandado un lote de impresiones administrativas –dijo excusándose Marián y se los colocó sobre el escritorio. Alberto los visualizó por pocos segundos y se lo mostró a su cliente. -Claro, asín está mejor –El señor Braulio tomó el bolígrafo y colocó su firma. Minutos de conversaciones más tarde El señor Braulio se despide y sale de la oficina. -Debiste haberte callado o convencerlo de que no era necesario de que tu nombre estuviese en el contrato –expresó Alberto con voz seria. -¿Cómo? –Marián respondió con una cara de repulsión - Si tu más bien me convenciste que me hiciera pasar por jefa. -Me arrepentí de eso, te agradezco que hayamos conseguido este proyecto por ti y tus amistades, pero debes tomar en cuenta que todo lo de la empresa es mío, tu deberías trabajar para mí. -¿Cómo tu asistente? –Expresó ella con molestia- ¿por eso insistías en que fuese a buscar las impresione
Una semana fue el tiempo transcurrido para instalarse en el pueblo y empezar los preparativos de la construcción. -No, yo necesito una habitación aparte. -Como ustedes son esposos, pensé que querían estar juntos. -Sí queremos, pero traigo muchas cosas, las habitaciones son muy pequeñas y necesito espacio para el corral del niño –Expresó como excusa para obtener su lugar apartada de Alberto. Ella tenía al bebé en los brazos y un bolso grande colgado en su hombro. -De acuerdo, no hay problema, tome la habitación número cinco y ya el muchacho viene para ayudarla con las maletas. -¿La seis está disponible? -Intervino Alberto con una pregunta, su intención radicaba en que quería estar cerca de Marián. -No está en condiciones, puede utilizar la siete, señor Carrasco –respondió el señor Braulio y de inmediato las llaves fueron recibidas por la encargada de la posada. -¿Quieres distanciarte de mí? –Le susurró Alberto mientras caminaban por el pasillo. -Expliqué mis razones, además de
-¡¡¡Mientes!!!! -No sabes cuan arrepentido estoy de haber hecho eso, no fue para hacerte daño, pensé en recompensártelo y lo hice, me dejé llevar por las deudas ¡Marián entiéndeme! -Lo hubiésemos conversado –Marián movió la cabeza en forma de negación- Yo estaba tan enamorada de ti que te hubiese cedido el terreno si me lo hubieras pedido. Hubiera firmado ese documento si igualmente me hubieses dejado leerlo. Ya no puedo confiar en ti. -Marián, te pido perdón por eso que hice, compré un terreno en el centro de la ciudad y lo coloqué a tu nombre con el objetivo de pagar lo que te debía. Eso demuestra el cariño que siento por ti. -¡Deja de decir cosas que no son! -Gritó Marián alterada. Pensé que me estabas pidiendo perdón cuando me enteré de ese terreno en la ciudad. Había decidido perdonarte y volver contigo. Pero fue en vano, preferiste quedarte con la rubia que formar una familia con la madre de tu hijo. -Yo no tuve nada con ella Marián –dijo excusándose. -Puedes decirme cuant
Capítulo 79 Marián cambiaba los pañales del bebé cuando escuchó un golpe que llamaban a su habitación. Abrió y una mano gruesa empujó la puerta hacia adentro. -¿Alberto que quieres? -Preguntó Marián y lo vio adentrarse sin recibir invitación. -Vengo a ver a mi hijo. ¿Cómo estás Leander? –Se sentó en la cama y cargó al niño que estaba acostado ahí. -Alberto, pero… -Se quedó paralizada sin saber lo que era conveniente. No podía evitar a que visitara al niño, de igual modo la demasiada confianza no se la debía permitir- Vas a ensuciar las sábanas. -Podría ensuciarse con esto, toma, es para ti –Alberto le dio un empaque de panadería. -¿Qué es? -Preguntó Marián con extrañeza con la caja envuelta en plástico en la mano. -Ábrelo, -Insinuó Alberto- sé que te gustan las tortas y no nos ha tocado como postre, es para que te endulces un poco. -Gracias, ¿quieres? - Preguntó Marián, sintió un poco de pena que él le estuviese brindando algo. -Sí, él abrió su boca para mordisquear sin usar l
-Será tu decisión porque nadie te está despidiendo. Si lo deseas puedes seguir con el cargo. Tengo idea de que empresas Bosques se expanda y necesitaré de tu ayuda –expresó Alberto. -¿No te das cuenta que lo que quiero es alejarme de ti y de tus negocios? Hago esto para reunir el dinero para completar la construcción de mi nueva pastelería –dijo Marián mientras caminaban hacia el interior de la casa. -¿Vas a construir otra pastelería? ¿En dónde y cómo? Cuéntame tus proyectos. -Es personal –le dijo Marián y se dirigió a la mesa del comedor donde el señor Braulio lo invitaba a sentarse. -Adelante, el almuerzo ya va a estar listo. -¿Y la señora Marta que no la he visto? -Está preparando los alimentos, si quieres puedes ir a ayudarla, nosotros esperaremos aquí y conversaremos y poco –dijo el señor Braulio sonriendo. Marián le devolvió la sonrisa colocó al bebé en los brazos de Alberto y seguidamente se aproximó hacia la cocina. -¡Mira quien tenemos aquí! ¡Nuestra invitada de honor