Ante las palabras de Virginia, las mujeres en el salón de vestir de la Reina, se comenzaron a ver las unas a las otras sin saber que opinar al respecto. — Entonces… — Interrumpió él silencio incómodo Tiana. — ¿Por qué no pruebas simplemente eligiendo lo que más te guste a ti? Virginia dejó de cubrir su rostro, mostrando sus ojos azules rojizos y llorosos a su amiga soldado. — ¿Lo que me gusta? — Sí, no pienses en él, que hará o que usará, solo elige lo que tú quieras, ¿Cuál de todos esos hermosos atuendos quiere lucir esta noche? Recuerda que es la fiesta de compromiso de un Barón celebrada en el castillo principal del Rey, un hombre que es al mismo tiempo comandante del ejército y mejor amigo de nuestro Rey, así que debe ser algo elegante, con clase y que no sea tan glamuroso como para opacar a la prometida del Barón. Virginia asintió lentamente al comentario de Tiana, la hermosa Gorianita se puso de pi
Tap, tap~ El sonar de los tacones de la joven y hermosa Reina de solo diecinueve años, la Gorianita Virginia Wiztan se escuchaban por las largas escaleras que se dirigían a ese salón bajo. Virginia posó sus hermosos ojos azules zafiros en el hombre que estaba esperando por ella acompañado de algunos soldados de escolta, como era habitual en él. Ella se sorprendió. Ese atractivo Rey de cabello oscuro y penetrantes ojos dorados estaba vestido con un elegante traje a juego con el vestido de ella. Virginia que creyó que él aprovecharía esa oportunidad para dejarla en mal, al final… No lo hizo. Algo que le pareció muy extraño. No lo había visto ni había sabido nada de él en dos días. Después de la peor noche en toda su vida, esa en la que fue tomada a la fuerza y ese hombre le arrebató su pureza volviéndola su mujer. Ella finalmente terminó de bajar
Cabello oscuro largo y atado con una cola que llevaba cayendo del lado de su hombro izquierdo, ojos finos y cafés claros, traje impecable de un tono blanco con café oscuro y un poco de rojo. El Márquez Sebastián Forsten pedía un baile con la Reina extranjera, Virginia Wiztan. Atónita. Virginia no sabía que decir o cómo reaccionar, ella volvió a ver hacia el Rey Maitano y a la vez su esposo. Lance Lamparth asintió lentamente una única vez con su cabeza y desvío su mirada de Virginia nuevamente a los invitados del evento. Virginia tragó en seco y seguidamente extendió su mano aceptando la petición de ese Márquez de Maita. Cada paso que ella daba hacia el salón de baile siendo escoltada del brazo por ese apuesto hombre de treinta y dos años, estaban llenos de nerviosismo. ¡Ella estaba pálida! Virginia creía que se iba a desmayar… Ese hombre no era cualquiera.
Virginia no podía creerlo, ahora ella se encontraba de pie entre los brazos de ese Barón recién comprometido. — Virginia… Lo siento, realmente lo siento mucho, todo esto, todo lo que estás viviendo ha sido mi culpa… Aunque te pida perdón mil veces sé que no borrará lo que ya has tenido que vivir. — Se disculpaba el Barón con una sincera expresión de arrepentimiento. Virginia que había estado en shock hasta ese instante le empujó con fuerza causando que el Barón se desestabilice y la suelte. Ella terminó cayendo sentada en el césped. Él rápidamente se acercó con intenciones de volver a levantarla. — ¡NO! — Gritó Virginia temblorosa. — ¡No me toques! ¡No me pongas ni un dedo encima! Tú… ¡Estás comprometido! Eres feliz con esa señorita y ella parecía ser alguien dulce, pura e inocente, alguien tierna con la que seguramente tendrás una vida muy feliz… Así que no… No te quiero cerca de mí nunca más.
Virginia quiso responderle a ese hombre con insultos. ¡Ella quería golpearlo o escupir en su rostro y salir corriendo!Pero… Sabía que ese hombre no era un juego. Ella sabía que en el instante que hiciera eso, sería sentenciada a muerte. Lance Lamparth era un tirano que la aterraba. Un curioso recuerdo pasó por su mente en ese instante. Ese cuando lo conoció por primera vez, cuando ella se encontraba en su cuarto de refugio en su propio castillo en el Reino de Gorian y él la encontró y le apuntó con su espada. Hace poco más de un año de aquella terrorífica experiencia. …..El cuerpo de la joven comenzó a temblar en ese instante. Lance lo notó. Sin embargo, una semi sonrisa se mostró en sus labios, él disfrutó verla perder el control. Él siguió inclinado hacia Virginia y susurró buscando que ella cayera
Cuando la Reina de Maita comenzó a leer la carta, la guardo de inmediato sorprendiéndose. — ¿Quién es el remitente su majestad? — Preguntó Tiana acercándose a la joven Gorianita. Virginia nerviosa negó rápidamente con la cabeza. — No es nadie de importancia. — Respondió ella mostrando una sonrisa llena de nerviosismo y caminando rápidamente hacia su modista. — Continuemos mi preparación. — Añadió. "¿Por qué esa extraña reacción?" Pensó Tiana curiosa. "¿Podría tratarse de… El barón?" "No, no hay manera que una carta de él haya llegado tan casualmente a no ser que tenga… Bueno… Si hay posibilidad, quizá tenga algún infiltrado, no, siendo el barón Jones, tiene muchas amistades en el castillo principal del Rey Lance" Pensó la soldado. ••••••••••Varías horas más tarde. En un hermoso y amplio jardín en los terrenos del ca
••••••••••— Su majestad, ¿La Reina no ha venido con usted? — Preguntó uno de los servidores del Rey. — No. — Respondió Lance tajante. — Ella debería haber venido. — Comentó el secretario Real. — Hoy se reanudarán las reuniones con el consejo y a partir de mañana una vez por semana se realizarán las audiencias con el pueblo. Según las leyes Maitanas, ella tiene que estar presente, ya que a diferencia de otros Reinos vecinos, siempre nos hemos caracterizado por darle un rol importante a nuestra soberana. — Sigue siendo una extranjera de una nación que hasta hace poco era enemiga a muerte. — Recalcó Lance. — Que se posponga su presencia hasta que termine sus estudios del Reino y haya pasado todas las pruebas básicas. — Entiendo, tiene razón su majestad… — Comentó él secretario de cabello rubio rizado. — Tomaré nota al respecto. — ¿El Márquez Sebastián Forsten se marchó del territorio Real? —
4: 30 pm. Tap, tap~ Sonaban las zapatillas de la Reina Virginia Wiztan, quien caminaba junto a su asistente y guarda espaldas de más confianza, Tiana. La mujer pelirroja vestida de soldado Real, veía preocupada a su Reina, que parecía estar inmersa en sus pensamientos. "Así que no es que esté realmente obligada a tener un hijo, pero es lo mejor si quiero mantener una firme posición en Maita como la Reina" "Sin embargo, el hecho de que deba hacerlo para que ese niño sea una herramienta, sin mencionar que puede que no nazca un niño y añadiendo el hecho de que no quiero que ese Rey me vuelva a tocar jamás y… Creo que él tampoco piensa hacerlo nunca" "Básicamente, un hijo para mí está descartado" Pensaba Virginia, cuando finalmente caminaba por un pasillo al aire libre y se dió cuenta que ya el cielo comenzaba a pintarse poco a poco de hermosos tonos naranjas. — ¿