Eir quedó petrificada al ver al hombre que rechazó años atrás, su corazón inició a latir con fuerza y su estómago se contrajo tan fuerte que las ganas de vomitar fueron infernales. ¿Por qué no le preguntó a su amiga de quién era la empresa? ¿Cómo es que pudo reencontrarse de esa manera con él? ―Yo… ―Vete. ―Dijo sin dejarla hablar. ―No tienes lo que se necesita para este trabajo, así que sal de mi despacho y también de mi edificio. ―Esa mirada fría y furiosa colisionó todo en Eir. ―¿No has escuchado? ―La miró con más dureza. ―Bien, llamaré a seguridad. ―Se colocó el teléfono en la oreja. Eir que aún no había reaccionado, lo miró, lo miró y lo miró hasta que lo vio cortar y entonces dándose una bofetada mental, retrocedió, cerró la puerta y se marchó sin decir una palabra. ¿Por qué su corazón se siente tan extraño? ¿Por qué actuó de esa manera al verlo? ―Pobre. ―La secretaria de piso negó. ―No tardó ni el minuto, el jefe es letal. ―Negó con pena mirándola subir al ascensor. ―Por lo
Eir abrió los ojos más cansada que otra cosa, una semana había estado trabajando para Vidar y se sentía como haberle vendido el alma al mismísimo diablo. Ese hombre es un demonio a toda regla y una semana se siente como si hubiera pasado un año. Las ganas de quedarse en cama para descansar un poco más de lo que Vidar le permite le estaba ganando, pero recordar que gracias a ese trabajo ella no quedará en la calla y de dejarlo no podría pagar toda la deuda que tiene, dio un largo suspiro y tras encontrar esa energía que no tiene se puso en pie. ―Vamos, Eir… gracias a ese trabajo seguirás teniendo donde vivir. ―Se dio ánimos mientras camina con dirección al baño. ―Tendrás para comer, aunque el fastidioso de tu jefe no te dé tiempo ni siquiera para eso. ―Se miró al espejo y es un desastre. ―¿Qué te tiene tan mal? ―Le preguntó al reflejo. ―¿El que sea tan cruel contigo o por estar a su lado después de tanto tiempo y tras lo que pasó? ―No se respondió, pero la respuesta estaba clara, es
Eir se arrepintió de beber mucho en cuanto se puso en pie para ir al baño, absolutamente todo a su alrededor le dio vueltas, ella está tan ebria que mira doble. Corriendo a como pudo, llegó al baño donde devolvió todo lo que se había comido, ella estaba realmente borracha y no sabía como controlarlo. ―Dios. ―Susurró aferrada a las paredes del cubículo en el que está metida. ―Esto está mal. ―Susurró sonriendo por el efecto del alcohol. ―Eres una tonta, Eir… debiste decir que no y que se j0da tu jefe. ―Sin borrar la sonrisa salió del baño para lavarse la boca, al terminar, sujetándose de cualquier cosa, más de la pared, logró salir de los aseos. ―¿Estás bien? ―Eir miró al hombre y al reconocerlo sonrió un poco más. ―Sí… superbién. ―Dijo dejando evidente su borrachera. ―Oh, vaya, creo que no estás tan bien como dices. ―Dijo al sostenerla. ―Una hermosa chica como tú debería estar siempre acompañada, ¿No lo crees? ―El colega de Vidar aprovechó que todo estaba solo y la metió al baño. ―
El día encontró a Eir desnuda, con la sabana blanca tapándole su cuerpo, con el cabello enmarañado y realmente húmeda. Los movimientos se hicieron más seguidos por el irritante pitillo que no sabe de dónde viene exactamente. Eir estiró su mano para apagar la alarma de su móvil, pero no estaba donde ella siempre lo dejaba. Quejándose y aun con los ojos cerrados se dejó guiar por el tono y una vez tanteó el piso abrió los ojos confundida al verlo más allá. ―Aaahhh. ―Se quejó al ponerse en pie, su feminidad duele muchísimo al igual que su bajo vientre y cabeza. ―¿Qué sucedió? ―Se preguntó al ver su vestido en el piso y encontrar su cuerpo desnudo. ―No puede ser. ―Dejó de respirar al ver la mancha de sangre en la cama, ¿Acaso le había llegado el periodo? Rápidamente, corrió y tomó las sábanas que había tirado al piso cuando se puso en pie, al revisarla y no ver más sangre, volvió a mirar la mancha sobre la cama y después con mucho miedo miró sus piernas, pero no había rastro de sangre,
