Gianna no dijo ninguna palabra en el camino del colegio a la casa, se mantuvo inexplicablemente quieta y callada, su mirada estaba fija en la ventana como si estuviera mirando el paisaje urbano. Bianca la miro preocupada. ―¿Te sientes bien, mi pollito? ―Sí ―respondió Gianna sin despegar la vista de la ventana. ―Mírame, Gianna ―ordenó Bianca. La niña obedeció, aunque se veía renuente. ―¿Qué está mal, corazoncito? ―Yo creí que eras mi mamá, y que habías vuelto ―dijo Gianna tomando un mechón del largo cabello de Bianca como para enfatizar el parecido que tenían. ―Luigi me dijo que mi verdadera mamá se llama Carmina y que sigue perdida. El corazón de Bianca se llenó de dolor ante las palabras de la niña, en su mente infantil había creído que de verás era su mamá. ―¿Recuerdas el día que nos vimos por primera vez? ―Sí. ―Tú le preguntaste a tu papá si era tu mamá y él te dijo que no lo era, me convertí en tu mamá cuando tú papá y yo nos casamos, ¿recuerdas mi promesa, Gianna? ―¿Po
―Me gustaría que fuéramos los dos a darle los dibujos a Gianna ―dijo Bianca a Lorenzo ―a raíz de la pelea del colegio no ha estado muy cariñosa conmigo, creo que piensa que la engañé.Encontraron a Gianna en su habitación se acaba de dar un baño y estaba preparada para dormir en su cama, aunque Dora se quedaba con ella en otra cama gemela que había en la habitación de la niña.―No me gustan estos dibujos de mamá, no tiene color ¿dónde está su pelo rojo? ―gritó Gianna.Bianca la miró asombrada, Gianna era una niña dulce que no acostumbraban a hacer berrinches.―Gianna Carmela ―dijo Lorenzo con voz dura ―discúlpate inmediatamente con tu mamá.―Bianca no es mi mamá, yo quiero a mi mamá ―lloró la niña.Bianca, aunque tenía lágrimas en los ojos se sentó en la cama de Gianna.―Mi pollito, aunque no te haya llevado en mi panza, te quiero mucho y me duele verte tan triste. Te prometo que nunca seré una madrastra mala contigo. Yo también tuve una madrastra.Gianna se giró a mirarla con sus oji
Fabricio se encontraba parado en la entrada del hospital de la Santísima Trinidad esperando a Bianca, tenía muchas ganas de verla. Ya no era la jovencita asustada del pasado, se había transformado en una mujer maravillosa cuyo carácter se había forjado en el dolor. Lorenzo y él habían sido amigos toda la vida, pero en ese momento su mejor amigo no le caía muy bien, porque se estaba comportando de manera horrible con Bianca y se estaba aprovechando de las carencias y necesidades de la chica.Un coche de lujo se estacionó frente al hospital y Fabricio bajó los escalones con prisas para abrirle la puerta a Bianca, su sorpresa fue mayor al ver bajar de este a Lorenzo, su amigo lo saludó antes de abrirle la puerta a su esposa y tenderle la mano para ayudarla a salir.―Hola, Fabricio, gracias por venir a ver a mi abuela ―dijo Bianca con una sonrisa.Lorenzo la mantuvo a su lado, con un brazo puesto posesivamente alrededor de su cintura, algo que Bianca agradeció, después del momento incómod
―Mamá, ¿Por qué mi otra mamá no tiene el pelo rojo como el mío? ―preguntó Gianna al ver el retrato de Carmina que Bianca había hecho, su prima era de cabello castaño medio y así lo pintó.―A veces los hijos sacan un rasgo de la mamá o del papá; hasta de los abuelos o bisabuelos, inclusive de antepasados más antiguos. Alguien de la familia de tu mamá o de tu papá tenía el cabello rojo y ahora tú lo heredaste ―explicó Bianca.―Es una suerte de que tengas el cabello rojo como yo, así la gente pensará que eres mi mamá verdadera ―dijo Gianna.Bianca sintió una arruguita en el corazón. ¿De qué color tendría el cabello su niña? ¿Tendría una mamá que la amara?―Soy tu mamá, como llegué a serlo no es asunto de las personas, mi pollito. No le des más vuelta en tu cabecita.La siguiente semana entre Lorenzo y Fabricio orquestaron el traslado de la Nonna desde el hospital de la Santísima Trinidad, que era para pacientes terminales, hasta otro hospital con un prestigioso centro de neurología. All
