La mañana de Damián Del Toro se ha pasado lento entre libros de contabilidad, se siente desesperado ante la posibilidad de que el hombre que lo crió lo deje de patitas en la calle, ese que lo obliga a estar día tras día detrás de un escritorio leyendo libros que a su parecer se encuentran escritos en letras chinas ya que luego de su graduación dijo que se tomaría un año sabático y en realidad fueron casi ocho.
— ¡Jesús, apenas dan las nueve de la mañana! – mece su cabello despeinándose por completo —. Esta situación esta acabando con mis nervios el abuelo presionando, la empresa de la cual no se una m****a y mi billetera vacía me someten a un estrés casi post traumático. Necesito hallar la solución a esto ¡y rápido antes que colapse!
< La chica de anoche es buena opción >, señala una vocecita en su cabeza.
Se burla de su yo interno tratando de darle ánimo y resulta que no solo se encuentra desanimado sino austero y con los bolsillos vacíos en este momento.
— Sr. Del Toro tiene una llamada por la línea tres – se oye la voz de una mujer y Damián restriega su rostro.
— ¡Gracias! – busca algo que no encuentra — ¿ahora, que botón debo oprimir? ¡maldita sea Mauricio Del Toro! – se levanta de un salto y observa una luz roja titilando justo en el número tres del teléfono ubicado frente a él. Resopla —. Es una lástima que mi futuro dependa de una desconocida a la que le he propuesto matrimonio y ni siquiera sé donde encontrarla – levanta el auricular y oprime el botón para recibir la fulana llamada.
— ¿Damián? – cierra los ojos y suspira totalmente sobrepasado por las emociones — ¿hijo?
— ¡Abuelo, que sorpresa! – aun a sabiendas de que el receptor no lo puede ver intenta sonreír sin éxito.
— ¿Por qué no estas presidiendo la reunión que comenzó hace exactamente diez minutos? – observa su reloj y sus ojos se abren como platos.
— Es… es que he recibido la llamada de… de…
— No me interesan tus conquistas Damián, mueve tu trasero a la sala de juntas o es tu auto quien pagará mi rabia…
— ¡Pero abuelo, deja que te explique!
— No tengo tiempo para tus ridiculeces de chico rebelde y malcriado. Quiero hechos Damián Del Toro, de otra manera acarrea con las consecuencias de tus propios actos – escucha cuando la línea se corta y su ego queda esparcido por el suelo.
Su teléfono suena y observa un número privado, decide no contestar porque le parece muy raro sin embargo vuelve a llamar el mismo numero y ya se encuentra en un estado de ansiedad que solo puede provocarlo su abuelo.
— ¿Diga? – escucha un sollozo entrecortado y arruga el ceño — ¿quién coño habla? Lo que menos necesito ahora es algún gracioso…
— ¿Damián? – esa voz le parece conocida — ¿Damián Del Toro?
Su piel se eriza al recordar la noche que pasó con la mujer que le habla en este momento y la que al parecer se encuentra en problemas.
— ¿Quién habla? – prefiere asegurarse de que se trata de ella.
— Es… es Lea Ferrero, nos vimos anoche ¿recuerdas? – su sonrisa se asoma ensanchándose.
— No, creo que no recuerdo mucho ¿me refrescas por favor? – expresa en tono burlón.
— Sí que eres idiota amigo ¡nos acostamos! ¿de acuerdo? – estuvo a punto de carcajearse.
Reconoce a la chica de anoche por el vocabulario de camionero. Casi salta sobre uno de sus pies.
— ¡Oh claro, eres esa chica! – la sonrisa amenaza con partirle la cara en dos —. Veo que decidiste aceptar mi oferta – escucha un resoplido del otro lado del teléfono.
— Necesito ayuda si no es mucha molestia – su voz le indica que lleva prisa la petición.
— ¡Claro te ayudo con mucho gusto! ¿dónde estás? – indaga.
