Sus botas de seguridad pisaban firmes el área de construcción de la residencia, la mayoría de las habitaciones estaban casi listas en obra gris. Eso le agradaba, con la cantidad de albañiles contratados la propiedad estaría lista en menos del tiempo establecido. Sus ojos percibieron una inconformidad produciendo que un rostro de seriedad llamara la atención de los trabajadores.-¡Hey ustedes! ¡Paren el trabajo!-¿Y ahora que hicimos mal? -Expresó un albañil sosteniendo una pala en la mano.Otro Joven que permanecía agachado con una cinta métrica en la mano se levantó al mirar a Alberto que se acercaba.-¿¡Que sucede?! Gritó un hombre desde el asiento del conductor de una retro excavadora.-¡Vengan, debo darles una información! -Gritó Alberto en tono fuerte para que escucharan los trabajadores- Esa piscina, ya no va.-¿Como que ya no va? ¿Qué haremos con el hueco que nos costó tres días en abrirlo? –dijo quejándose el hombre de la pala.-Tápenlo. No haremos ni la piscina, ni los salone
Sus piernas impulsaron su cuerpo hacia adelante permitiendo acercarse al escritorio de Alberto. Estaba ahí al frente de su esposo, socio y el padre del niño que estaba en su vientre. Ese hombre se levantó de la silla y alzando su celular se acercó hacia la ventana de la oficina, para mirar a través de ella mientras hablaba con alguna persona a través de la línea telefónica.Marián deducía la razón por la cual él la había solicitado, probablemente era para regañarla por involucrarse en asuntos de la empresa sin consultarle. De igual modo ella se atrevió a meter la mano para defender su nombre. Y quedó convencida con su participación, sin embargo ya a la empresa le tenía menos importancia igual que al jefe. ¿Qué hacía ella ahí entonces? Lo que menos quería era meterse más en problemas, su embarazo podría afectarse si seguía sintiendo desequilibrios emocionales y por el bien de ella y de su hijo era bueno alejarse… pensó y un mensaje de texto a su celular la convenció de dar pasos hacia
-Sara, saca de la nómina a Marián y arréglale el monto total de su pago por estos meses –Dijo Alberto al entrar al departamento de administración.-¿Por qué? ¿Se fue? –Preguntó Sara sentada en su escritorio frente a su computadora.-Sí, ya no va a seguir trabajando con nosotros –dijo Alberto con tono serio. Vamos a adelantarle algo de su pago total.-Jefe, pero ella firmó un contrato de trabajo por tres meses y no los culminó. ¿Cuánto piensas pagarle? Habrá que descontarle la cantidad por incumplimiento del contrato.-Tienes que recordar que gracias a ella estamos bien aquí. Pudimos invertir con su préstamo y además sirvió su apellido para despistar mi mala reputación. Así que colócale que cumplió con toda su asistencia.-¡Le darás dinero de gratis entonces! ¡Más de lo que le corresponde! Como la vez pasada –Dijo Sara de manera alterada.-Faltan tres semanas para que se cumpla el contrato, tampoco es tanto Sara –Intervino Fabricia acabando de sacar unas copias- Puedes colocarle como p
Marián frenó la maleta sobre el suelo al llegar a la puerta de su casa, introdujo la lleve en el interior de la ranura e inclinó la mano para empujar, no dio tres pasos al interior cuando unos brazos cálidos rodearon todo su cuerpo.-Marián, ¿cómo estás? ¿Estás bien? me alegro de que llegaras.-Hola, estoy bien –fue su respuesta con expresión de seriedad.También estaba contenta de estar en casa, en todo su viaje se sintió sola, poco querida y cada día se había regado con gotas de melancolía. No pudo evitar dejar salir el llanto y su madre notó que las lágrimas no eran de alegría.-¿Qué sucede? ¿Le pasó algo a tu embarazo? –Preguntó aquella con nerviosismo.-No mamá, con mi embarazo no hay problema. Mi nostalgia es por Alberto, no me fue bien con él, ya no me quiere y tiene a otra mujer –expresó Marián con tristeza cuando las lágrimas corrían por su rostro.-Te lo advertí Marián –expresó la madre con rostro serio. -Ya lo sé, tenías toda la razón. Y yo que me había arrepentido de habe
