Damien y Dereck sintieron que el regreso a la universidad se les había hecho eterno, cuando por fin lograron aterrizar, se lanzaron en una carrera hacia el campus, donde, de alguna forma esperaban encontrar a Mía allí. La decepción fue grande al darse cuenta de que no sería así de fácil.Habían perdido a dos de los lobos de su manada, en ese momento solo contaban con Ewan y ni siquiera sabían dónde empezar.—Yo tengo que regresar a las clases, se preguntarán dónde he estado —comentó Ewan cabizbajo, pues tenía miedo de la reacción de cualquier de los dos.Damien gruñó por lo bajo, pero Dereck lo detuvo.—Él tiene razón, no podemos olvidarnos del resto del mundo. La gente va a empezar a preguntarse dónde está Mía, y dónde están los demás.—¿Y a mí que mierd4 me importa lo que piensen los humanos? Lo único que me interesa es hallar a Mía —retó Damien furioso.—¿Es que no lo entiendes? Debemos hacer que esto pase desapercibido, si alguien se da cuenta de que ella ha desaparecido, ¿qué cre
Siguieron el camino hacia la cafetería, dejando al hombre con las palabras atoradas en la boca. Dentro del recinto lo primero que percibieron fue el aroma de la comida. Ni siquiera recordaban cuándo había sido la última vez que probaron un bocado decente. El estómago les rugió con la urgencia de que lo llenasen, sin embargo, en seguida divisaron a Cassandra y Ambrose, así que decidieron ignorarlo y correr a la mesa. Los dos lobos se sentaron en las sillas vacías sin pedir permiso. Su presencia hizo que la mesa entera quedase en silencio. Los otros amigos que se encontraban ahí quedaron estupefactos. Dereck les hizo una seña con la cabeza y de inmediato se levantaron dejando solos a los dos más cercanos a Mía. —¿Qué es esto? ¿Qué hacen aquí? —preguntó Cassandra frunciendo el ceño. —Queríamos saber si… —¿Saben algo de Mía? —interrogó Damien sin rodeos. Dereck le dio una mala cara, quería tener más cuidado al preguntar. —¿Nosotros? ¿No deberían saberlo ustedes? ¿Acaso no tienen una r
El tiempo había perdido sentido para Mía, quien se mantenía atada a los grilletes que la retenían contra su voluntad en ese horrible lugar. Su cuerpo apenas y se sostenía; para evitar que muriese el Alfa Roran les había ordenado a sus lobos que le dieran un poco de agua de vez en cuando y algo de comer.Sin embargo, Mía escupía cualquier cosa que intentasen meterle a la boca, así que estaba demasiado débil.Dentro de ese lugar no sabía si era de día o de noche, pero empezó a deducirlo por la actividad de los lobos de Roran. Muchos de ellos, por no decir todos, no estaban acostumbrados a estar encerrados bajo tierra todo el tiempo, rodeados de concreto y el perturbador sonido de las tuberías. Mía se dio cuenta de que salían varios de ellos en un horario específico, y como era imperativo que nadie los descubriese, asumió que se iban de noche.Por esa razón pensó que en ese momento debía ser de día, pues el lugar estaba lleno de ellos, reunidos en una habitación más delante de donde se e
Cuando Mía recuperó la conciencia lo primero que escuchó fue el bajo de la música proveniente de enormes parlantes. Su cabeza daba vueltas, todavía mareada por el efecto del acónito en su cuerpo. Lentamente abrió los ojos y entonces se dio cuenta de que estaba en un lugar oscuro, con luces de colores que iluminaban a su espalda.Un lobo la ataba con fuerza a una silla, todavía conservaba el vestido azul que Roran le había puesto, pero no entendía nada de lo que pasaba.—¡¿Qué es esto?! ¡Suéltame!—Yo que tú no haría tanto ruido, los humanos del otro lado de ese telón podrían oírte.—¿Qué? ¿De qué estás…?El lobo hizo girar la silla donde se encontraba y entonces comprendió dónde se hallaba. Estaba en el escenario detrás del telón en el salón de fiestas de la universidad. Las luces provenían de los faroles de arriba, bañando el lugar de tonos azules, rosas, púrpuras, verdes y rojos. El bajo de los parlantes venía de la música estruendosa, y el bullicio, de sus amigos y demás estudiante