— En la comisaría…
Después de casi ser desheredado – definitivamente – por su abuelo, Damián del Toro llega rápidamente a la comisaría en uno de los autos tipo limusina de la empresa, todos en el recinto Giran a verlo ya que lo reconocen porque su abuelo es un gran empresario además de colaborador con la policía de Nueva York.— ¡Sr. Del Toro! - una mujer muy atractiva en uniforme azul lo intercepta — qué placer tenerlo por acá ¿Sí me dice en que lo ayudo? estoy a sus órdenes - la chica sonríe y él no puede dejar de mirar su busto por encima del uniforme que le queda cañón.Sin embargo reconoce que es mala idea mirarla ya que viene por La chica que conoció del bar de anoche y que ya no recuerda su nombre.— Srta., Es un placer para mí conocerla sin embargo en esta ocasión necesito que me ayude a encontrar a una persona muy importante y que se encuentra acá recluida - la mujer levanta la ceja y él sonríe chulo.— Usted dirá - es todo lo que dice la mujer.— Su nombre es Lea Ferrero, es alguien muy
La chica abre tanto los ojos que Damián teme le caigan al piso, siente su cuerpo temblar y aprieta los brazos femeninos con el fin de tranquilizarla, Lea niega con la cabeza hacia el hombre guapo y socarrón que tiene en frente, y quien pretende que ella lleve un mentira siendo que no sabe como hacerlo.— Tranquilízate cielo, no es como si nos fuésemos a casar hoy mismo – el abuelo sonríe encantado ante la interacción de la pareja.— ¡No, no, no lo entiendes! – susurra con voz timorata y ojos vidriosos — no puedo… es decir no se mentir – Damián arruga el entrecejo y le sonríe de nuevo.Ella lo mira desesperada y él le resta hierro a su preocupación. Le da un sonoro beso que ella no corresponde por lo nerviosa que se encuentra, un carraspeo interrumpe el momento y ella salta en su lugar asustada de lo que se pueda avecinar, Damián piensa que es una excelente actriz y solo debe ataviarla con ropa de marca y zapatos a juego.Nunca ha tenido que preocuparse por nada concerniente a cosas
Lea ingresa a la terraza de la mansión Del Toro de la mano de Damián y muerta de nervios debido a que no tiene idea de lo que va a decirle al atractivo y cariñoso abuelito, aun cuando algo le dice que no es una mansa paloma.La sudoración en las manos y el cuello le avistan una crisis de pánico. Tambalea. Damián la sostiene y al mirarla se percata de que sus ojos se encuentran húmedos, brillantes, mojados.— ¡¿Pero qué te pasa mujer?! – susurra descolocado — ¿por qué coño lloras, joder? – inquiere acercándola a su cuerpo.Tiembla un poco por su cercanía sin embargo se recompone como el macho que es, ese que le va a dejar las cosas claras. No es de los que tiene mucha paciencia.— ¡Que me van a descubrir! – sorbe un poco por la nariz nada elegante y Damián pone mala cara — tu abuelo puede que sea agradable, pero no creo que se haya tragado el cuento de que somos novios y tengo miedo, estoy sola en este país, sin trabajo y… sin dinero – solloza en silencio a causa del estrés que le p
— ¿Es en serio papá? – Mauricio Del Toro asiente sonriendo — ¿no entiendo que te causa tanta risa? – reprocha Mariah a su padre.— Es que Lea es tan “Mona” – expone con ojos soñadores el viejito lindo —, estaba toda nerviosa, pero mi Damián la va a cuidar – dice y la Doña junto a las dos mujeres que la acompañan jadea.— ¡Es una Mona de verdad padre! – grita exasperada — ¿Qué no viste lo corriente que es? – el hombre se encoge de hombros.Mauricio no es un pobre viejito, el caballero es un arma de doble filo, pero en vista de que su nieto-hijo se ha dedicado solo a gastar el dinero que por cierto ni siquiera le pertenece y su madre igual, debe por lo menos casarse y darle no uno sino ¡dos nietos! Como castigo a la sinvergüensura que ha mantenido.— ¿Ah sí? – responde el hombre — pues yo ni siquiera lo vi incomodo – sonríe malicioso hacia la joven que tiene los brazos cruzados y los labios fruncidos — muy por el contrario…— ¡Pues yo no lo acepto! – se pronuncia la madre de la
