Ante la amenaza de su madrastra, Bianca se puso rígida, pero con la cabeza en alto y el cuerpo en posición de pelea se acercó a su madrastra hasta tenerla frente a frente, el ver como manejaba a su hermana la llenó de valor. No permitiría que siguiera abusando de Gia.―Mi esposo conoce mi pasado, Ofelia, y te aseguro que su amor por mí es tan grande que no podrás ponerlo en mi contra como hiciste con mi padre. Y te aseguro una cosa, a Lorenzo no le temblará el pulso para deshacerse de todos mis enemigos, ni de aquellas personas que quieran hacerme daño, así que ni se te ocurra regar comentarios mal intencionados sobre mí porque no dudaré en llorar frente a él y te arrepentirás de cada una de tus palabras.Ofelia levantó su brazo para darle una cachetada como hizo durante toda su niñez y adolescencia, pero Bianca tomó su mano y la sujetó con fuerza.―Ni se te ocurra volver a levantarme la mano, Ofelia, porque ya no soy la niña que podía golpear ni amedrentar, he pasado por mucho para l
La mirada de Dante era de rabia cuando regresó a su mesa. Antes de hablar con Bianca había discutido con Ofelia porque su esposa no quería que fuera a hablar con su hija y en ese momento sabía la razón―Nos vamos ―ordenó Dante sin llegar a sentarse.―La gala aún no ha terminado, Gia tiene derecho a divertirse un poco ―respondió su esposa.―Gia, nos vamos, si Ofelia quiere quedarse es su problema.Gia se levantó de inmediato, cuando su padre estaba furioso infundía miedo, aunque nunca le hubiese puesto la mano encima, de eso se encargaba su esposa.Con un gesto de fastidio, Ofelia se levantó tras ellos. Dante la ignoró, llamó al chofer para que llevara el coche hasta la entrada del hotel para que los recogiera y para sorpresa de Gia le dio el brazo a ella. Un poco nerviosa ella se aferró a su brazo.Un silencio incómodo se propagó entre las tres personas que esperaban la aparición del coche. Cuando el chofer abrió la puerta, Dante le hizo señas a Ofelia de que subiera primero, ella obed
―Señora Bianca, una señorita la busca en la puerta, dice que se llama Gia y es su hermana ―anunció una de las doncellas de la casa.Bianca levantó la cabeza del boceto que estaba dibujando con el asombro reflejado en la cara. De inmediato corrió escalera abajo hasta el salón donde su hermana se paseaba nerviosa.―Gia ―dijo Bianca mirando a su hermana con anhelo, pero sin atreverse a acercarse para abrazarla.―Yo... vine a disculparme por cómo te traté el otro día, tenías razón en todo.Los ojos de Bianca se llenaron de lágrimas y se acercó a su hermana para abrazarla con fuerza, Gia le devolvió el abrazo enterrando la cara en su hombro.―Te he extrañado mucho, hermanita ―dijo Bianca con voz temblorosa.―Y yo a ti, Bianca. Nunca supe lo que pasó hasta que papá me contó al día siguiente de la gala, Ofelia me dijo que te habías ido con un hombre y que no querías saber nada de nosotros.―Ofelia es una maldita bruja, y hablando de ella ¿Sabe que estás aquí? ¿Te meterás en problemas por vis
Bianca palideció cuando escuchó la voz de Lorenzo a su espalda, se giró con nerviosismo, de la mano de su esposo venía Gianna.―¡Mamá! ―Gianna soltó la mano de su papá y corrió a abrazarla, salvándola de la situación y dándoles unos minutos extras para pensar en una excusa.―Mi pollito, mira, ella es tu tía Gia, mi hermana.Cariñosa, Gianna, abrazó y besó a su tía. Su hermana le hizo espacio a la niña en el sofá para que se sentara entra ambas y se puso a hablar con la niña para darle tiempo a Bianca de inventar alguna excusa para su esposo.―Perdona, Lorenzo, le estaba contando a Gia sobre nuestro matrimonio ―mintió Bianca señalando a Gianna con discreción.Él asintió con un ligero movimiento de la cabeza, dándole a entender que no había ningún problema. Bianca respiró aliviada.―Es una historia bonita, sobre todo el que se hayan enamorado ―aseguró Gia mirando a Lorenzo.―Soy una torpe, Gia, él es mi esposo Lorenzo ―dijo Bianca a su hermana, para después agregar ―Lorenzo, mi hermana
