Dulce Venganza

El día encontró a Eir desnuda, con la sabana blanca tapándole su cuerpo, con el cabello enmarañado y realmente húmeda. Los movimientos se hicieron más seguidos por el irritante pitillo que no sabe de dónde viene exactamente.

Eir estiró su mano para apagar la alarma de su móvil, pero no estaba donde ella siempre lo dejaba. Quejándose y aun con los ojos cerrados se dejó guiar por el tono y una vez tanteó el piso abrió los ojos confundida al verlo más allá.

―Aaahhh. ―Se quejó al ponerse en pie, su feminidad duele muchísimo al igual que su bajo vientre y cabeza. ―¿Qué sucedió? ―Se preguntó al ver su vestido en el piso y encontrar su cuerpo desnudo. ―No puede ser. ―Dejó de respirar al ver la mancha de sangre en la cama, ¿Acaso le había llegado el periodo?

Rápidamente, corrió y tomó las sábanas que había tirado al piso cuando se puso en pie, al revisarla y no ver más sangre, volvió a mirar la mancha sobre la cama y después con mucho miedo miró sus piernas, pero no había rastro de sangre, ella estaba húmeda por otra cosa.

Llena de pánico se metió al baño quejándose cada vez que da un paso, ella no recuerda nada de lo que pasó después de la cena, solo sabe que bebió alcohol como nunca antes. Al verse el cuerpo cubierto de marcas jadeó llevándose las manos a la boca, ella está con chupetes por allá donde se mira y su cuerpo duele horrores.

―¿En serio me despiertas a esta hora después de un turno amaneciendo? ―Jessi se quejó. ―Esposa, realmente te pediré el divorcio. ―Eir quien estaba con una mano en su frente, sollozó. ―Hey, ¿Qué pasa? ―Jessi se sentó en la cama en el acto.

―Creo que he cometido una tontería. ―Dijo con voz lastimera.

―¿Qué ha pasado? ―Jessi frunció el ceño.

―Ayer mi jefe me llevó a una cena de negocios. ―Empezó a contarle. ―Sus colegas fueron muy amables conmigo, pero me ofrecían demasiado alcohol y yo lo acepté todo…

―Pero tú no bebés nunca. ―Se asombró Jessi.

―¡Y debí seguir así! ―Chilló dejándose llevar por la preocupación. ―Jessi, he despertado desnuda y con todo doliéndome, no sé qué pasó. ―Jessi cerró los ojos con fuerza.

―¿Y ese condenado que tienes por jefe no pudo cuidarte? ―Se enojó. ―Ese desgraciad0 merece que lo castren.

―Jessi, no es responsabilidad de él cuidarme. ―Sollozó. ―Estoy muy preocupada… sabes que era virgen y… ―No pudo decir más, ella no recordará su primera vez y como si fuera poco no sabrá quién fue el hombre que la sedujo para llevársela a la cama.

―Lo primero es, ¿Has visto algún preservativo por ahí? ―Al escuchar ese silencio Jessi maldij0 levemente. ―Bien, como supongo que debes estar metida en el baño de tu oficina ahora mismo, ¿Qué dices de vernos en la noche? Llevaré un Plan B para evitar un embarazo.

―¡El trabajo! ―Toda la preocupación por la noche se le fue del cuerpo a Eir. ―¡Tengo que irme! Nos vemos en la noche. ―Cerró la llamada sin despedirse de su amiga y vistiéndose lo más rápido posible, se alistó para salir a las carreras.

Le Duele hasta el alma, la resaca es brutal, pero ella debe llegar cuanto antes a su trabajo, no puede darle un motivo más a Vidar de hacerle la vida imposible, ella ya no está soportando tanto trabajo y de enojarlo seguramente se rendirá.

Vidar alzó la mirada en cuanto sintió su olor impregnado en la mujer que acaba de irrumpir. Eir colocó el café sobre el escritorio obviando que ya había otro recipiente igual mucho más cerca de él. Ambos se miraron en silencio, pero todo fue incómodo solo para Eir.

―¿Quieres una foto? ―Preguntó Vidar con voz gruesa y gesto serio, Eir pensó en disculparse por llegar tarde y retirarse, pero ella estaba en la cena con él y quizás pueda ayudarla a dar con quien le quitó su pureza.

―Señor… ―Vidar alzó las cejas. ―Yo… eh… ―Pasó saliva y alzando la cabeza lo miró a los ojos. ―¿Usted sabe que pasó ayer después de la cena? ―Estaba avergonzada, Vidar pudo saberlo por su olor y el rojo vivo en todo su rostro.

Silencio, solo eso había en el lugar, Vidar disfrutó verla tan preocupada y confundida, él vio la oportunidad perfecta para verla sufrir por lo menos un poco, ella casi lo mató cuando lo rechazó, es justo que sufra con la agonía por lo que no recuerda.

