Marián frenó la maleta sobre el suelo al llegar a la puerta de su casa, introdujo la lleve en el interior de la ranura e inclinó la mano para empujar, no dio tres pasos al interior cuando unos brazos cálidos rodearon todo su cuerpo.-Marián, ¿cómo estás? ¿Estás bien? me alegro de que llegaras.-Hola, estoy bien –fue su respuesta con expresión de seriedad.También estaba contenta de estar en casa, en todo su viaje se sintió sola, poco querida y cada día se había regado con gotas de melancolía. No pudo evitar dejar salir el llanto y su madre notó que las lágrimas no eran de alegría.-¿Qué sucede? ¿Le pasó algo a tu embarazo? –Preguntó aquella con nerviosismo.-No mamá, con mi embarazo no hay problema. Mi nostalgia es por Alberto, no me fue bien con él, ya no me quiere y tiene a otra mujer –expresó Marián con tristeza cuando las lágrimas corrían por su rostro.-Te lo advertí Marián –expresó la madre con rostro serio. -Ya lo sé, tenías toda la razón. Y yo que me había arrepentido de habe
El paño húmedo absorbía la suciedad de la vitrina antes de caer al suelo, una mano lo había soltado a causa de la impresión que produjo el repique de un celular. -Aló -dijo Marián a través de la línea telefónica, esperaba con alegría escuchar la voz masculina del personaje que marcaba el número de contacto. -Hola Marián ¿cómo estás? -Hola Henry. Bien, Aquí en la pastelería. -Me lo imaginaba por el olor a torta de chocolate que me está llegando a través de la bocina –dijo Henry entre bromas. -¿No será muy corta la distancia para que lo percibas? –Dijo Marián en modo sarcástico mientras se le escapaban unas carcajadas. -¿Es una torta la que tienes en el horno o son galletas con chispas? Claro, la distancia impide que acierte correctamente –Siguió bromeando el muchacho- ¿Qué cocinas? -¡Jajajaja! Pues ni uno, ni lo otro. No he horneado aún. Ando haciendo limpiezas del lugar –Respondió Marián mientras miraba a su alrededor detallando lo mugrosa que estaba la tienda. -Ok, entiendo
-Henry, ¿te has comunicado últimamente con Marián? –Dijo Alberto mientras el muchacho colocaba una cara de extrañeza por la pregunta. -¿A qué se debe? No sé si aún usted la quiere, pero déjame decirle que entre ella y yo solo hay una amistad –respondió Henry deduciendo que la pregunta había sido por celos. -Eso lo sé. Mi inquietud es por si ella había cambiado de número. Le he marcado, pero no me he logrado comunicar. -Ah entiendo –Se le dibujó una sonrisa a Henry al darse cuenta que lo había malinterpretado- Hablé con ella estos días. Conserva su mismo número de contacto. -Ok, entonces intentaré luego. Alberto entró al comedor, todos lo miraban silenciosamente esperando la información tan importante que les iba a dar a la hora del almuerzo. -¡Brindemos! –Alberto alzó su copa de vino y todos imitaron su movimiento. -Y a qué se debe señor Alberto –Preguntó Sara sentada a su lado- Aún no hemos culminado el proyecto de la residencia. -Lo que quedan son los detalle señorita, y a pe
-¡Marián, mira quien llegó! –Escuchó de la voz de su madre. Colocó la vajilla sucia en el interior del fregadero y se dirigió a la sala de estar.-¡Hola! –Expresó con alegría al tener al frente a su mejor amiga, la cual no veía desde hacía meses.-Marián, ¿cómo has estado? –dijo Cristina, su prima llegó con ropa deportiva y un bolso de mano consigo.-Bien, no me avisaste que venías.-Te estuve llamando y escribiendo toda la tarde. ¿Qué pasó con tu teléfono?-Está arriba, tengo horas sin mirarlo, quería desconectarme de la tecnología. Además quería evadir las llamadas de mi ex.-¿Qué pasó? ¿Volviste con él? -No, para nada. Solo me había acercado a él para ganar un poco de dinero.-¿En serio? –Preguntó Cristina con extrañeza.-¿Vas a quedarte esta noche con nosotras? –Preguntó Marián para cambiar la conversación. Se dio cuenta que su madre tenía la oreja parada y había cosas que aquella no debía enterarse.-Así es. -Sube, vamos a mi habitación –dijo Marián y se aproximó hacia el pasil
