••••••••••Dulce semana. Noche 2: — ÂżBlanco? ÂżPor quĂ© están alternando los colores de mis batas? — PreguntĂł la Reina Virginia curiosa. — ÂżEso? No hay motivo alguno. — InformĂł la asistente. — Simplemente para que el Rey la vea lucir de distintas maneras, ÂżPrefiere dorado o quizá rojo? Virginia negĂł rápidamente con su cabeza. — No, la verdad eso no me importa mucho, solo lo preguntaba por curiosidad.  — Suficiente, salgan todas y dejen a la Reina en paz. — PedĂa la soldado Tiana, despuĂ©s de que Virginia terminara de prepararse esa noche. — Haga su mejor esfuerzo, su majestad y conquiste el corazĂłn del Rey~ — SonriĂł la mujer pelirroja guiñando un ojo a su amiga. …..Los minutos pasaban, Virginia usaba una hermosa bata de ligeros tirantes, de color blanco, lisa y larga hasta sus tobillos. Ella leĂa un libro sobre el Reino Maitano deteni
Virginia Wiztan se acercĂł a su esposo, más ella siguiĂł de pie, ahora a solo un metro de distancia frente a Ă©l que estaba sentado en el borde de la cama.Los ojos azules zafiros de ella se clavaron en los dorados del Rey. — ÂżRealmente piensas… Acabar con la vida del señor Jones? — PreguntĂł ella sin lograr ocultar su expresiĂłn de preocupaciĂłn. En esos ojos azules se reflejaba angustia y Lance Lamparth lo supo. Él sonriĂł burlista.  — ÂżTe preocupa tanto que acabe con tu amado? — PreguntĂł Lance. — Quizá no me escuchaste bien, pero te dije que no me servirĂa matarle. No lo harĂ©, al menos no por ahora. Virginia desvĂo su mirada del Rey y se alejĂł de Ă©l nuevamente, en total silencio. Ella comenzĂł a caminar hacia el anexo, donde se encontraba la sala. — ÂżTe irás a dormir ya? — SĂ, estoy agotada… Tiana me dijo, que tĂş diste la orden de no detener mis entre
— ÂżQuĂ© mi hijo te odie? — PreguntĂł el Rey Lance burlista, levantándose de la silla trás el escritorio en el salĂłn de estudios de la Reina. Virginia Wiztan se le quedĂł viendo expectante y asintiĂł lentamente. — Es solo un niño, no creo que suceda. — ContinĂşo hablando el Rey. — Es muy ingenuo y aunque le digan algo y se resienta contigo, por causa del marquĂ©s Forsten; Ă©l despuĂ©s de hablar contigo verá que no tiene por quĂ© temer de alguien como tĂş. Virginia no entendiĂł si Lance la estaba animando o la estaba insultando o ambas cosas. Ella se quedĂł confundida. — ÂżEso significa que no me vas a dejar ver al prĂncipe hasta que tĂş quieras? — No hasta que yo quiera, por mĂ, no lo verĂas nunca más; si no despuĂ©s de ese evento. Aunque depende todo de que tan viva termines~ — SonriĂł Ă©l con malicia, ahora quedando de pie frente a Virginia a menos de un metro de distancia. Ella sintiĂł un e
•••••••••• 5: 00 pm. Castillo principal de Maita, oficina del Rey Lance Lamparth. — ÂżMe llamaba, su majestad? — PreguntĂł uno de los consejeros más confiables del Rey, Charlie Evans, noble de cabello rizado castaño y ojos azules claros. — SĂ, estaba pensando en cortarte las cabeza. — SonriĂł Lance al verle, estando ese Rey sentado tras su escritorio. Charlie sonriĂł animado, entendiendo la broma frĂa de ese gobernante y a su vez, viejo amigo. — ÂżAhora que hice para merecer tal castigo, mi Rey? — Eres mi comandante de seguridad y ni siquiera te diste cuenta que Allen Jones hace y deshace con ella a como le plazca. — InformĂł Lance ahora sĂ, con un aspecto más serio. Charlie exhalĂł y se acercĂł hasta el escritorio del Rey. — ÂżAllen Jones rompiĂł mi seguridad? Pero… ÂżCĂłmo es posible? Me encargo personalmente del castillo del Rey y del prĂncipe heredero y— — ¡La Reina! — ExclamĂł Lance, levantándose de su cĂłmoda silla. — Allen buscĂł hacerme daño por medio de una de las personas menos e