―Justo quería preguntarte eso. ―Eir lo miró sorprendida. ―Durante la cena bebiste como una cualquiera y después de ahí te desapareciste sin más. ―La miró a los ojos con malicia. ―Ni siquiera te despediste, supongo que estabas desesperada por hacer algo. ―Se puso en pie al ver sus ojos cristalizados. ―Si vuelves a llegar tarde, te voy a despedir sin derecho a sueldo, ¿Lo has comprendido? ―Eir vibró por completo, él está siendo realmente frío. ―Y espero que sus problemas personales no los esté trayendo a mi empresa. ―La miró unos segundos para deleitarse de su sufrimiento y cuando su lobo se removió le dio la espalda, esas lágrimas han provocado esa reacción en su lobo.

Eir miró la espalda ancha del hombre por unos segundos, él ya no es el hombre que conoció desde niña, él no es ese caballero que estaba dispuesto a salvarla siempre y a protegerla con su vida, él ya no es el mismo y ella es la culpable de eso.

Acongojada por el comportamiento de Vidar y preocupada por no saber a quién le dio su primera vez, salió del lugar y se metió a su oficina a llorar. ¿Con quién había hecho el amor ella? ¿Acaso tener su loba sellada también garantizaba que no se embarazaba tan rápido? ¿Estaría todavía a tiempo de tomarse la píldora en la noche? El caos que se creó en su cabeza fue demasiado para ella, lloró muchísimo y su rostro pálido la evidenciaba, pues tenía los ojos y la nariz roja.

―Aquí tiene los documentos que necesita para la junta. ―Vidar la miró a la cara, ella evita darle frente, pero es por el gusto, puede ver sus ojos hinchados y rojos. ―¿Hay algo más que desee antes de ponerme a cancelar las citas que le agendé? ―No lo miró y para Vidar eso fue vida. Él no solo la obligó a humillarse al llamar a todos con los que agendó cita, sino que ahora la tiene en ese estado.

―Debes acompañarme a la junta. ―Eir lo miró en el acto, ¿Cómo puede pedirle eso si está viendo su estado?

―Vidar…

―Señor. ―La corrigió. ―Tú y yo somos dos completos desconocidos, yo soy la piedra y tú el huevo, yo soy un alfa, tú una humana, soy tu jefe, tú mi esclava. ―La barbilla de Eir tembló por las ganas de llorar. ―Irás a la junta y después me acompañarás a visitar cada piso, tengo que ver como van las cosas.

―Pero mi cara. ―Quiso hacerle comprender. ―Estoy…

―No me interesa. ―La volvió a cortar. ―Tus problemas personales son insignificantes para mí y no pretendo hacerla de amigos y cubrirte, así que ve a organizar todo, te veo en diez minutos. ―Eir lo miró un poco más, pero él la ignoró por completo así que no tuvo más opción que volver a su oficina y tratar de maquillarse un poco, ella 0dia maquillarse.

La mayor humillación que había recibido en su vida después de ser desterrada por su padre, Eir vivió una de las peores experiencias a manos de Vidar. Él se ocupó de que todos notaran que la estaba pasando mal, la puso en una posición en la que fue el centro de todas las burlas y las miradas indiscretas y eso fue demasiado para ella.

Por primera vez prefirió estar trabajando hasta el cansancio extremo a estar por ahí sin hacer nada y ser consiente de como todos se cuchicheaban cosas mirándola. La hora del trabajo terminó como siempre, con ella siendo una de las últimas en salir, con mucho más trabajo para el lunes y sin tantitas ganas de vivir.

―¡Esposa! ―Jessi empezó a tocar el claxon del auto. ―Vamos, ¡Hoy es viernes y quiero pasarla contigo! ―Eir sonrió, esa es la única que le quita todos los males, Jessi no indaga en su vida, ella simplemente la quiere sin importar nada.

―Esposa. ―Besó su mejilla. ―Estoy al borde de un colapso mental. ―Jessi la abrazó con fuerza. ―Solo quiero llegar a casa y olvidarme del mundo.

―Tranquila, todo estará bien. ―Le guiñó y se puso en marcha.

Vidar miró el carro salir despavorido y simplemente negó, ahora debe ir con su mejor amigo, está de muy buen humor y eso debe celebrarlo, hacía ya un tiempo no se sentía tan feliz.

Eir le contó todo a su amiga y Jessi se encargó de m4ldecir y poner a caer de un burro a Vidar y a todos sus descendientes. Para ella no era justo que su dulce amiga pasara por todas esas cosas.

―Solo espero que funcione. ―Susurró sin muchas esperanzas tomando la píldora en manos.

―¿Por qué no lo haría? ―Jessi alzó las cejas. ―Se puede tomar después que no haya pasado las cuarenta y ocho horas. ―Agrandó la sonrisa. ―Si te embarazas serías la mujer más fértil del mundo. ―“O una loba”. Respondió Eir en su cabeza.

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