El paño húmedo absorbía la suciedad de la vitrina antes de caer al suelo, una mano lo había soltado a causa de la impresión que produjo el repique de un celular. -Aló -dijo Marián a través de la línea telefónica, esperaba con alegría escuchar la voz masculina del personaje que marcaba el número de contacto. -Hola Marián ¿cómo estás? -Hola Henry. Bien, Aquí en la pastelería. -Me lo imaginaba por el olor a torta de chocolate que me está llegando a través de la bocina –dijo Henry entre bromas. -¿No será muy corta la distancia para que lo percibas? –Dijo Marián en modo sarcástico mientras se le escapaban unas carcajadas. -¿Es una torta la que tienes en el horno o son galletas con chispas? Claro, la distancia impide que acierte correctamente –Siguió bromeando el muchacho- ¿Qué cocinas? -¡Jajajaja! Pues ni uno, ni lo otro. No he horneado aún. Ando haciendo limpiezas del lugar –Respondió Marián mientras miraba a su alrededor detallando lo mugrosa que estaba la tienda. -Ok, entiendo
-Henry, ¿te has comunicado últimamente con Marián? –Dijo Alberto mientras el muchacho colocaba una cara de extrañeza por la pregunta. -¿A qué se debe? No sé si aún usted la quiere, pero déjame decirle que entre ella y yo solo hay una amistad –respondió Henry deduciendo que la pregunta había sido por celos. -Eso lo sé. Mi inquietud es por si ella había cambiado de número. Le he marcado, pero no me he logrado comunicar. -Ah entiendo –Se le dibujó una sonrisa a Henry al darse cuenta que lo había malinterpretado- Hablé con ella estos días. Conserva su mismo número de contacto. -Ok, entonces intentaré luego. Alberto entró al comedor, todos lo miraban silenciosamente esperando la información tan importante que les iba a dar a la hora del almuerzo. -¡Brindemos! –Alberto alzó su copa de vino y todos imitaron su movimiento. -Y a qué se debe señor Alberto –Preguntó Sara sentada a su lado- Aún no hemos culminado el proyecto de la residencia. -Lo que quedan son los detalle señorita, y a pe
-¡Marián, mira quien llegó! –Escuchó de la voz de su madre. Colocó la vajilla sucia en el interior del fregadero y se dirigió a la sala de estar.-¡Hola! –Expresó con alegría al tener al frente a su mejor amiga, la cual no veía desde hacía meses.-Marián, ¿cómo has estado? –dijo Cristina, su prima llegó con ropa deportiva y un bolso de mano consigo.-Bien, no me avisaste que venías.-Te estuve llamando y escribiendo toda la tarde. ¿Qué pasó con tu teléfono?-Está arriba, tengo horas sin mirarlo, quería desconectarme de la tecnología. Además quería evadir las llamadas de mi ex.-¿Qué pasó? ¿Volviste con él? -No, para nada. Solo me había acercado a él para ganar un poco de dinero.-¿En serio? –Preguntó Cristina con extrañeza.-¿Vas a quedarte esta noche con nosotras? –Preguntó Marián para cambiar la conversación. Se dio cuenta que su madre tenía la oreja parada y había cosas que aquella no debía enterarse.-Así es. -Sube, vamos a mi habitación –dijo Marián y se aproximó hacia el pasil
Marián frenó el auto frente a un paredón de concreto. Apagó el motor y sacó las llaves antes de que las tres abrieran sus puertas al mismo tiempo. Ella tenía la cara seria mientras analizaba la mejor manera de sacarle provecho a esa construcción. La madre y Cristina tenían una expresión de asombro y admiración. -No sabía que este terreno quedaba tan céntrico. ¿Siempre ha sido de Alberto? –Preguntó Cristina con interés. -No estoy segura, no hemos hablado de esto. Me enteré de este activo cuando fui a firmar el divorcio. Lo puso a mi nombre, aun es un enigma para mi si él lo tenía desde hace años o lo adquirió recientemente. -Eso no es importante ahora –Intervino la madre. Es tuyo, te correspondía y debes sacarle provecho. -Es verdad. Entremos para que lo vean de cerca. –dijo Marián acercándose a la puerta principal del terreno cercado. -Es pequeño –dijo la señora Sofía mirando a su alrededor. El terreno que te había dejado tu padre probablemente era más grade. -Pero era un sitio