El paño húmedo absorbía la suciedad de la vitrina antes de caer al suelo, una mano lo había soltado a causa de la impresión que produjo el repique de un celular. -Aló -dijo Marián a través de la línea telefónica, esperaba con alegría escuchar la voz masculina del personaje que marcaba el número de contacto. -Hola Marián ¿cómo estás? -Hola Henry. Bien, Aquí en la pastelería. -Me lo imaginaba por el olor a torta de chocolate que me está llegando a través de la bocina –dijo Henry entre bromas. -¿No será muy corta la distancia para que lo percibas? –Dijo Marián en modo sarcástico mientras se le escapaban unas carcajadas. -¿Es una torta la que tienes en el horno o son galletas con chispas? Claro, la distancia impide que acierte correctamente –Siguió bromeando el muchacho- ¿Qué cocinas? -¡Jajajaja! Pues ni uno, ni lo otro. No he horneado aún. Ando haciendo limpiezas del lugar –Respondió Marián mientras miraba a su alrededor detallando lo mugrosa que estaba la tienda. -Ok, entiendo
-Henry, ¿te has comunicado últimamente con Marián? –Dijo Alberto mientras el muchacho colocaba una cara de extrañeza por la pregunta. -¿A qué se debe? No sé si aún usted la quiere, pero déjame decirle que entre ella y yo solo hay una amistad –respondió Henry deduciendo que la pregunta había sido por celos. -Eso lo sé. Mi inquietud es por si ella había cambiado de número. Le he marcado, pero no me he logrado comunicar. -Ah entiendo –Se le dibujó una sonrisa a Henry al darse cuenta que lo había malinterpretado- Hablé con ella estos días. Conserva su mismo número de contacto. -Ok, entonces intentaré luego. Alberto entró al comedor, todos lo miraban silenciosamente esperando la información tan importante que les iba a dar a la hora del almuerzo. -¡Brindemos! –Alberto alzó su copa de vino y todos imitaron su movimiento. -Y a qué se debe señor Alberto –Preguntó Sara sentada a su lado- Aún no hemos culminado el proyecto de la residencia. -Lo que quedan son los detalle señorita, y a pe
-¡Marián, mira quien llegó! –Escuchó de la voz de su madre. Colocó la vajilla sucia en el interior del fregadero y se dirigió a la sala de estar.-¡Hola! –Expresó con alegría al tener al frente a su mejor amiga, la cual no veía desde hacía meses.-Marián, ¿cómo has estado? –dijo Cristina, su prima llegó con ropa deportiva y un bolso de mano consigo.-Bien, no me avisaste que venías.-Te estuve llamando y escribiendo toda la tarde. ¿Qué pasó con tu teléfono?-Está arriba, tengo horas sin mirarlo, quería desconectarme de la tecnología. Además quería evadir las llamadas de mi ex.-¿Qué pasó? ¿Volviste con él? -No, para nada. Solo me había acercado a él para ganar un poco de dinero.-¿En serio? –Preguntó Cristina con extrañeza.-¿Vas a quedarte esta noche con nosotras? –Preguntó Marián para cambiar la conversación. Se dio cuenta que su madre tenía la oreja parada y había cosas que aquella no debía enterarse.-Así es. -Sube, vamos a mi habitación –dijo Marián y se aproximó hacia el pasil
Marián frenó el auto frente a un paredón de concreto. Apagó el motor y sacó las llaves antes de que las tres abrieran sus puertas al mismo tiempo. Ella tenía la cara seria mientras analizaba la mejor manera de sacarle provecho a esa construcción. La madre y Cristina tenían una expresión de asombro y admiración. -No sabía que este terreno quedaba tan céntrico. ¿Siempre ha sido de Alberto? –Preguntó Cristina con interés. -No estoy segura, no hemos hablado de esto. Me enteré de este activo cuando fui a firmar el divorcio. Lo puso a mi nombre, aun es un enigma para mi si él lo tenía desde hace años o lo adquirió recientemente. -Eso no es importante ahora –Intervino la madre. Es tuyo, te correspondía y debes sacarle provecho. -Es verdad. Entremos para que lo vean de cerca. –dijo Marián acercándose a la puerta principal del terreno cercado. -Es pequeño –dijo la señora Sofía mirando a su alrededor. El terreno que te había dejado tu padre probablemente era más grade. -Pero era un sitio