El día de la gala llegó, desde la mañana Bianca había estado arreglándose, en la mañana manicura y pedicura y en la tarde llegó el asesor de imagen con su equipo para arreglarle el cabello y maquillarla. Cuando se marcharon solo le quedaba ponerse el vestido, porque los zapatos los cargaba puestos.Lorenzo, vestido con un elegante esmoquin entró en la habitación con dos cajas en la mano que puso sobre el tocador de su esposa.―Gianna, princesa, ve con la niñera a tomar la cena, que cuando mamá esté lista iremos hasta el comedor para que la veas.―Está bien, papá, pero quiero una fotografía de mi mamá para mostrarla a mis amigos en el colegio.―Se la tomaré y la imprimiremos para ti ―respondió su padre.La niña salió de la habitación y Lorenzo se apresuró a cerrar la puerta.―¿Necesitas ayuda con el vestido? ―preguntó solícito.―Creo que, si te dejo ayudarme, llegaremos tarde a la gala y yo sin peinado, ni maquillaje.―Me conformó con ver lo que hay debajo de esa bata.Bianca dejó caer
Ante la amenaza de su madrastra, Bianca se puso rígida, pero con la cabeza en alto y el cuerpo en posición de pelea se acercó a su madrastra hasta tenerla frente a frente, el ver como manejaba a su hermana la llenó de valor. No permitiría que siguiera abusando de Gia.―Mi esposo conoce mi pasado, Ofelia, y te aseguro que su amor por mí es tan grande que no podrás ponerlo en mi contra como hiciste con mi padre. Y te aseguro una cosa, a Lorenzo no le temblará el pulso para deshacerse de todos mis enemigos, ni de aquellas personas que quieran hacerme daño, así que ni se te ocurra regar comentarios mal intencionados sobre mí porque no dudaré en llorar frente a él y te arrepentirás de cada una de tus palabras.Ofelia levantó su brazo para darle una cachetada como hizo durante toda su niñez y adolescencia, pero Bianca tomó su mano y la sujetó con fuerza.―Ni se te ocurra volver a levantarme la mano, Ofelia, porque ya no soy la niña que podía golpear ni amedrentar, he pasado por mucho para l
La mirada de Dante era de rabia cuando regresó a su mesa. Antes de hablar con Bianca había discutido con Ofelia porque su esposa no quería que fuera a hablar con su hija y en ese momento sabía la razón―Nos vamos ―ordenó Dante sin llegar a sentarse.―La gala aún no ha terminado, Gia tiene derecho a divertirse un poco ―respondió su esposa.―Gia, nos vamos, si Ofelia quiere quedarse es su problema.Gia se levantó de inmediato, cuando su padre estaba furioso infundía miedo, aunque nunca le hubiese puesto la mano encima, de eso se encargaba su esposa.Con un gesto de fastidio, Ofelia se levantó tras ellos. Dante la ignoró, llamó al chofer para que llevara el coche hasta la entrada del hotel para que los recogiera y para sorpresa de Gia le dio el brazo a ella. Un poco nerviosa ella se aferró a su brazo.Un silencio incómodo se propagó entre las tres personas que esperaban la aparición del coche. Cuando el chofer abrió la puerta, Dante le hizo señas a Ofelia de que subiera primero, ella obed
―Señora Bianca, una señorita la busca en la puerta, dice que se llama Gia y es su hermana ―anunció una de las doncellas de la casa.Bianca levantó la cabeza del boceto que estaba dibujando con el asombro reflejado en la cara. De inmediato corrió escalera abajo hasta el salón donde su hermana se paseaba nerviosa.―Gia ―dijo Bianca mirando a su hermana con anhelo, pero sin atreverse a acercarse para abrazarla.―Yo... vine a disculparme por cómo te traté el otro día, tenías razón en todo.Los ojos de Bianca se llenaron de lágrimas y se acercó a su hermana para abrazarla con fuerza, Gia le devolvió el abrazo enterrando la cara en su hombro.―Te he extrañado mucho, hermanita ―dijo Bianca con voz temblorosa.―Y yo a ti, Bianca. Nunca supe lo que pasó hasta que papá me contó al día siguiente de la gala, Ofelia me dijo que te habías ido con un hombre y que no querías saber nada de nosotros.―Ofelia es una maldita bruja, y hablando de ella ¿Sabe que estás aquí? ¿Te meterás en problemas por vis