Cuando al fin Ferny dejó de aullar, Max ya está listo para partirle la cara a Evan, pero tanto Giselle como Lucy se paran en medio.
Sin embargo, Evan mueve a su novia a un lado con delicadeza y niega con una sonrisa, ella asiente tranquila, porque a final de cuentas, él pidió esa reunión para enfrentar la verdad.
Camina hacia los hombres y se para a una distancia en la que Max perfectamente puede darle un gancho y no podría evitarlo, o al menos eso es lo que él cree, por eso tiene las manos empuñadas.
—Kevin, Max… —comienza a hablar Evan, pero es interrumpido de inmediato—.
—No digas una maldita palabra —sisea Max—. ¿Cómo pudiste meterte por los ojos de mi madre?
—En realidad —dice Lucy acercándose a ellos y tomando la mano de Evan—. Fui yo quien se le metió por los ojos.
—¡Mamá!
Justo en ese momento llega Max y aplaude con sarcasmo.—Vendido —es todo lo que le dice a Kevin, pero este ni se inmuta.Se acerca a Lucy y la abraza.Ese hombre enorme se ve demasiado tierno agachándose para poder terminar en los brazos de su madre. Ella solo acaricia su espalda y sonríe emocionada, porque sabe lo que para Max significa eso.—Perdóname… por no contarte antes.—Si lo hubieses hecho, no te habría dejado perderte por tanto tiempo —Max se separa con expresión horrorizada—.—¿Y perder la oportunidad de conocer a mi bruja? ¡No! Bendito yo que me callé —se gira y levanta a Giselle, haciéndola reír—. Lo mejor que me pasó fue que esta mujer llegara a dominarme.Ella se queda viendo a Max con aquella sonrisa que la desarma y comienza a preguntarse si lo que siente por él es tan intenso
Después del compromiso de Evan y Lucy, todo siguió su curso. Tal como debía ser, en uno de los almuerzos familiares, Ferny se encargó de babear a Evan y con eso ya era oficialmente parte de los Hunter.La noticia del compromiso aún no se daba a la opinión pública, porque a ninguno de los dos se les daba la gana contar acerca de su felicidad, pero como ya no tenían que esconderse, al menos Evan no tendría que saltar del balcón otra vez.Por otra parte, aunque Giselle y Max seguían disfrutando de su noviazgo tal como antes, para él no era tan maravilloso, porque allí estaba esa espinita acerca de los sentimientos de Giselle.Giselle llevaba un poco más de tres meses viviendo con él, era obvio que Max no se iba a portar mal, pero no quería irse, porque estar con él cada día, amanecer entre sus brazos y acompañarse para el desayuno, no
Aquellas palabras impactaron a Max más que cualquier catástrofe natural, pero eran todo lo contrario a una, eran esperanza, realidad… más paz a su alma.La mira sin poder creer que aquellas dos palabras al fin salieran de su boca, la misma que ahora tiembla y se le hace deliciosamente provocativa.—¿Qué dijis…?—Eso… que te amo. Te amo desde hace mucho, pero no quería aceptarlo, tenía miedo de darte más poder sobre mí, que me hicieras tanto daño como aquel idiota del pasado… pero tú no eres así —las manos de Giselle le acarician el rostro y una de ellas baja hasta su pecho duro, a la altura del corazón loco de Max—. Hoy al fin entendí que tú jamás me harías daño. Pero yo sí te lo hice, ¿verdad?—Solo un poquito —le dice Max, casi juntando sus dedos—
