Virginia quiso responderle a ese hombre con insultos. ¡Ella querĂa golpearlo o escupir en su rostro y salir corriendo!Pero… SabĂa que ese hombre no era un juego. Ella sabĂa que en el instante que hiciera eso, serĂa sentenciada a muerte. Lance Lamparth era un tirano que la aterraba. Un curioso recuerdo pasĂł por su mente en ese instante. Ese cuando lo conociĂł por primera vez, cuando ella se encontraba en su cuarto de refugio en su propio castillo en el Reino de Gorian y Ă©l la encontrĂł y le apuntĂł con su espada. Hace poco más de un año de aquella terrorĂfica experiencia. …..El cuerpo de la joven comenzĂł a temblar en ese instante. Lance lo notĂł. Sin embargo, una semi sonrisa se mostrĂł en sus labios, Ă©l disfrutĂł verla perder el control. Él siguiĂł inclinado hacia Virginia y susurrĂł buscando que ella cayera
Cuando la Reina de Maita comenzĂł a leer la carta, la guardo de inmediato sorprendiĂ©ndose. — ÂżQuiĂ©n es el remitente su majestad? — PreguntĂł Tiana acercándose a la joven Gorianita. Virginia nerviosa negĂł rápidamente con la cabeza. — No es nadie de importancia. — RespondiĂł ella mostrando una sonrisa llena de nerviosismo y caminando rápidamente hacia su modista. — Continuemos mi preparaciĂłn. — AñadiĂł. "ÂżPor quĂ© esa extraña reacciĂłn?" PensĂł Tiana curiosa. "ÂżPodrĂa tratarse de… El barĂłn?" "No, no hay manera que una carta de Ă©l haya llegado tan casualmente a no ser que tenga… Bueno… Si hay posibilidad, quizá tenga algĂşn infiltrado, no, siendo el barĂłn Jones, tiene muchas amistades en el castillo principal del Rey Lance" PensĂł la soldado. ••••••••••VarĂas horas más tarde. En un hermoso y amplio jardĂn en los terrenos del ca
••••••••••— Su majestad, ÂżLa Reina no ha venido con usted? — PreguntĂł uno de los servidores del Rey. — No. — RespondiĂł Lance tajante. — Ella deberĂa haber venido. — ComentĂł el secretario Real. — Hoy se reanudarán las reuniones con el consejo y a partir de mañana una vez por semana se realizarán las audiencias con el pueblo. SegĂşn las leyes Maitanas, ella tiene que estar presente, ya que a diferencia de otros Reinos vecinos, siempre nos hemos caracterizado por darle un rol importante a nuestra soberana. — Sigue siendo una extranjera de una naciĂłn que hasta hace poco era enemiga a muerte. — RecalcĂł Lance. — Que se posponga su presencia hasta que termine sus estudios del Reino y haya pasado todas las pruebas básicas. — Entiendo, tiene razĂłn su majestad… — ComentĂł Ă©l secretario de cabello rubio rizado. — TomarĂ© nota al respecto. — ÂżEl Márquez Sebastián Forsten se marchĂł del territorio Real? —
4: 30 pm. Tap, tap~ Sonaban las zapatillas de la Reina Virginia Wiztan, quien caminaba junto a su asistente y guarda espaldas de más confianza, Tiana. La mujer pelirroja vestida de soldado Real, veĂa preocupada a su Reina, que parecĂa estar inmersa en sus pensamientos. "AsĂ que no es que estĂ© realmente obligada a tener un hijo, pero es lo mejor si quiero mantener una firme posiciĂłn en Maita como la Reina" "Sin embargo, el hecho de que deba hacerlo para que ese niño sea una herramienta, sin mencionar que puede que no nazca un niño y añadiendo el hecho de que no quiero que ese Rey me vuelva a tocar jamás y… Creo que Ă©l tampoco piensa hacerlo nunca" "Básicamente, un hijo para mĂ está descartado" Pensaba Virginia, cuando finalmente caminaba por un pasillo al aire libre y se diĂł cuenta que ya el cielo comenzaba a pintarse poco a poco de hermosos tonos naranjas. — Âż
