Fabricio se encontraba parado en la entrada del hospital de la Santísima Trinidad esperando a Bianca, tenía muchas ganas de verla. Ya no era la jovencita asustada del pasado, se había transformado en una mujer maravillosa cuyo carácter se había forjado en el dolor. Lorenzo y él habían sido amigos toda la vida, pero en ese momento su mejor amigo no le caía muy bien, porque se estaba comportando de manera horrible con Bianca y se estaba aprovechando de las carencias y necesidades de la chica.Un coche de lujo se estacionó frente al hospital y Fabricio bajó los escalones con prisas para abrirle la puerta a Bianca, su sorpresa fue mayor al ver bajar de este a Lorenzo, su amigo lo saludó antes de abrirle la puerta a su esposa y tenderle la mano para ayudarla a salir.―Hola, Fabricio, gracias por venir a ver a mi abuela ―dijo Bianca con una sonrisa.Lorenzo la mantuvo a su lado, con un brazo puesto posesivamente alrededor de su cintura, algo que Bianca agradeció, después del momento incómod
―Mamá, ¿Por qué mi otra mamá no tiene el pelo rojo como el mío? ―preguntó Gianna al ver el retrato de Carmina que Bianca había hecho, su prima era de cabello castaño medio y así lo pintó.―A veces los hijos sacan un rasgo de la mamá o del papá; hasta de los abuelos o bisabuelos, inclusive de antepasados más antiguos. Alguien de la familia de tu mamá o de tu papá tenía el cabello rojo y ahora tú lo heredaste ―explicó Bianca.―Es una suerte de que tengas el cabello rojo como yo, así la gente pensará que eres mi mamá verdadera ―dijo Gianna.Bianca sintió una arruguita en el corazón. ¿De qué color tendría el cabello su niña? ¿Tendría una mamá que la amara?―Soy tu mamá, como llegué a serlo no es asunto de las personas, mi pollito. No le des más vuelta en tu cabecita.La siguiente semana entre Lorenzo y Fabricio orquestaron el traslado de la Nonna desde el hospital de la Santísima Trinidad, que era para pacientes terminales, hasta otro hospital con un prestigioso centro de neurología. All
El día de la gala llegó, desde la mañana Bianca había estado arreglándose, en la mañana manicura y pedicura y en la tarde llegó el asesor de imagen con su equipo para arreglarle el cabello y maquillarla. Cuando se marcharon solo le quedaba ponerse el vestido, porque los zapatos los cargaba puestos.Lorenzo, vestido con un elegante esmoquin entró en la habitación con dos cajas en la mano que puso sobre el tocador de su esposa.―Gianna, princesa, ve con la niñera a tomar la cena, que cuando mamá esté lista iremos hasta el comedor para que la veas.―Está bien, papá, pero quiero una fotografía de mi mamá para mostrarla a mis amigos en el colegio.―Se la tomaré y la imprimiremos para ti ―respondió su padre.La niña salió de la habitación y Lorenzo se apresuró a cerrar la puerta.―¿Necesitas ayuda con el vestido? ―preguntó solícito.―Creo que, si te dejo ayudarme, llegaremos tarde a la gala y yo sin peinado, ni maquillaje.―Me conformó con ver lo que hay debajo de esa bata.Bianca dejó caer
Ante la amenaza de su madrastra, Bianca se puso rígida, pero con la cabeza en alto y el cuerpo en posición de pelea se acercó a su madrastra hasta tenerla frente a frente, el ver como manejaba a su hermana la llenó de valor. No permitiría que siguiera abusando de Gia.―Mi esposo conoce mi pasado, Ofelia, y te aseguro que su amor por mí es tan grande que no podrás ponerlo en mi contra como hiciste con mi padre. Y te aseguro una cosa, a Lorenzo no le temblará el pulso para deshacerse de todos mis enemigos, ni de aquellas personas que quieran hacerme daño, así que ni se te ocurra regar comentarios mal intencionados sobre mí porque no dudaré en llorar frente a él y te arrepentirás de cada una de tus palabras.Ofelia levantó su brazo para darle una cachetada como hizo durante toda su niñez y adolescencia, pero Bianca tomó su mano y la sujetó con fuerza.―Ni se te ocurra volver a levantarme la mano, Ofelia, porque ya no soy la niña que podía golpear ni amedrentar, he pasado por mucho para l
