Aquellas palabras impactaron a Max más que cualquier catástrofe natural, pero eran todo lo contrario a una, eran esperanza, realidad… más paz a su alma.
La mira sin poder creer que aquellas dos palabras al fin salieran de su boca, la misma que ahora tiembla y se le hace deliciosamente provocativa.
—¿Qué dijis…?
—Eso… que te amo. Te amo desde hace mucho, pero no quería aceptarlo, tenía miedo de darte más poder sobre mí, que me hicieras tanto daño como aquel idiota del pasado… pero tú no eres así —las manos de Giselle le acarician el rostro y una de ellas baja hasta su pecho duro, a la altura del corazón loco de Max—. Hoy al fin entendí que tú jamás me harías daño. Pero yo sí te lo hice, ¿verdad?
—Solo un poquito —le dice Max, casi juntando sus dedos—
Siente un dolor allí por la falta de atención y lo quiere completo dentro de ella.Max presiona solo un poco y está a punto de irse, pero hace el esfuerzo de aguantarse. Ha esperado estoicamente a que ella dijera que sí, como para arruinarlo todo ahora.Levanta una de las piernas de Giselle, para tenerla lo suficientemente abierta y entrar con mayor facilidad… ¡Pero la condenada ni siquiera eso le pone fácil!Está estrecha, demasiado y es como si tratara de meter algo en el lugar incorrecto, pero insiste, porque los dos lo necesitan de una manera desesperada y urgente. Giselle arruga el ceño, se aferra a los brazos de Max, enterrándole las uñas en la piel, lo que en lugar de provocarle dolor, de la más placer.Su chica lo está sintiendo y eso solo puede ser una cosa, le está gustando al tiempo que le duele.—¿Estás bien? —ella
Ya a la luz de sol, Giselle está sentada en la cama, poniéndose una botas bajas y muy adolorida. Una parte de su mente está en la noche que tuvo con Max, preguntándose de dónde salió eso de que no se iba a romper, cuando era obvio que sí. Aquel dolor lo confirma.La otra parte está en la casa que la vio crecer, allí donde dejó cientos de recuerdos y ahora, el sismo que le abrió los ojos, puede que haya destruido una buena parte de esos recuerdos.—¿Estás bien, bonita? —la voz grave y preocupada de Max la hace levantar la mirada, arrepintiéndose en el acto de hacerlo, porque se ve condenadamente sexi… tal como cuando se coloca jeans.—Adolorida y preocupada, solo eso —le dedica una sonrisa y él se acerca para darle un beso en la frente, lo que Giselle aprovecha para abrazarse a su cintura.—No vuelvo a hacerte caso c
Padre e hija siguen en esa complicidad que hace mucho no sentían.—Lilly no es la única que te necesita el día de su boda —le dice Giselle en un susurro—. Yo también voy a necesitar que espantes al Patán ese día, frente a todos los invitados.—Lo haré, por mi niña mayor lo haré —le besa una mano y le pide llorando—, perdóname, hija por favor… perdóname.—Sí, papi… tranquilo… yo te perdono todo, menos que me dejes caminar sola al altar.Las chicas se quedan unos minutos más allí, mientras que los hermanos salen para darles privacidad y buscar a la enfermera.—Ya oíste a tu chica —le dice Kevin a Max mientras bajan la escalera—. Quiere que su padre te amenace el día de tu boda, frente a los invitados.—Esa mujer es una bruja —le dice riendo.<
Tras visitar el hogar de la señora Peck y comprobar que todos estaban bien, ahora van de camino a un lugar misterioso, al menos eso es lo que piensa Giselle, porque Max no se dignó a decirle a dónde irán.De pronto, Max se detiene y se baja sin decir nada, Giselle lo sigue con la mirada y ve que entra a una farmacia.—Ay no… si lo hará.Unos minutos después, Max llega con una bolsa de papel bastante considerable y ella se ríe. Max saca una cajita y una botella de agua de la bolsa, para luego entregarle ambas cosas.—Te dije que era tu decisión, ya sabes que sea lo que sea, yo te apoyo y aceptaré lo que nos depare la vida.—¿Y si no quiero tomarla?—Me harías el hombre más feliz, si en un par de semanas sale esa prueba positiva —le dice sonriendo—.—¿Y si la tomo?—Seguiremos practican