Siente un dolor allí por la falta de atención y lo quiere completo dentro de ella.Max presiona solo un poco y está a punto de irse, pero hace el esfuerzo de aguantarse. Ha esperado estoicamente a que ella dijera que sí, como para arruinarlo todo ahora.Levanta una de las piernas de Giselle, para tenerla lo suficientemente abierta y entrar con mayor facilidad… ¡Pero la condenada ni siquiera eso le pone fácil!Está estrecha, demasiado y es como si tratara de meter algo en el lugar incorrecto, pero insiste, porque los dos lo necesitan de una manera desesperada y urgente. Giselle arruga el ceño, se aferra a los brazos de Max, enterrándole las uñas en la piel, lo que en lugar de provocarle dolor, de la más placer.Su chica lo está sintiendo y eso solo puede ser una cosa, le está gustando al tiempo que le duele.—¿Estás bien? —ella
Ya a la luz de sol, Giselle está sentada en la cama, poniéndose una botas bajas y muy adolorida. Una parte de su mente está en la noche que tuvo con Max, preguntándose de dónde salió eso de que no se iba a romper, cuando era obvio que sí. Aquel dolor lo confirma.La otra parte está en la casa que la vio crecer, allí donde dejó cientos de recuerdos y ahora, el sismo que le abrió los ojos, puede que haya destruido una buena parte de esos recuerdos.—¿Estás bien, bonita? —la voz grave y preocupada de Max la hace levantar la mirada, arrepintiéndose en el acto de hacerlo, porque se ve condenadamente sexi… tal como cuando se coloca jeans.—Adolorida y preocupada, solo eso —le dedica una sonrisa y él se acerca para darle un beso en la frente, lo que Giselle aprovecha para abrazarse a su cintura.—No vuelvo a hacerte caso c
Padre e hija siguen en esa complicidad que hace mucho no sentían.—Lilly no es la única que te necesita el día de su boda —le dice Giselle en un susurro—. Yo también voy a necesitar que espantes al Patán ese día, frente a todos los invitados.—Lo haré, por mi niña mayor lo haré —le besa una mano y le pide llorando—, perdóname, hija por favor… perdóname.—Sí, papi… tranquilo… yo te perdono todo, menos que me dejes caminar sola al altar.Las chicas se quedan unos minutos más allí, mientras que los hermanos salen para darles privacidad y buscar a la enfermera.—Ya oíste a tu chica —le dice Kevin a Max mientras bajan la escalera—. Quiere que su padre te amenace el día de tu boda, frente a los invitados.—Esa mujer es una bruja —le dice riendo.<
Tras visitar el hogar de la señora Peck y comprobar que todos estaban bien, ahora van de camino a un lugar misterioso, al menos eso es lo que piensa Giselle, porque Max no se dignó a decirle a dónde irán.De pronto, Max se detiene y se baja sin decir nada, Giselle lo sigue con la mirada y ve que entra a una farmacia.—Ay no… si lo hará.Unos minutos después, Max llega con una bolsa de papel bastante considerable y ella se ríe. Max saca una cajita y una botella de agua de la bolsa, para luego entregarle ambas cosas.—Te dije que era tu decisión, ya sabes que sea lo que sea, yo te apoyo y aceptaré lo que nos depare la vida.—¿Y si no quiero tomarla?—Me harías el hombre más feliz, si en un par de semanas sale esa prueba positiva —le dice sonriendo—.—¿Y si la tomo?—Seguiremos practican
En cuanto lo hace, esta vez con menos lentitud, siente que está apretada, pero no se detiene. Giselle siente que todo él la llena, pero hay algo que no le gusta.—Max… para —él se detiene y sale de inmediato.—¿Te duele aún? —le pregunta preocupado.—No es eso… pero lo siento extraño.—Por supuesto, nena, es por el preservativo, si quieres puedo cambiarlo por otra textura.—Está bien.Pero luego de probar cuatro texturas más, Giselle no se siente a gusto.—Deja de perder tiempo —lo regaña ella cuando lo ve buscar otra caja—. Ven aquí y hazme esos bebés, pero yo no vuelvo a dejarte entrar con una de esas cosas.—Pero bonita…Lo que sea que quisiera decir, Giselle lo detiene con un beso y tirando de él para que la cubra con su cuerpo. Retoman aquella pasi