— Nada en especial. — RespondiĂł Lance frĂamente. — En otra ocasiĂłn lo verĂ©. DespuĂ©s de decir aquellas palabras el Rey continĂşo su rutina diaria y al llegar la noche comenzĂł a prepararse para ir al castillo de la Reina. — Su majestad, el carruaje está listo. — InformĂł uno de los servidores. — En unos minutos bajo, salgan todos. — PidiĂł Lance y sus sirvientes obedecieron de inmediato. El Rey buscĂł las llaves del nuevo salĂłn de artes que fue preparado. "Puedo tener algo de informaciĂłn extra, ella parecĂa estar escondiendo más de lo que me dice" Tras ese pensamiento, Lance sonriĂł y se llevĂł consigo la llave. ••••••••••Dulce semana. Noche 3: El Rey de Maita ingresĂł a la habitaciĂłn de la Reina, Ă©l la viĂł a ella como era de costumbre en la sala de esa recámara. Las puertas se cerraron despuĂ©s de que la Reina Maitana saludara y nuevamente, ellos quedaron completamente solos. Virginia Wiztan, se encontraba sentada en el sofá largo, sintiĂ©ndose un poco incĂłmoda. "Esta noche elegĂ u
La Reina de Maita, veĂa a su esposo con incredulidad. "ÂżNo quiere que muera?" "Pero si mi vida nunca ha sido de su importancia" "En nuestro primer encuentro lo primero que hizo fue apuntarme con su espada" "Me dejĂł a mi suerte de lo que pudiera sucederme en Maita cuando me trajo cautiva" "Me dice que soy una herramienta… ÂżAhora le importa mi vida?"Virginia se puso de pie alejándose de ese Rey, ella frunciĂł el ceño. — ÂżPor quĂ© no quieres que muera? — PreguntĂł la mujer Gorianita viendo fijamente a ese Rey, quien ahora, se habĂa sentado en el sofá, donde ella anteriormente estaba. — ÂżPara que dure más como una herramienta? ÂżPor quĂ© asĂ te es más Ăştil? ÂżPor quĂ© serĂa un desperdicio de tus energĂas preparándome para ser tu pieza en ese torcido juego de venganza que tienes con el señor Jones? ¡Ah, ya sĂ©! Es por qué— ¡Ah! En ese momento Lance tomĂł de la muñeca a Virginia, acercándola a Ă©l y viĂ©ndola fijamente a los ojos. — Hoy me dĂ cuenta de algo extraño… — SusurrĂł el Rey. Virgini
***************••••••••••***************>>> Virginia Wiztan: El sol de esa mañana filtrándose levemente por las cortinas, iluminaba la espaciosa habitaciĂłn del castillo Maitano en la que dormĂa.Esa mañana fue un poco inusual a otras. PensĂ© que no podrĂa dormir bien anoche, lo extraño, fue que poco despuĂ©s me quedĂ© dormida sin siquiera darme cuenta de nada más. ÂżHace cuanto no habĂa descansado tan satisfactoriamente? No podĂa recordar la Ăşltima vez que me sentĂ tan tranquila y alegre. Tal vez pasĂł más de un año ya… Desde que sentĂa que todo en mi vida iba por buen rumbo. Mis ojos se posaron en ese hombre dormido a mi costado izquierdo. Yo me sentĂ© sobre la cama y me quedĂ© observando a ese Rey, lo normal que parecĂa, pero lo significativo que era para una naciĂłn entera. No sabĂa que hora era exactamente, pero el sol no parecĂa ser el del amanecer, supuse que pronto serĂan las 9am. Hora en la que finaliza una noche más en la dulce semana. SentĂa mi corazĂłn latir de emociĂłn.
…..1: 00 pm.En el salĂłn del consejo Real en Maita. — ¡No puede su majestad! — ExclamĂł uno de los hombres. — Usted habĂa dicho desde un principio que era solo una uniĂłn polĂtica para que Gorian bajara la guardia. — Es cierto, voto a favor de que no lo haga. — HablĂł otro. — Tampoco me parece correcto que nuestro Rey Maitano reconozca a una Gorianita como una propia Maitana de los Lamparth; al pueblo no le gustarĂa eso, odiamos a Gorian desde la muerte de la Reina Cassandra, ÂżNo ha escuchado mi Rey, todo lo que dicen en las calles sobre Gorian, eso en todo el Reino? ¡Lo aborrecen! Lance quien estaba sentado en su elegante silla y los veĂa a todos con aburrimiento, hablĂł: — Nunca dije "ÂżQuieren que lo haga? Habrá una votaciĂłn" Solo dije: "ÂżQuĂ© opinan de eso?" Ya escuchĂ© sus opiniones, aĂşn asĂ, mi decisiĂłn es definitiva. Se comenzaron a ver expresiones de desacuerdo y desagrado entre los miembros presentes del consejo Maitano, algunos murmuraban entre sĂ negando con su cabeza. ¡PAM!