Un taxi era el medio de transporte que conducía a Alberto hacia un sitio nuevo para él. Lamentablemente tuvo que dejar su camioneta en el garaje de su padre, en el otro país. Si el viaje no hubiese sido por aire probablemente no hubiera tenido que gastar dinero para movilizarse en esa ciudad. -Es aquí- expresó Alberto al encontrarse en la dirección exacta y divisar el edificio marrón. Le canceló en efectivo al chofer antes de bajarse del carro. Subió por el ascensor, caminó por el pasillo hasta el apartamento número 230. -Buenos días Alberto –dijo la rubia preciosa con cabellos sueltos que cubría el escote del vestido. ¿Y eso que llegas a esta hora? Para encontrarme en bata de dormir. Alberto expresó una sonrisa en el rostro, en realidad se veía tan sensual, poseía un vestido de color rojo que apenas le cubría el trasero. -Sé que las copas de vino no son para tomarlas a las siete de la mañana. Discúlpame por no haber venido. -Anoche me quedé esperándote- dijo Yanetzi con una expr
Tenía que desahogarse, sentía una soledad en su interior, gracias a una ciudad poco conocida lleno de conflictos internos afectados por sus acontecimientos imprevistos. No encajaba con sus compañeros de trabajo, percibía una repulsión hacia ella; Sobre todo de parte del que ella pensaba que sería el amor de su vida. -¡Aló Marián! La voz familiar levantó su ánimo del suelo. Suspiró para contestarle. -Aló Cristina ¿cómo estás prima? -Bien, ¿cómo te ha ido por allá? ¿Qué haces? –Le preguntó cristina a través de la línea telefónica. -Lamento el inconveniente que tuve contigo la vez pasada. Sé que me aconsejabas que hiciera crecer el negocio, que me olvidara de mi socio y aquella vez no presté atención a tus palabras. -Lo se Marián, pero no es para tanto. Cuando termines el trabajo allá, regresarás a la pastelería y seguiremos trabajando juntas. ¿Te parece? -Es lo que debí haber hecho en un inicio Cristina, estos inventos de venirme para acá… realmente… no es lo que me imaginaba –e
-Marián, ¿por qué quieres irte? –Le preguntó su amigo Henry luego de acercársele y colocarle la mano en el hombro.-Quería alejarme de todo esto, pero veo que va a ser difícil –dijo Marián con cara melancólica.-Eres una mujer fuerte y guerrera, no tienes por qué tenerle miedo a las dificultades.-¡Yo no le tengo miedo a nada! –Exclamó y luego quedó pensativa. ‘‘En realidad sentía temor’’ o solo no podía aceptar que todos los días fueran frustrantes para ella.-No te preocupes por el movimiento total de la empresa. Tú solo nos ayudas en lo que puedas y deja que Alberto se encargue de todo –Aconsejó Henry.-No puedo, no quiero esconderme aquí sabiendo que hay cosas a mi alrededor que parecen estar mal.-Marián pero tú no eres supervisora. Prácticamente eres asistente del departamento de diseño y arquitectura.-Mi firma está en todos los requerimientos, contratos y planos Henry. Y tengo poca idea de lo que se está trabajando.-Puedes estar tranquila Marián, todo se ha manejado muy bien
Las piernas le temblaban de los nervios que estaba sintiendo, paró el paso y suspiró al escuchar el repique de su celular. Ella misma no podía creer lo que haría. Pero ¿qué es lo peor que podría pasar? Si a su esposo prácticamente lo había perdido y su corazón le hacía caso a los consejos que ella misma le daba para olvidarlo. Salvar a la empresa era lo menos que debía hacer, por su padre, honrando el apellido Bosques de su abuela y todo lo que hizo su padre Leander por ella. Marián jamás había querido trabajar con él, nuca lo ayudó. Y aunque no quería aceptarla en un inicio, era su herencia. -Aló- dijo luego de inclinar su celular y apoyarlo sobre su oreja. Era su momento. Levantar la cara y tomar el cargo de socia como se debía eran sus intenciones, sabiendo que el jefe lo vería como un abrupto atrevimiento.-Estoy en el lugar –Contestó el hombre a través de la llamada telefónica.-Voy para allá, estoy en camino –Habló Marián mientras apuraba el paso.Entró por la puerta del restau
-Williams. ¿Tienes los nuevos planos listos?-Solo algunos Señor. Los terminaré de completar la semana entrante.-Pensé que te disponías a trabajar horas extras. Para empezar a manejar sus requerimientos a partir del lunes.-No Alberto, necesito mi tiempo libre y ya tengo planes para hoy.-De acuerdo, ¿en qué lugar está el adelanto? Tengo que revisarlos de una vez.-En el archivador de mi oficina, al lado del escritorio.-Ok, disfruta tu fin de semana –fue su ultimo comentario antes de retirar el teléfono de su oreja y colgar la llamada.Tenía que calmar su molestia. Legalmente un trabajador tiene derecho a descansar dos días a la semana. Podrían demandarlo por explotación laboral si se sometiera a obligar a trabajar al arquitecto los siete días de la semana; los treinta días del mes.Se dirigió a la oficina y consiguió lo que buscaba, llenó su cuerpo de emoción, ahora tenía una manera de impresionar a la mujer que le hacía mover el piso.