―Estás pálida, prima, parece que viste un fantasma ―dijo Carmina dándole dos besos fingidos en cada mejilla que Bianca no le devolvió. ―¿Qué haces aquí, Carmina? ―Estoy de visita, vine a ver a mi niña ―respondió Carmina con su cara dura ―lo que no imaginé es que Lorenzo me prohibiera acercarme a ella. ―¿Cómo sabías en que colegio está inscrita, Gianna? ―preguntó con sospecha. ―Con dinero es fácil conseguir información. «Tiene un espía dentro de la casa» Pensó Bianca. ―No debiste venir al colegio de improviso, debiste llamar a Lorenzo primero. ―Es mi hija, puedo verla cada vez que quiera ―replicó con grosería ―así que ve por ella. «Igual que en el pasado, creyendo que puede darme órdenes, pero ya no soy la misma tonta de antes» se dijo Bianca a sí misma. ―Lo lamento, Carmina, si quieres ver a Gianna tienes que hablar con Lorenzo primero, no voy a permitir que te acerques a ella sin su autorización. ―¿Quién te crees que eres Bianca? Por el hecho de que te hayas casado con Loren
Lorenzo se giró de nuevo para enfrentar a Carmina, en sus ojos se veía la confusión.―¿Qué dijiste? ―preguntó acercándose a ella.Con una sonrisa triunfal Carmina se acercó a él.―Ya veo que tu querida e intachable Bianca no te ha contado su secreto, verás, querido, cuando Bianca tuvo el accidente, se descubrió que había tenido un bebé, no se encontró el registro del nacimiento por lo que se presume que lo dio en adopción o se deshizo de él. Ella alega que perdió la memoria y no recuerda nada, ¿muy conveniente no? De esa forma nunca tendría que dar explicaciones de quien era el padre o que hizo con el bebé y todo el mundo la compadecería. ¡Pobre, Bianca!Lorenzo estaba pálido de rabia al saber que Bianca lo había engañado de nuevo.―¡Ah! Eso, sabía lo ocurrido, Bianca me lo contó, Carmina. ¿Y sabes qué? Estoy ayudándola a buscar a su hijo. Tengo amigos en la policía...Esa vez fue el turno de Carmina de palidecer.―Las adopciones son secretas, no encontrarán al bebé.Lorenzo hizo un
En la mañana siguiente, Bianca entró en la cocina para desayunar y se encontró a Lorenzo y Gianna ya estaban comiendo. La cocinera estaba haciendo de nuevo el desayuno desde el día anterior que Bianca comenzó a trabajar.―Buenos días ―dijo ella con voz ronca, lamento la demora me quedé dormida.―Buenos días, mamá, papá me dijo que hoy él me llevaría al colegio.―Si, mi pollito, lo imaginé.Lorenzo no contestó ni los buenos días, Bianca que se había esforzado mucho en maquillarse para ocultar los estragos del llanto de la noche anterior sintió sus ojos humedecerse, por lo que tomó una taza de café y bebió un trago.La cocinera puso delante de ella un plato de huevos, tocinos y panqueques, el olor le provocó nauseas, salió corriendo de la cocina, se dirigió a un baño de visitas y aunque casi no vomitó nada las arcadas se sucedían una tras otra.―¿Estás bien? ―pregunto Lorenzo desde la puerta.Bianca asintió moviendo la cabeza, no quería mirarlo en ese estado.―Por favor, déjame sola.Si
―Vístete, por favor que tenemos cita con el abogado en una hora, quiero ver que opciones tenemos, después iremos por Gianna al colegio ―ordenó Lorenzo con frialdad al salir de la habitación. Su cabeza era un hervidero de información, había algo que en su mente no cuadraba y no sabía lo que era. Se dijo que ayudaría a Bianca a buscar a su bebé, no porque la rabia que sentía hubiese remitido, sino por un sentimiento de compasión, nadie merecía perder a su hijo, por mucho que lo hubiese engañado. Cuando iban en el coche al despacho del abogado, Bianca subió la ventanilla que los separaba del chófer para que este no escuchara lo que le iba a decir a su esposo. ―Creo que Carmina tiene un espía dentro de la casa, no te dije nada antes porque no sé quién nos pueda estar escuchando. Ayer cuando le pregunté como sabía cuál era el colegio de Gianna, me respondió que con dinero se podía conseguir cualquier información, después comentó que no permitiría que su hija me siguiera diciendo mamá. Es