AUDREYAsí paso el resto de la mañana archivando y organizando todos los documentos para la nueva campaña que se habló en la última reunión.El día no me alcanzará para sacar el trabajo pendiente, al final del día me llevaré algo para continuar en casa, espero no desvelarme tanto.Suena el teléfono de mi escritorio, reaccionó y lo tomo. Tanto trabajo me tenía abrumada.—Oficina presidencial Crawford, Audrey Turner, le atiende —digo automáticamente como un contestador.—¿A qué hora me traerá los documentos que le pedí? —la voz profunda de mi nuevo jefe suena a través de la línea telefónica —¿Señorita?No me había dado cuenta de que me quedé un largo tiempo en silencio, no sé que estaba esperando, pero él estaba esperando una respuesta de mi parte.—Oh, si, si —respondo en tono alto pero torpe.—¿Si? —inquiere, y no sé si me imaginé que una pequeña risa salió de sus labios, sin abandonar su tono serio.—Si, que su ya los tengo listos —trato de controlar mis nervios —En un momento se los
DANIEL—Madre, no me interesa ninguna de esas mujeres —señalo la pantalla de mi computador —Ni ninguna otra a futura con la que me quieras emparejar.—Pero Daniel, debes conseguir una novia y presentársela a tu padre, y no parece que tú te muevas hacerlo. Así que déjamelo a mí, elegiré la correcta para ti.Suspiro hastiado. ¿Cuándo será el día que entienda?—Ya no necesito buscar, y tampoco que tú lo hagas.Tenía que hacer de todo para que no siguiera insistiendo con lo de las citas, buscaría una candidata por mi cuenta sin que mi madre tenga que ser parte de ello.—¿Ya encontraste una? —inquiere con sus cejas levantadas.—Algo así —mentí en parte, pues ya tenía a una en mi mente.—No —negó —Tú no puedes elegirla, lo harás mal.—¿Por qué no? —exclame —No me estás diciendo que busque a una chica y la haga pasar como mi novia, y ahora me dices que yo no puedo elegirla. Madre, no soy tu juguete.—Hijo, no te enojes —se levanta de su asiento y se acerca a mi lado —Solo quiero lo mejor par
AUDREYYa pasaban de las diez y pagué la tele, me puse una camiseta sin mangas y unos pantalones cortos de pijama y me metí bajo las sábanas de mi cama. Segundos después consideré en enviarle un mensaje a Nelly, me estaba carcomiendo la duda en mi cabeza de porque el tal Daniel quería información mía de mi vida privada.De todas maneras, aunque le llamé no contestará ni siquiera un mensaje, siendo viernes por la noche no me sorprende que ande en estos momentos en algún bar nocturno bailando con otros amigos.Sábado por la mañana, por fin. Aprovecharé el día para ir a mi librería favorita y comprar otro libro, la novela última que compre ya la termine y todos los que tengo en mi estante ya están más hojeados y leídos que la biblia.Me preparo un desayuno rápido para salir pronto y cuando estoy lista y a punto de salir por la puerta, me topo con mi amiga.—¡Buenos días! —exclama entrando al apartamento.No, ahora no.Adoro a mi amiga, pero también quiero momento para mi sola, es tanto pe
AUDREY—Nel, no hacía falta que me acompañaras, ya has hecho mucho —asevero resignada.Qué ganaba con reclamarle, al final siempre se salía con la suya, y yo siempre tenía que ir agregada a sus artimañas.—Ya, no te quejes, mejor sonríe para que te vea radiante tu sexy cita —trata de animarme, pero es inútil.—Si tanto te gusta, pues sal tú con él —hago un gesto de mal gusto.—Ya, silencio —me da un ligero golpe en el brazo —Anda, ya entra, debe estarte esperando. En la entrada solamente pregunta por Hill, ellos te llevarán a la mesa —suspiro —Ve —me empuja a la puerta.Ya estoy aquí, no puedo retroceder y volver a casa. Las puertas dobles de cristal se abren y entro en el lujo restaurante.No sé cómo es que consiguió una cita Nelly, con un hombre adinerado, debe serlo porque este sitio es uno de los más prestigiosos de la ciudad y también no es muy fácil reservar una mesa aquí.Camino y me dirijo directo al pequeño mostrador donde está una mujer vestida con un uniforme azul marino, fa
