Max sale dando un portazo de la habitación y se va directo al gimnasio a liberar tensión. Aún lleva el traje que se puso para ir a la oficina hoy, hasta Ferny se mete a su cuarto cuando lo ve pasar tan furioso.
Muy pocas cosas pueden molestar a Max, una de ellas es que Giselle sea tan terca como para no querer cancelar la gira de la bendita canción esa.
Se quita la camisa, los zapatos, los calcetines, se coloca la venda en las manos y comienza a darle al saco como si tuviera a ese acechador en frente.
Ha pasado una semana desde que le dañaran el auto a Giselle, sin resultados de nada, porque quien lo hizo, se cuidó de no dejar ni un rastro de ADN. El guardia del estacionamiento, luego de despertar, solo dijo que sintió un sueño que no pudo evitar luego de beber el café, a la misma hora de siempre.
Quien estaba detrás de esto, se había tomado la molestia de saber dónde cort
Los días se pasaron tan rápido como terminaban el concierto, se subían a un avión y partían a la siguiente ciudad. Luego de Chicago, pasaron por Pittsburg, Nueva York, Nashville y Houston.En el aeropuerto George Bush Intercontinental Airport, Rob se despide de Giselle y le agradece por acompañarlo.—Yo soy quien debe agradecerte —le dice Giselle sonriendo—, me ayudaste a cumplir el sueño de una niña sin dientes, de trenzas y que soñaba que su cama era el escenario.—Supongo que todos empezamos así, yo sentaba a mi G.I. Joe y mi Max Steel en una de las sillas, eran mis más fervientes fanáticos.—En mi caso eran Polly Pocket y Barbie —los dos se ríen y Rob la acompaña a la escalera.—Espero que un día, cuando decidas que ya tienes suficiente de las relaciones púb
Giselle siente la rabia surgir poco a poco, hasta que se le sale como mejor puede.—¿Sabes qué? Creo que no es necesario que vayamos al hospital —dice con la voz seca y Max se sorprende de su actitud.—¿Por qué? ¿Qué pasa?—¿Qué pasa? —dice ella dejando que las lágrimas salgan sin control y que la rabia que siente fluya sin más—. ¡Pasa que me estás mintiendo!—¡Claro que no!—Ah no —sisea, poniéndose de pie, medio vestida—. ¡Ah no! Entonces, ¿qué significan estos aros en mi lado de la cama?Se los tira, impactando en el pecho de Max, pero él no entiende nada… ¿cómo se supone que llegaron esos aros allí?—¿No son tuyos? Porque aquí no ha venido nadie.—¡Mentira! —dice ella mientras te
Luego de que Max se vaya, la vida se le presenta fría y vacía.Podía ser que él tuviera razón, que no estaba consciente al estar con aquella mujer, pero en medio de su inconsciencia, lo había hecho… la había llevado a la casa que compartía con ella, a la cama en donde los dos acababan de hacer el amor.Camina con los pies pesándole como nunca y mira todo lo que es de ella. Busca la otra maleta con la que llegó en el fonde del vestier, sin poder evitar cerrar los ojos al sentir el aroma de su hombre en sus prendas.Allí mismo comienza a meter la ropa, lo más rápido posible, para irse de aquel lugar.Cuando termina, va por sus cosas al baño y no puede dejar de pensar en las veces que allí fue suya, no solo al hacer el amor, sino en todas las veces que la trató como una reina.Al salir de nuevo a la habitación, ve aquella cama
Le senador se acerca con expresión grave, mientras que Max no se despega de su mundo.—Max.—Evan —se gira y le señala la silla—. Dime, ¿alguna noticia de esa mujer?—No está escondida por lo que te hizo, de hecho esto a ella le convenía totalmente. En Sparks Public Relations están de cabeza, tratando de lidiar con el desastre, porque no saben por dónde atacar, por un lado está su jefa y por el otro la clienta, defender a una, es enlodar a la otra.—Pero no viniste por eso.—No… Megan tiene un serio problema de adicción a la cocaína. Se metió con un capo de la mafia, que tenía su pasado en Nueva York y hace dos días acaban de fulminarlo a él y su gente. Megan escapó porque tiene miedo que la vinculen con ellos.—Así que, además de loca y psicópata, mafiosa.
Como toda mujer que sabe lo que no quiere y que no sabe lo que quiere, Giselle se mira al espejo, se sonríe como si fuera la personificación de Maléfica y sale a su habitación taconeando con decisión, contoneando las caderas como si fuera una top model y rogando que no le dé por llorar cuando lo vea.Se lo imagina ojeroso, demacrado por el rompimiento, también se imagina que en cuanto la vea con aquel vestido rojo ceñido al cuerpo, le saltará encima y le pedirá que regresen, por supuesto ella dirá que sí, luego de pedirle perdón por no confiar en él.Cuando sale de su habitación, Lilly se queda boquiabierta y se cuelga de su brazo, desestabilizando a Giselle.—Oye, no me rompas el estilo —dice mientras se alisa el vestido—, mira que hoy veré al patán.—¡¿Tienen una cita?! —chilla emocion
La voz de Max la trae a la tierra abruptamente, con esa distancia que ha mantenido desde que llegó a la oficina.—Aquí está todo… lo mismo que tiene la policía, lo tienes tú, solo que no podemos divulgar esta información —se incorpora y regresa al sofá en donde estaba sentado—. Eres una chica lista, sabrás qué hacer con ella.—¿Tienes todo?—Sí, análisis de sangre —le dice con molestia—. Cámaras de tránsito de esta calle, del departamento, las cámaras de seguridad del edificio, el reconocimiento facial fuera del departamento y el cómplice que ayudó a Megan.—¿Co—cómplice?—Sí, Bryan, el encargado de pasear a Ferny, por eso mi fiel compañero no los atacó.Giselle siente que todo le da vueltas, esto es demasiado, esa mujer est
Unos cuantos días más pasaron y allí estaba Giselle, con el mentón apoyado en la mano, que estaba apoyada en el escritorio, observando como su mano libre hacia girar un lápiz sobre una hoja.Estaba aburrida, tapada de trabajo, pero aburrida al fin, porque además del trabajo, no había nada más en su vida.Tomy entra a la oficina, con más trabajo entre las manos y se regresa por donde vino, casi desvaneciéndose.—Ya entraste, deja todo… por ahí.—Tienes la cita con Hunter y Gloria Vanderguelt, en treinta minutos.—No quiero ir.—Pues tienes que ir, hay un contrato que debes cumplir. Tú misma dejaste a esa mujer en la lista de personas a las que Max no puede ver solo, así que mejor vas.—¿Acaso crees que esa mujer quiera algo más con él?—Nunca se sabe, nena.Ella hace un
En contra de su voluntad, porque lo consideraba una verdadera pérdida de tiempo, Giselle era arrastrada por su hermana por el centro médico, para hacerse los exámenes que el doctor había encargado se practicara.—No veo por qué tengo que hacerme estas cosas, si ya me siento mejor —toma asiento en una banca y se cruza de brazos.—Mentira —le reprocha Lilly, que se sienta a su lado—, Tomy me dijo que en la oficina te la pasas con sueño.—Eso es porque es aburrido ir a trabajar.—¿Sí te oyes? ¡Nunca antes dijiste que trabajar fuera aburrido!Lilly la mira como si tuviera dos cabezas y Giselle le saca la lengua. Se quedan en silencio unos minutos, hasta que una enfermera sale de una salita para llamar a Giselle, Lilly le pide entrar con ella, por si se siente mal al momento de sacarle la muestra de sangre.Al final, las dos entran y la enferme