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CAPÍTULO 50: UNA REVELACIÓN

Los dos lobos se escucharon entre sí y no pudieron evitar voltear a verse. Dereck gruñó por lo bajo y escuchó que Damien también había gruñido. A ninguno de los dos les agradó lo que escucharon, sin embargo, se miraron con recelo ante las mismas palabras que habían pronunciado.

A pesar de eso, lo que decía la madre de Mía era suficiente para hacerlos poner su atención nuevamente en la conversación que se desarrollaba debajo, ya que ellos presenciaban todo desde arriba.

—¿Crees que puedes hacer lo que te da la gana? No creas que no te vi agarrada de la mano de ese… ese vago —atacó la madre.

Dereck se echó a reír sin disimulo y lo miró. Damien rodó los ojos e ignoró las burlas del Alfa.

—Soy mayor de edad, puedo decidir por mí misma con quien estar —respondió Mía desafiando a su madre.

—Eso es lo que tú crees —amenazó la señora—. Yo puedo hacer que te saquen de aquí si me da la gana.

—Pues sácame, enciérrame si lo deseas, pero mi respuesta seguirá siendo no.

Su madre levantó la mano par
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