Tras visitar el hogar de la señora Peck y comprobar que todos estaban bien, ahora van de camino a un lugar misterioso, al menos eso es lo que piensa Giselle, porque Max no se dignó a decirle a dónde irán.
De pronto, Max se detiene y se baja sin decir nada, Giselle lo sigue con la mirada y ve que entra a una farmacia.
—Ay no… si lo hará.
Unos minutos después, Max llega con una bolsa de papel bastante considerable y ella se ríe. Max saca una cajita y una botella de agua de la bolsa, para luego entregarle ambas cosas.
—Te dije que era tu decisión, ya sabes que sea lo que sea, yo te apoyo y aceptaré lo que nos depare la vida.
—¿Y si no quiero tomarla?
—Me harías el hombre más feliz, si en un par de semanas sale esa prueba positiva —le dice sonriendo—.
—¿Y si la tomo?
—Seguiremos practican
En cuanto lo hace, esta vez con menos lentitud, siente que está apretada, pero no se detiene. Giselle siente que todo él la llena, pero hay algo que no le gusta.—Max… para —él se detiene y sale de inmediato.—¿Te duele aún? —le pregunta preocupado.—No es eso… pero lo siento extraño.—Por supuesto, nena, es por el preservativo, si quieres puedo cambiarlo por otra textura.—Está bien.Pero luego de probar cuatro texturas más, Giselle no se siente a gusto.—Deja de perder tiempo —lo regaña ella cuando lo ve buscar otra caja—. Ven aquí y hazme esos bebés, pero yo no vuelvo a dejarte entrar con una de esas cosas.—Pero bonita…Lo que sea que quisiera decir, Giselle lo detiene con un beso y tirando de él para que la cubra con su cuerpo. Retoman aquella pasi
Los días fueron pasando y los dos estaban irreconocibles.Cuando Giselle llegaba a la empresa, todos se la quedaban viendo disimuladamente, porque ahora era más dura que antes, pero también era cierto que sonreía más. En cambio Max, se había relajado un poco, seguía pendiente de todos los proyectos, pero todos sabían que a las cuatro de la tarde se iba.Los tiempos de quedarse hasta la hora que fuera necesario había quedado atrás, ese hombre salía del edificio con la mejor de las sonrisas y se iba a buscar a su novia.Ya los paparazis les habían sacado varias fotos juntos, en todas se reflejaba lo enamorado que estaban y considerando que a Max no se le veía en ninguna otra parte, era obvio el cambio radical que había tenido por aquella chica.—Creo que tú y yo no deberíamos vivir juntos —le dice Giselle mientras se lleva un alfajor d
Max sale dando un portazo de la habitación y se va directo al gimnasio a liberar tensión. Aún lleva el traje que se puso para ir a la oficina hoy, hasta Ferny se mete a su cuarto cuando lo ve pasar tan furioso.Muy pocas cosas pueden molestar a Max, una de ellas es que Giselle sea tan terca como para no querer cancelar la gira de la bendita canción esa.Se quita la camisa, los zapatos, los calcetines, se coloca la venda en las manos y comienza a darle al saco como si tuviera a ese acechador en frente.Ha pasado una semana desde que le dañaran el auto a Giselle, sin resultados de nada, porque quien lo hizo, se cuidó de no dejar ni un rastro de ADN. El guardia del estacionamiento, luego de despertar, solo dijo que sintió un sueño que no pudo evitar luego de beber el café, a la misma hora de siempre.Quien estaba detrás de esto, se había tomado la molestia de saber dónde cort
Los días se pasaron tan rápido como terminaban el concierto, se subían a un avión y partían a la siguiente ciudad. Luego de Chicago, pasaron por Pittsburg, Nueva York, Nashville y Houston.En el aeropuerto George Bush Intercontinental Airport, Rob se despide de Giselle y le agradece por acompañarlo.—Yo soy quien debe agradecerte —le dice Giselle sonriendo—, me ayudaste a cumplir el sueño de una niña sin dientes, de trenzas y que soñaba que su cama era el escenario.—Supongo que todos empezamos así, yo sentaba a mi G.I. Joe y mi Max Steel en una de las sillas, eran mis más fervientes fanáticos.—En mi caso eran Polly Pocket y Barbie —los dos se ríen y Rob la acompaña a la escalera.—Espero que un día, cuando decidas que ya tienes suficiente de las relaciones púb
Giselle siente la rabia surgir poco a poco, hasta que se le sale como mejor puede.—¿Sabes qué? Creo que no es necesario que vayamos al hospital —dice con la voz seca y Max se sorprende de su actitud.—¿Por qué? ¿Qué pasa?—¿Qué pasa? —dice ella dejando que las lágrimas salgan sin control y que la rabia que siente fluya sin más—. ¡Pasa que me estás mintiendo!—¡Claro que no!—Ah no —sisea, poniéndose de pie, medio vestida—. ¡Ah no! Entonces, ¿qué significan estos aros en mi lado de la cama?Se los tira, impactando en el pecho de Max, pero él no entiende nada… ¿cómo se supone que llegaron esos aros allí?—¿No son tuyos? Porque aquí no ha venido nadie.—¡Mentira! —dice ella mientras te
Luego de que Max se vaya, la vida se le presenta fría y vacía.Podía ser que él tuviera razón, que no estaba consciente al estar con aquella mujer, pero en medio de su inconsciencia, lo había hecho… la había llevado a la casa que compartía con ella, a la cama en donde los dos acababan de hacer el amor.Camina con los pies pesándole como nunca y mira todo lo que es de ella. Busca la otra maleta con la que llegó en el fonde del vestier, sin poder evitar cerrar los ojos al sentir el aroma de su hombre en sus prendas.Allí mismo comienza a meter la ropa, lo más rápido posible, para irse de aquel lugar.Cuando termina, va por sus cosas al baño y no puede dejar de pensar en las veces que allí fue suya, no solo al hacer el amor, sino en todas las veces que la trató como una reina.Al salir de nuevo a la habitación, ve aquella cama
Le senador se acerca con expresión grave, mientras que Max no se despega de su mundo.—Max.—Evan —se gira y le señala la silla—. Dime, ¿alguna noticia de esa mujer?—No está escondida por lo que te hizo, de hecho esto a ella le convenía totalmente. En Sparks Public Relations están de cabeza, tratando de lidiar con el desastre, porque no saben por dónde atacar, por un lado está su jefa y por el otro la clienta, defender a una, es enlodar a la otra.—Pero no viniste por eso.—No… Megan tiene un serio problema de adicción a la cocaína. Se metió con un capo de la mafia, que tenía su pasado en Nueva York y hace dos días acaban de fulminarlo a él y su gente. Megan escapó porque tiene miedo que la vinculen con ellos.—Así que, además de loca y psicópata, mafiosa.
Como toda mujer que sabe lo que no quiere y que no sabe lo que quiere, Giselle se mira al espejo, se sonríe como si fuera la personificación de Maléfica y sale a su habitación taconeando con decisión, contoneando las caderas como si fuera una top model y rogando que no le dé por llorar cuando lo vea.Se lo imagina ojeroso, demacrado por el rompimiento, también se imagina que en cuanto la vea con aquel vestido rojo ceñido al cuerpo, le saltará encima y le pedirá que regresen, por supuesto ella dirá que sí, luego de pedirle perdón por no confiar en él.Cuando sale de su habitación, Lilly se queda boquiabierta y se cuelga de su brazo, desestabilizando a Giselle.—Oye, no me rompas el estilo —dice mientras se alisa el vestido—, mira que hoy veré al patán.—¡¿Tienen una cita?! —chilla emocion