AUDREYMi ritmo cardíaco se aceleró en cuanto sus ojos se encontraba con los míos. No podía adivinar si estaba molesto y ofendido por mi insulto, tampoco es como si hubiera sabido que era él.No sabía que responder a la duda que expresó, me sentía nerviosa como cada vez que lo tengo enfrente de mí. ¿Cómo es que iba a continuar trabajando con él si me ponía de esta forma cuando lo miraba?Por Dios, estoy perdida.Pero en vez de decir algo, hui. Si hui de ahí y dejé plantado a mi jefe en ese pasillo, yo volví con mi cita.Adam seguía sentado en su lugar cuando llegué, de nuevo su atención estaba en su móvil, pero cuando me acerqué y me senté, de inmediato lo guardo en su bolsillo de su saco y volvió a colocar sus ojos en mí.Mi mente estaba en otro lugar, en como reaccionó o que pensó mi jefe cuando salí disparada de allí hace un momento.Que piense lo que quiera, no estamos en la empresa, así que no me pude amonestar o reclamar por mi comportamiento.—¿Estás bien? —inquiero Adam con un
AUDREYLo dice sin reserva, así nomás. Esto tiene que ser una broma, ¿cómo es que yo voy a hacerme pasar por su novia? Es una locura.—¿Qué ha dicho?—Lo que escucho claramente.—No estoy entendiendo.—Ya se lo dije, lo que quiero es que sea mi novia provincial.—Si eso ya lo entendí, lo que no es que… —me callo rápidamente.No sabía cómo procesar todo ese asunto, me había tomado desprevenida e incluso, sino fuera de esa manera.Creo que el que está más loco que una cabra, era él, ¿a quién se le ocurre pedirle algo así a una mujer? Bueno, cualquiera diría que es algo normal, pero en este caso no lo es.Aparte, no siquiera me lo había pedido, me lo estaba ordenando.—Se cuestiona, por qué usted —no se lo cuestiono, lo aseguro como si supiera lo que yo iba a preguntar.—Lo que quería decir es que, yo simplemente soy una empleada de las empresas Crawford —desvío lo anterior y le recuerdo lo muy obvio —No espere a que acepte su… su, no sé cómo podría llamarle a lo que me está pidiendo.—¿P
AUDREYTiemblo al escuchar esa confesión falsa. No sé a dónde íbamos a llegar con esto, pero la verdad no quería ni pensarlo.Hubiera preferido que me echará, a hacer tal locura. No porque sea mi jefe se puede creer con el derecho de obligarme a aceptar su propuesta absurda.La mujer frente a nosotros nos escudriña a más no poder, si la conociera diría que quisiera lanzarse sobre mí para tirar de mis cabellos hasta dejarme calva.—¿Entonces Sarah me mintió? —cuestiono con recelo —¿Por qué lo haría? —comento para sí misma; sin embargo, la alcancé a escuchar.¿La señora Sarah? Creo que se estaba refiriendo a la esposa del señor Anthony. O no, y si ella no acepta tal locura, cuando se entere de que su hijo tiene un dique relación con su secretaria, el edificio entero se caerá cuando entre aquí.Tengo miedo. En qué me metí, o más bien en qué me metió este degenerado.—No es que haya mentido —comento él —Simplemente no estaba al tanto de nuestra relación, todavía no lo hacemos oficial frent
AUDREYLlegó a la empresa y en cuanto doy el primer paso adentro del edificio, todo mundo fija sus ojos en mí mientras murmuran unos con otros.¿De cuándo acá me he vuelto el punto de atención?Sigo caminando y me detengo frente al mostrador de la recepción. Me aclaro la garganta para que Nelly deje de hacer lo que está haciendo y me vea.Levanta la vista y en el instante que se da cuenta de que soy yo, frunce ambas cejas.—¿Cuándo se supone que me ibas a decir? —cuestiona molesta.La miro extrañamente.—¿Decirte qué cosa? —inquiero confundida.—No te hagas conmigo, ya lo sé todo. En realidad, ya lo sabe toda la empresa —hace un gesto día gustada —Solo así me puse enterar yo también, porque mi mejor amiga se lo guardo para ella misma.Seguía sin comprender a qué se refiere. Fue hasta entonces cuando recordé todo lo que pasó el día de ayer, después de que llegó aquella mujer y luego me mandó hablar mi jefe a su oficina. Paso tan rápido todo que no he logrado digerir nada.¿Entonces es p