— ¡No digas tonterías! – regaña mandón — te ves muy bien…— Hasta que hable, hasta que me pregunten y deba decirles donde nos conocimos – espeta.— ¿Y dónde nos conocimos? – indaga para tranquilizarla ya que se ha percatado de que hacerla hablar es buena idea.— ¿En el bar? – responde rodando los ojos por la obviedad.— ¿Y que hicimos? – Lea se detiene en lo alto de la suntuosa escalera para mirarlo como si fuese de otro planeta.— Nos emborrachamos, bailamos y luego nos fuimos a un hotel – susurra muy cerca de su rostro.— ¡Exacto! – él se acerca un poco más mirando sus labios colorados de tanto morderlos — ahora agrega que lo hemos hecho cada semana por lo menos dos meses y aquí estamos – la acerca a él por la cintura y coloca la frente sobre la suya.— ¿Qué haces? – dice ella en voz baja.— Disimulo – explica con esa sola palabra.— ¿Por qué? – intenta zafarse y no puede.— Porque Gretta está justo debajo de nosotros – ella abre la boca y él quiere besarla, pero se cont
El rostro de Doña Mildred se arruga como una pasa al ver que Paula Del Toro ingresa con una preciosa sonrisa en el rostro luego de que haya insultado a su retoño haciéndose dueña y señora de todo lo que pisa como si fuese una gran pieza de arte., piensa la doña orgullosa su muy estilizada figura.— ¡Paula Angelina, que placer! – saluda. La aludida sonríe radiante.— Mildred Josefina – abre los ojos devolviendo el veneno que supone decir el segundo nombre — ¡qué bien te ves! – entonces contraataca aludiendo tácitamente a los “arreglitos y refrescadas corporales” que se ha hecho la mujer para estar así de estilizada.Paula decidió desde muy temprano que pese al grosor de su cuerpo, curvilíneo y voluptuoso, no se haría ninguna operación ya que Harold Del Toro la ha amado siempre rellenita. La sociedad Española en los Estados Unidos refleja la estirpe en el entorno visual, tal como en el siglo dieciocho cuando las mujeres que eran poco agraciadas se quedaban solteronas
Lea observa con fascinación la rebeldía y desfachatez de su ahora acompañante además de los dos platos que lleva en la mano con cualquier cantidad de exquisiteces de las que supone tomó de la mesa delante de las miradas atónitas de los comensales. Sonríe con satisfacción ajena ya que la mujer en cuestión es la más irreverente, pero a la vez elegante y suntuosa de las mujeres que en algún momento había visto.Solo en la tele por cierto…— ¡Gracias! – expresa Lea llena de emociones que hasta ahora sabe que existen.Paula frunce el ceño ante las palabras de Lea, suspira dispuesta a ayudarla en este viaje. Toma asiento a la pequeña mesa redonda de jardín y la mira fijamente a los ojos, con afecto, sin juicios y sobre todo… sin segundas intenciones.— ¿Y gracias por qué Lea? – la mira cómplice al indagar con una preciosa sonrisa.— Pues por salvarme ahí dentro – cierra los ojos al hablar — créeme que no habría podido defenderme de no ser por ti – explica con un rubor vergonzoso tiñendo
Damián y Harold abandonan el comedor cada uno por una razón en particular. Damián porque no desea ser descubierto y peor aún, ser cazado por una loca arpía que se cree su dueña, sabe perfectamente que será retado por su madre razón por la cual necesita salir cuanto antes de la mansión junto a Lea que platica alegremente con Paula.— ¡Vaya, cuanta camaradería! – menciona Damián a su hermano-tío, este sonríe.— Es que mi esposa es adorable – dice Harold con ojos soñadores y Damián pone los de él en blanco — y tu Lea es preciosa ¿podrías decirme de donde las sacas? – inquiere con curiosidad.— No lo sé, ellas solo aparecen ¿qué te puedo decir al respecto? – se encoge de hombros.— Sí bueno, eres tan lindo que la suerte no te deja en ningún momento – le sonríe como un tonto según piensa Damián.No pone los ojos en blanco de nuevo concentrado en Lea que sin maquillaje es muy hermosa. Suspira de manera imperceptible sin reconocer el ardor en el pecho. Como sea necesita deshacerse de la