Sus dos manos sostuvieron a aquella criatura, los pequeños ojos la miraron con asombro y admiración. Reconoció esa carita, parecido al rostro del personaje que permanecía acostado en aquella fotografía de la sala de su casa. –Bebé, te pareces a tu abuelo -Era como si aquel hombre el cual había admirado reencarnaba en el pequeño que salió de su vientre.-¿Cómo se llama? –Le preguntó la doctora con un cuaderno de anotaciones en la mano.-Leander, le podré Leander Alberto –dijo Marián honrando el nombre de su padre y de su ex esposo.-De acuerdo. Ya tenemos todo el registro listo y tu niño está sano ¿Quién viene a buscarte?-Mi mamá y mi prima. Ya deben estar por llegar.-De acuerdo, puedes desocupar la habitación cuando gustes –dijo la doctora y se aproximó hacia el pasillo después de cerrar la puerta. Alberto no vino. Ni siquiera puede dejar un día su trabajo para poder ver a su hijo -Dijo Marián a manera de decepción. Recogía sus cosas cuando le dieron de alta.Minuto
- ¿Qué hace este hombre aquí? -Preguntó la madre de Marián mirando a Alberto con repulsión. -Buenos días señora Sofía ¿cómo está? -Estaba mejor antes de verte llegar. ¿Qué haces aquí? –Aquella volvió a insistir golpeando las palabras. -Vino a ver al niño Mamá y ya se va –Dijo Marián un poco nerviosa, se acercó al coche y tomó al niño en sus brazos. Alberto quedó viendo a la señora que al parecer lo repudiaba. -Vuelvo más tarde, esto es incómodo para mí. Y eso era lo que Marián esperaba, que su madre se retirara, estaba cansada que aquella se metiera en sus problemas. Solo ella debía salir de eso y decidir qué hacer. -¿Tu mamá también me odia? ¿Qué le dijiste de mí? –Preguntó Alberto con extrañeza. -Solo lo mal que me sentía por nuestra separación –dijo Marián meciendo al niño en sus brazos. -¿Por qué crees que nuestra relación no funcionó? ¿Acaso yo tengo la culpa? -Claro, no acepté el cargo de socia en la otra ciudad solo por el dinero, también fue por ti, pensé en que nos r
-No creí que llegaras tan pronto -dijo Marián al tener al señor Braulio en frente. -Aún estaba en el sector, aproveché a venir a tu casa para expresarte mis requerimientos, ¿puedo tomar asiento? -Por supuesto –le hizo señas dirigiendo su mano hacia los muebles del corredor. Ella igualmente se sentó junto a él. Tomó su celular mientras comentaba- Podemos esperar a tener la presencia de Alberto. Él es el que maneja las cosas mejores que yo. -Asumo que no será necesario –opinó el señor Braulio- Tu eres la hija de Leander, la propietaria de Empresas Bosques. Sé que si te casaste, tu esposo pasa a ser parte de tu compañía, pero tú sigues siendo la de la experiencia. -Igual somos un equipo –insistió Marián con la pena por ocultarle la verdad, jamás apoyó a su padre ni terminó la carrera universitaria. -Eso veo. De igual forma le comunicas lo que acordamos en nuestra reunión. Ando con prisa porque hoy viajaré a mi pueblo. -‘‘igual Alberto no me responde. No irá a venir. Ese hombre me me
Alberto se paró del sofá y se sentó justo al lado de Marián, le tomó las manos. -Sé que aún no has firmado los papeles del divorcio. Seguimos casados. Ante el comentario de Alberto Marián bajó la cabeza de la vergüenza… ¿por qué no había querido divorciarse? En su interior esperaba una reconciliación, de igual modo eso no lo quería admitir en ese momento. -Con lo del parto no he tenido tiempo. -Lo que quiero decir es que somos esposos y socios legales, así que Empresas Bosques aun te corresponde, no harás nada que pueda estar contra las leyes. -Es cierto, aunque el señor Braulio confía en mi porque piensa que adopté la experiencia de mi padre. -La experiencia la tienes, has estado trabajando conmigo durante un año –insistió Alberto. -No fue continuo –expresó Marián contando las semanas en que estuvo alejada de Alberto. -Eso no importa, si tienes la disposición yo te enseñaré todo el procedimiento que necesitas para ser una verdadera socia. Esas palabras la llenaron de ánimo. N