La mirada de Dante era de rabia cuando regresó a su mesa. Antes de hablar con Bianca había discutido con Ofelia porque su esposa no quería que fuera a hablar con su hija y en ese momento sabía la razón―Nos vamos ―ordenó Dante sin llegar a sentarse.―La gala aún no ha terminado, Gia tiene derecho a divertirse un poco ―respondió su esposa.―Gia, nos vamos, si Ofelia quiere quedarse es su problema.Gia se levantó de inmediato, cuando su padre estaba furioso infundía miedo, aunque nunca le hubiese puesto la mano encima, de eso se encargaba su esposa.Con un gesto de fastidio, Ofelia se levantó tras ellos. Dante la ignoró, llamó al chofer para que llevara el coche hasta la entrada del hotel para que los recogiera y para sorpresa de Gia le dio el brazo a ella. Un poco nerviosa ella se aferró a su brazo.Un silencio incómodo se propagó entre las tres personas que esperaban la aparición del coche. Cuando el chofer abrió la puerta, Dante le hizo señas a Ofelia de que subiera primero, ella obed
―Señora Bianca, una señorita la busca en la puerta, dice que se llama Gia y es su hermana ―anunció una de las doncellas de la casa.Bianca levantó la cabeza del boceto que estaba dibujando con el asombro reflejado en la cara. De inmediato corrió escalera abajo hasta el salón donde su hermana se paseaba nerviosa.―Gia ―dijo Bianca mirando a su hermana con anhelo, pero sin atreverse a acercarse para abrazarla.―Yo... vine a disculparme por cómo te traté el otro día, tenías razón en todo.Los ojos de Bianca se llenaron de lágrimas y se acercó a su hermana para abrazarla con fuerza, Gia le devolvió el abrazo enterrando la cara en su hombro.―Te he extrañado mucho, hermanita ―dijo Bianca con voz temblorosa.―Y yo a ti, Bianca. Nunca supe lo que pasó hasta que papá me contó al día siguiente de la gala, Ofelia me dijo que te habías ido con un hombre y que no querías saber nada de nosotros.―Ofelia es una maldita bruja, y hablando de ella ¿Sabe que estás aquí? ¿Te meterás en problemas por vis
Bianca palideció cuando escuchó la voz de Lorenzo a su espalda, se giró con nerviosismo, de la mano de su esposo venía Gianna.―¡Mamá! ―Gianna soltó la mano de su papá y corrió a abrazarla, salvándola de la situación y dándoles unos minutos extras para pensar en una excusa.―Mi pollito, mira, ella es tu tía Gia, mi hermana.Cariñosa, Gianna, abrazó y besó a su tía. Su hermana le hizo espacio a la niña en el sofá para que se sentara entra ambas y se puso a hablar con la niña para darle tiempo a Bianca de inventar alguna excusa para su esposo.―Perdona, Lorenzo, le estaba contando a Gia sobre nuestro matrimonio ―mintió Bianca señalando a Gianna con discreción.Él asintió con un ligero movimiento de la cabeza, dándole a entender que no había ningún problema. Bianca respiró aliviada.―Es una historia bonita, sobre todo el que se hayan enamorado ―aseguró Gia mirando a Lorenzo.―Soy una torpe, Gia, él es mi esposo Lorenzo ―dijo Bianca a su hermana, para después agregar ―Lorenzo, mi hermana
―Estás pálida, prima, parece que viste un fantasma ―dijo Carmina dándole dos besos fingidos en cada mejilla que Bianca no le devolvió. ―¿Qué haces aquí, Carmina? ―Estoy de visita, vine a ver a mi niña ―respondió Carmina con su cara dura ―lo que no imaginé es que Lorenzo me prohibiera acercarme a ella. ―¿Cómo sabías en que colegio está inscrita, Gianna? ―preguntó con sospecha. ―Con dinero es fácil conseguir información. «Tiene un espía dentro de la casa» Pensó Bianca. ―No debiste venir al colegio de improviso, debiste llamar a Lorenzo primero. ―Es mi hija, puedo verla cada vez que quiera ―replicó con grosería ―así que ve por ella. «Igual que en el pasado, creyendo que puede darme órdenes, pero ya no soy la misma tonta de antes» se dijo Bianca a sí misma. ―Lo lamento, Carmina, si quieres ver a Gianna tienes que hablar con Lorenzo primero, no voy a permitir que te acerques a ella sin su autorización. ―¿Quién te crees que eres Bianca? Por el hecho de que te hayas casado con Loren