En cuanto lo hace, esta vez con menos lentitud, siente que está apretada, pero no se detiene. Giselle siente que todo él la llena, pero hay algo que no le gusta.—Max… para —él se detiene y sale de inmediato.—¿Te duele aún? —le pregunta preocupado.—No es eso… pero lo siento extraño.—Por supuesto, nena, es por el preservativo, si quieres puedo cambiarlo por otra textura.—Está bien.Pero luego de probar cuatro texturas más, Giselle no se siente a gusto.—Deja de perder tiempo —lo regaña ella cuando lo ve buscar otra caja—. Ven aquí y hazme esos bebés, pero yo no vuelvo a dejarte entrar con una de esas cosas.—Pero bonita…Lo que sea que quisiera decir, Giselle lo detiene con un beso y tirando de él para que la cubra con su cuerpo. Retoman aquella pasi
Los días fueron pasando y los dos estaban irreconocibles.Cuando Giselle llegaba a la empresa, todos se la quedaban viendo disimuladamente, porque ahora era más dura que antes, pero también era cierto que sonreía más. En cambio Max, se había relajado un poco, seguía pendiente de todos los proyectos, pero todos sabían que a las cuatro de la tarde se iba.Los tiempos de quedarse hasta la hora que fuera necesario había quedado atrás, ese hombre salía del edificio con la mejor de las sonrisas y se iba a buscar a su novia.Ya los paparazis les habían sacado varias fotos juntos, en todas se reflejaba lo enamorado que estaban y considerando que a Max no se le veía en ninguna otra parte, era obvio el cambio radical que había tenido por aquella chica.—Creo que tú y yo no deberíamos vivir juntos —le dice Giselle mientras se lleva un alfajor d
Max sale dando un portazo de la habitación y se va directo al gimnasio a liberar tensión. Aún lleva el traje que se puso para ir a la oficina hoy, hasta Ferny se mete a su cuarto cuando lo ve pasar tan furioso.Muy pocas cosas pueden molestar a Max, una de ellas es que Giselle sea tan terca como para no querer cancelar la gira de la bendita canción esa.Se quita la camisa, los zapatos, los calcetines, se coloca la venda en las manos y comienza a darle al saco como si tuviera a ese acechador en frente.Ha pasado una semana desde que le dañaran el auto a Giselle, sin resultados de nada, porque quien lo hizo, se cuidó de no dejar ni un rastro de ADN. El guardia del estacionamiento, luego de despertar, solo dijo que sintió un sueño que no pudo evitar luego de beber el café, a la misma hora de siempre.Quien estaba detrás de esto, se había tomado la molestia de saber dónde cort
Los días se pasaron tan rápido como terminaban el concierto, se subían a un avión y partían a la siguiente ciudad. Luego de Chicago, pasaron por Pittsburg, Nueva York, Nashville y Houston.En el aeropuerto George Bush Intercontinental Airport, Rob se despide de Giselle y le agradece por acompañarlo.—Yo soy quien debe agradecerte —le dice Giselle sonriendo—, me ayudaste a cumplir el sueño de una niña sin dientes, de trenzas y que soñaba que su cama era el escenario.—Supongo que todos empezamos así, yo sentaba a mi G.I. Joe y mi Max Steel en una de las sillas, eran mis más fervientes fanáticos.—En mi caso eran Polly Pocket y Barbie —los dos se ríen y Rob la acompaña a la escalera.—Espero que un día, cuando decidas que ya tienes suficiente de las relaciones púb