—¡No me pidas que me tranquilice! ¡¿Acaso hemos logrado encontrarla?! ¡Joder, Mía podría estar muerta para este momento! —gritaba Damien con sus ojos refulgiendo en rojo.—¡¿Crees que no lo sé?! Pero no lograrás nada perdiendo el control —espetó Dereck igual de furioso.Ewan era el único que parecía mantener la calma en medio de los dos Alfas que parecían haber regresado a sus viejos hábitos. La desaparición de Mía y el paso de los días sin encontrarla no hacían más que aumentar las disputas entre los dos. Damien estaba enojado porque habían conseguido seguir el rastro hasta los túneles que se encontraban debajo de la universidad, pero Dereck quería ser más cauteloso que solo arrojarse a esa red intricada y laberíntica donde probablemente se perderían.También habían seguido a Pablo por el mismo sitio, cayendo de nuevo en una trampa. Pensaron que él los guiaría hasta ella, pero no hizo más que alejarlos de su verdadera ubicación. Para ese punto ambos se sentían como unos idiotas.—Hoy
—Oh, qué emocionante, todos preocupados por la pequeña Mía. ¿No es adorable? Pero lamento informarles que están un poco tarde para la fiesta y ni siquiera están bien vestidos.Damien gruñó con frustración, pero Dereck le hizo un gesto para que se calmara. Pablo se apartó de la pared, caminando hacia ellos con pasos lentos y provocativos.—¿Qué hicieron con ella? —exigió saber Damien, su mandíbula estaba apretada.Pablo alzó las cejas en falso asombro y se llevó una mano al pecho.—¿Qué hice yo? Nada, amigo. Deberías preguntarte qué ha hecho tu padre —chasqueó la lengua con sorna—, pero, descuiden, les voy a dar una oportunidad para salvarla. Deberían agradecerme.El tono de Pablo estaba cargado de cinismo, y la rabia hervía en los lobos. Damien dio un paso hacia él, pero Ewan lo detuvo nuevamente.—No caigas en su juego. Necesitamos información para encontrar a Mía —susurró a Damien—¿Dónde está ahora? —insistió, su paciencia estaba siendo puesta a prueba.Pablo soltó una risa despecti
El campo de futbol de pronto se convirtió en un verdadero campo de batalla. Los lobos que estaban bajo el control de Dereck solo podían presenciar la pelea que se había desatado entre Dereck y Pablo.Damien, aulló de dolor mientras se arrancaba el cuchillo impregnado con acónito. De inmediato sintió que la debilidad se apoderaba de él. El acónito le quemaba por dentro, y le impedía ponerse de pie. Alzó la cabeza y no le quedó más que contemplar a Dereck luchando.Los dos hombres lobo se habían transformado, las garras emergieron y se miraron amenazantes emitiendo un rugido gutural que debió haberse escuchado en todo el campus.La luna llena era testigo de lo que estaba pasando, una lucha a muerte por el destino de Mía, y también por el suyo propio. Dereck era un Alfa fuerte, sin embargo, Pablo todavía contaba con la ventaja de ser un recién convertido, sus fuerzas casi se igualaban.Los aullidos de los lobos reverberaban en la oscura noche, acompañados por el sonido de las garras choc
Mía luchaba con todas sus fuerzas para desatar el nudo que le ataba la otra muñeca. Roran se había ido y por un breve instante la habían dejado sola. La música estridente impedía que cualquier persona de fuera escuchase alguna súplica de auxilio, además, no quería poner a nadie en peligro. Pedir ayuda implicaba involucrar humanos inocentes y lo que menos deseaba ella era arriesgar a alguien más como pasó con ese estudiante.Las muñecas le escocían debido a que las cuerdas estaban bañadas en acónito, pero eso no le importó, ya prácticamente no sentía dolor. Sin embargo, antes de que pudiera continuar con su intento de escape, dos lobos aparecieron con otras dos personas atadas en sillas.Mía sintió que el corazón se le paralizaba. Llevaban las caras cubiertas con capuchas negras; y a pesar de que no reconoció el aroma de ninguno de sus dos Alfas, pensó por un instante que se trataba de Dereck y Damien.Cuando los dos lobos de Roran les quitaron las capuchas, un suspiro de alivio salió