Marián frenó el auto frente a un paredón de concreto. Apagó el motor y sacó las llaves antes de que las tres abrieran sus puertas al mismo tiempo. Ella tenía la cara seria mientras analizaba la mejor manera de sacarle provecho a esa construcción. La madre y Cristina tenían una expresión de asombro y admiración. -No sabía que este terreno quedaba tan céntrico. ¿Siempre ha sido de Alberto? –Preguntó Cristina con interés. -No estoy segura, no hemos hablado de esto. Me enteré de este activo cuando fui a firmar el divorcio. Lo puso a mi nombre, aun es un enigma para mi si él lo tenía desde hace años o lo adquirió recientemente. -Eso no es importante ahora –Intervino la madre. Es tuyo, te correspondía y debes sacarle provecho. -Es verdad. Entremos para que lo vean de cerca. –dijo Marián acercándose a la puerta principal del terreno cercado. -Es pequeño –dijo la señora Sofía mirando a su alrededor. El terreno que te había dejado tu padre probablemente era más grade. -Pero era un sitio
Sus dos manos sostuvieron a aquella criatura, los pequeños ojos la miraron con asombro y admiración. Reconoció esa carita, parecido al rostro del personaje que permanecía acostado en aquella fotografía de la sala de su casa. –Bebé, te pareces a tu abuelo -Era como si aquel hombre el cual había admirado reencarnaba en el pequeño que salió de su vientre.-¿Cómo se llama? –Le preguntó la doctora con un cuaderno de anotaciones en la mano.-Leander, le podré Leander Alberto –dijo Marián honrando el nombre de su padre y de su ex esposo.-De acuerdo. Ya tenemos todo el registro listo y tu niño está sano ¿Quién viene a buscarte?-Mi mamá y mi prima. Ya deben estar por llegar.-De acuerdo, puedes desocupar la habitación cuando gustes –dijo la doctora y se aproximó hacia el pasillo después de cerrar la puerta. Alberto no vino. Ni siquiera puede dejar un día su trabajo para poder ver a su hijo -Dijo Marián a manera de decepción. Recogía sus cosas cuando le dieron de alta.Minuto
- ¿Qué hace este hombre aquí? -Preguntó la madre de Marián mirando a Alberto con repulsión. -Buenos días señora Sofía ¿cómo está? -Estaba mejor antes de verte llegar. ¿Qué haces aquí? –Aquella volvió a insistir golpeando las palabras. -Vino a ver al niño Mamá y ya se va –Dijo Marián un poco nerviosa, se acercó al coche y tomó al niño en sus brazos. Alberto quedó viendo a la señora que al parecer lo repudiaba. -Vuelvo más tarde, esto es incómodo para mí. Y eso era lo que Marián esperaba, que su madre se retirara, estaba cansada que aquella se metiera en sus problemas. Solo ella debía salir de eso y decidir qué hacer. -¿Tu mamá también me odia? ¿Qué le dijiste de mí? –Preguntó Alberto con extrañeza. -Solo lo mal que me sentía por nuestra separación –dijo Marián meciendo al niño en sus brazos. -¿Por qué crees que nuestra relación no funcionó? ¿Acaso yo tengo la culpa? -Claro, no acepté el cargo de socia en la otra ciudad solo por el dinero, también fue por ti, pensé en que nos r
-No creí que llegaras tan pronto -dijo Marián al tener al señor Braulio en frente. -Aún estaba en el sector, aproveché a venir a tu casa para expresarte mis requerimientos, ¿puedo tomar asiento? -Por supuesto –le hizo señas dirigiendo su mano hacia los muebles del corredor. Ella igualmente se sentó junto a él. Tomó su celular mientras comentaba- Podemos esperar a tener la presencia de Alberto. Él es el que maneja las cosas mejores que yo. -Asumo que no será necesario –opinó el señor Braulio- Tu eres la hija de Leander, la propietaria de Empresas Bosques. Sé que si te casaste, tu esposo pasa a ser parte de tu compañía, pero tú sigues siendo la de la experiencia. -Igual somos un equipo –insistió Marián con la pena por ocultarle la verdad, jamás apoyó a su padre ni terminó la carrera universitaria. -Eso veo. De igual forma le comunicas lo que acordamos en nuestra reunión. Ando con prisa porque hoy viajaré a mi pueblo. -‘‘igual Alberto no me responde. No irá a venir. Ese hombre me me