— Señor Jones… Por mĂ usted ya ha cometido muchos errores… Usted ya ha sufrido consecuencias todo por ayudarme a mĂ, asĂ que… por favor, siga su vida tranquilo, cásese con Lady Abigail y olvide por completo cualquier pasado que hemos tenido juntos… Por favor… La expresiĂłn de la Reina Virginia mientras decĂa aquellas palabras con un tono de voz tembloroso, era una seria. Ella intentaba mantener la compostura y verse bien ante ese atractivo BarĂłn de cabello rubio claro. Sin embargo, Ă©l no le creyĂł. Allen Jones negĂł lentamente con su cabeza y volviĂł a acercarse a la Reina de Maita. — No te creo, simplemente no es algo que pueda hacer. Eres tan buena que quieres mi felicidad aĂşn cuando te estás sacrificando a ti misma por el bien de tu naciĂłn e inclusive de mĂ vida… — No es asĂ… Us- usted está muy equivocado… Virginia respondiĂł titubeante y claramente intentaba negar lo que ante
— ÂżLa Reina? Es cierto… Todo esto comenzĂł por eso… La muerte de esa mujer… Cassandra Forsten. — ComentĂł Virginia cabizbaja. — Si tan solo mi padre no hubiera atacado a esa mujer… Si tan solo… — Lo hecho, hecho esta, no creo que nada cambie. — AclarĂł Allen. — AĂşn con la muerte de Cassandra, Lance no hubiera atacado a Gorian si yo no le hubiera animado a vengarse, pero… Era mi mejor amigo y no querĂa verlo hundirse en depresiĂłn… TenĂa que darle un motivo para continĂşar, pero no pensĂ© que las consecuencias seguirĂan extendiĂ©ndose por tanto tiempo y yo me verĂa afectado en todo el proceso. Aunque supongo que, ÂżLo merezco no es asĂ? — SonriĂł Ă©l BarĂłn Jones. Virginia asintiĂł lentamente con una expresiĂłn decaĂda. "Claro que el señor Jones se lo merece" PensĂł ella. "Por qué… Todo eso llevĂł a la destrucciĂłn de mi hogar… De mi familia… La muerte de miles de inocentes…" — ¡Su majestad! — Se escuchĂł a
6: 00 am. >> En Maita odian a las Reinas inĂştiles y poco capacitadas Las palabras dichas por su secretaria no salĂan de la cabeza de esa joven Reina de solo diecinueve años. Ella que estaba de pie en el exterior del castillo principal, veĂa como a la distancia el sol reciĂ©n comenzaba a salir. Una mañana refrescante. A su lado tambiĂ©n de pie se encontraba su guarda espaldas y asistente, la soldado Tiana. Virginia volviĂł a ver hacia esa amiga que habĂa hecho en el Reino de Maita. — ÂżEl viaje será muy largo? — PreguntĂł la Reina. Tiana negĂł con su cabeza. — Su majestad llegará en la tarde al segundo pueblo al norte; ahĂ el Rey tiene una propiedad, se quedarán en esa casa a pasar la noche. Al dĂa siguiente a medio dĂa ya estarĂan en el pueblo de Luterd del Norte. Esta cerca de la frontera y dentro del territorio del Márquez… Forsten…Â
6: 00 pm. El cielo veraniego se pintaba de los colores del atardecer, las farolas comenzaban a iluminarse en ese pueblo dentro de Maita, territorio bajo el poderĂo del ducado Brown. Un hombre alto vestido con una capa oscura bajĂł de un caballo marrĂłn frente al enorme portĂłn. El hombre se quitĂł su capa, mostrando su fina vestimenta de color verde musgo. — ÂżLo puedo ayudar en algo señor? — PreguntĂł el portero apenas viĂł a ese personaje del otro lado del portĂłn. — SĂ. Una simple respuesta de ese hombre, Ă©l sacĂł del bolsillo de su abrigo largo, una placa mostrando la misma al guardián. Cuando el portero la viĂł, de un inmediato sacĂł sus llaves abriendo el portĂłn. CLANK~ Una vez la puerta fue abierta, el hombre ingresĂł junto a su caballo, el cual dejĂł al cuidado de uno de los hombres que le recibieron en el exterior de la mansiĂłn. •••••