Los días estaban siendo fantásticos para Vidar, ver el sufrimiento de quien lo rechazó es justicia divina para él, pues la está haciendo sufrir con sus manos y él es un Dios. Su buen humor lo ha llevado a acostarse con las mejores de las mujeres y es Eir quien se encarga de concertar cada cita, recibe cada llamada de las amantes y quien debe salir sin importar que tenga demasiado trabajo para comprarles de los mejores obsequios a las mujeres. Vidar miró a su mejor amigo, él como el desinteresado que es y el cotilla, no deja de visitar la empresa para poder ver a Eir, después de todo eran buenos amigos cuando ella decidió romperle el alma y marcharse sin mirar atrás. ―Te dije que tenías que pasar por mí después de las trece horas. ―Apolo poco caso le hizo, de no llegar a tiempo seguramente debía esperar para salir. ―Tú disfruta que he venido a visitarte, no seas un patán. ―Vidar gruñó, su amigo está siendo un dolor de cabeza. ―Es cierto, pobre Eir, ¿Cómo es que eres tan malo con el
Para el colmo, ella dejó su trabajo de lado para ir a comprarle el obsequio y ahora está atrasada, muerta de hambre, con sueño y un cansancio que lo único que crea en ella es una fatiga que la está matando. ¿Cómo podrá ella terminar ese papeleo tan extenso? ¿A qué hora podrá entregarlo? No supo ninguna de las respuestas. ―Eir. ―Lukas, uno de los secretarios de piso le sonrió al verla salir de la oficina de Vidar. ―Como sé que hoy sales tarde y no fuiste a almorzar… ―Le mostró el paquete en mano. ―Te he traído algo para que comas mientras estés aquí. ―Se acercó a ella. ―Debes cuidarte, linda. ―Eir realmente agradecida con él, lo abrazó con fuerza sin ser consciente de que un par de ojos celestes la estaban mirando con rabia. ―Eres un ángel, Lukas… de verdad muchísimas gracias por esto. ―Tomó la comida en mano. ―Te invitaré a cenar un día, debes aceptarlo o me sentiré muy culpable. ―El pelinegro agrandó la sonrisa. ―Muero porque llegue ese día. ―Le dio un delicado beso en la mejilla.
Entre la mente y el corazón de Vidar empezó una batalla, él había estado ignorando esa pregunta, pues siempre desconfió de ella y aunque se convenció a sí mismo que la aceptó porque deseaba vengarse y burlarse de ella, todavía no termina de comprender por qué la dejó volver a su vida. Él sabía que ella no era la misma chica ingenua de antes, ella no es quien conoció desde niño porque la chica que conoció desde pequeño jamás le habría roto el corazón sin escuchar palabra, así que no puede responder a su cuestionamiento, pero tampoco puede confesarle que todavía la ama. Tras ese último pensamiento que se creó sin permiso, sonrió como el más cruel y despiadado de los seres viviente y mirándola a los ojos con una frialdad que congeló hasta el enloquecido corazón de Eir, soltó eso que sabía la destruiría un poco más. ―Porque me gusta ver el teatro de guiñol y tú para mí, solo eres una marioneta. ―Ella no significa nada para él y así seguirá siempre hasta que él se canse de verla sufrir.
―Por favor… ―Susurró mirándolo. ―No tengo demasiado dinero, yo… ¡No, por favor! ―Chilló al sentir el metal frío deslizándose por su cuello y el pánico la cubrió al sentirse húmeda. ―No me interesa, ¡Quiero el put0 bolso! ―Impaciente tiró de él, pero aquel empujó lo desequilibró. ―¿Qué coñ0 te pasa? ―Vidar con ojos rojos por la furia y el estómago revuelto por el olor a la sangre de Eir, tomó al hombre por el cuello y con el mismo puñal le hizo un corte en la cara. ―¿Te crees tan valiente robándole a mujeres inofensivas y estúpid4s por caminar solas a estas horas? ―El hombre lo miró con ojos grandes, ese tipo lo ha dominado con facilidad a pesar de que es alto y pesado. ―Amigo, esto no te incumbe. ―Intentó soltarse. ―Déjame ir, por favor. ―Los sollozos de Eir desataron la furia en Vidar, él no se controló y tirando al hombre en el piso lo pateó como si fuera una basura hasta dejarlo casi sin respirar. ―Sube al auto. ―No fue amable. ―¡Que subas, ya! ―Eir tembló por su tono de voz y o