Sus botas de seguridad pisaban firmes el área de construcción de la residencia, la mayoría de las habitaciones estaban casi listas en obra gris. Eso le agradaba, con la cantidad de albañiles contratados la propiedad estaría lista en menos del tiempo establecido. Sus ojos percibieron una inconformidad produciendo que un rostro de seriedad llamara la atención de los trabajadores.-¡Hey ustedes! ¡Paren el trabajo!-¿Y ahora que hicimos mal? -Expresó un albañil sosteniendo una pala en la mano.Otro Joven que permanecía agachado con una cinta métrica en la mano se levantó al mirar a Alberto que se acercaba.-¿¡Que sucede?! Gritó un hombre desde el asiento del conductor de una retro excavadora.-¡Vengan, debo darles una información! -Gritó Alberto en tono fuerte para que escucharan los trabajadores- Esa piscina, ya no va.-¿Como que ya no va? ¿Qué haremos con el hueco que nos costó tres días en abrirlo? –dijo quejándose el hombre de la pala.-Tápenlo. No haremos ni la piscina, ni los salone
Sus piernas impulsaron su cuerpo hacia adelante permitiendo acercarse al escritorio de Alberto. Estaba ahí al frente de su esposo, socio y el padre del niño que estaba en su vientre. Ese hombre se levantó de la silla y alzando su celular se acercó hacia la ventana de la oficina, para mirar a través de ella mientras hablaba con alguna persona a través de la línea telefónica.Marián deducía la razón por la cual él la había solicitado, probablemente era para regañarla por involucrarse en asuntos de la empresa sin consultarle. De igual modo ella se atrevió a meter la mano para defender su nombre. Y quedó convencida con su participación, sin embargo ya a la empresa le tenía menos importancia igual que al jefe. ¿Qué hacía ella ahí entonces? Lo que menos quería era meterse más en problemas, su embarazo podría afectarse si seguía sintiendo desequilibrios emocionales y por el bien de ella y de su hijo era bueno alejarse… pensó y un mensaje de texto a su celular la convenció de dar pasos hacia
-Sara, saca de la nómina a Marián y arréglale el monto total de su pago por estos meses –Dijo Alberto al entrar al departamento de administración.-¿Por qué? ¿Se fue? –Preguntó Sara sentada en su escritorio frente a su computadora.-Sí, ya no va a seguir trabajando con nosotros –dijo Alberto con tono serio. Vamos a adelantarle algo de su pago total.-Jefe, pero ella firmó un contrato de trabajo por tres meses y no los culminó. ¿Cuánto piensas pagarle? Habrá que descontarle la cantidad por incumplimiento del contrato.-Tienes que recordar que gracias a ella estamos bien aquí. Pudimos invertir con su préstamo y además sirvió su apellido para despistar mi mala reputación. Así que colócale que cumplió con toda su asistencia.-¡Le darás dinero de gratis entonces! ¡Más de lo que le corresponde! Como la vez pasada –Dijo Sara de manera alterada.-Faltan tres semanas para que se cumpla el contrato, tampoco es tanto Sara –Intervino Fabricia acabando de sacar unas copias- Puedes colocarle como p