Damien no tenía idea de lo difícil que era liderar a tres lupicrías que acababan de descubrir que el mundo no era tan simple como pensaban.Ewan era el más dócil de todos, y seguía sin chistar las órdenes del lobo, sin embargo, Pablo, Anton y Gale eran otra historia. Los tres estaban comenzando a darle problemas que le causaban fuertes dolores de cabeza; en especial Pablo, quien, según sus propias palabras; no nació para seguir a nadie.Damien sabía que el recién convertido lobo podía darle serios problemas, en especial si se rehusaba a seguirlo.Aun así, los cuatro parecían emocionados en general por el nuevo futuro que se abrió ante ellos. Hacer de profesor de hombres lobo y explicarles lo básico de cómo funcionaba el mundo, las manadas, las jerarquías y los poderes que ahora poseían fue más divertido de lo que imaginó; sobre todo cuando surgieron las preguntas sobre sí eran verdad ciertos mitos que los humanos habían extendido a lo largo de los años.—Entonces, lo de la plata ¿no e
Mía intentaba ignorar las voces que cuchicheaban a su alrededor sobre lo ocurrido hacía poco en el campus, pero los estudiantes no eran ni un poco disimulados, no les importaba señalarla o incluso mirarla directamente mientras comentaban sobre ella y los otros dos chicos. Incluso una chica que chismoseaba cerca se atrevió a hacer un comentario ofensivo sin importarle que Mía estuviese a dos asientos de distancia.—¿La viste? No sé por qué la persiguen, debe ser una regalada, a los chicos les gustan las fáciles porque se abren de piernas sin ningún esfuerzo —comentó con sus amigas, quienes soltaron una gran carcajada.Mía podía ser muy pasiva y callada, pero todo el mundo tiene un límite y ese día estaba a punto de cruzarlo.—Además es una roba novios, le quitó el novio a Ginger y la pobre todavía está embarazada de Dereck —dijo otra de ellas.La castaña explotó. Se puso de pie y golpeó con fuerza la libreta contra el mesón, provocando que las miradas disimuladas ahora fuesen completam
Mía empujó con fuerza a Damien, sus mejillas ardían por la vergüenza y ni siquiera se atrevió a mirar a la persona que había entrado. Solo cuando escuchó que el hombre carraspeaba su garganta fue capaz de levantar la cabeza; se trataba del conserje, que había ido a buscar algunos implementos para limpiar.—Este no es lugar para… citas románticas —comentó aguantándose la risa.—Disculpe señor, no volverá a suceder.—¡Ja! —bufó—, te sorprendería saber cuántas veces al día encuentro parejas aquí escondidas, y en situaciones mucho más… comprometedoras.Mía bajó la cabeza y salió del lugar sin siquiera decir una sola palabra, aceleró el paso, casi corriendo por el pasillo, mientras que Damien la seguía de cerca.—Mía, espera —le pidió sujetándola de la mano, pero ella se zafó.—Basta Damien, esto no debió pasar.—¿Qué cosa? No pasó absolutamente nada —reconoció con amargura.—Exacto, qué bueno que lo admites —le dijo dando media vuelta, pero él no estaba dispuesto a dejarla ir así de fácil
Esa noche de luna llena sería el momento perfecto para ejecutar el plan meticulosamente elaborado por Damien. La pelea previa con Mía no había sido simplemente una casualidad; el chico de cabello platinado había preferido mantenerla alejada del bosque, especialmente de la animada fiesta de la fogata. Con cuatro hombres lobos a punto de experimentar el poder de la luna por primera vez, la prudencia dictaba mantenerla a salvo, lejos del potencial peligro.La oscura malevolencia brillaba en los ojos de Damien mientras observaba la reunión desde las sombras. En su mente, esta era la oportunidad perfecta para eliminar a Dereck de una vez por todas. Si lograba apartarlo del camino, podría reclamar no solo el poder que anhelaba, sino también a Mía, siendo ella toda suya sin tener que compartir su amor con nadie más.Damien conocía lo complicado de la situación, y aunque no podía estar seguro, confiaba en que Dereck no se atrevería a llevar a Mía a ese evento. El bosque, que generalmente yací
Mía atravesó todo el campus siguiendo a los estudiantes que iban a la fiesta de la fogata, impulsada por una fuerza externa, la cual no podía explicar. Simplemente sintió que debía hacerlo y así lo hizo.A medida que se acercaba a donde se encontraban todos, una sensación extraña se asentaba en su estómago, provocándole un malestar que realmente la incomodaba. Lo que experimentaba podía describirse como ese sexto sentido, ese mal presentimiento que te dice que algo va a salir terriblemente mal.Mía alcanzó a ver a sus amigos bastante cerca de la fogata, pero ninguno de ellos se percató de su presencia, ella no quería que la notasen, ni siquiera sabía con exactitud el por qué estaba ahí.De pronto volteó hacia la línea oscura de árboles en la distancia, el lugar no se veía nada atractivo para entrar, y, de hecho, ningún estudiante se acercaba allí. Ellos preferían estar en la seguridad de la luz, al lado del fuego.Sin embargo; a pesar de todas las advertencias que sus propios instinto
Dereck parecía una fiera enjaulada, caminando de un lado a otro como si al hacerlo pudiese conseguir un resultado diferente. El cuerpo de Mía había dejado de temblar, pero seguía inconsciente. En ese momento solo rogaba al cielo que la mordida no hubiese surtido efecto, sin embargo, sabía que solo era una especie de negación a la realidad, pues no podía ignorar que su piel se había curado y que ella estaba adquiriendo las características de una mujer loba convertida.Mientras tanto, observaba a Damien afuera de la cabaña, parecía aguardar con el mismo nivel de desesperación que él, pero no iba a admitir que reconocía la angustia del chico platinado; jamás. De hecho, lo odiaba ahora más que nunca, porque nadie le sacaría de la cabeza que Damien había sido el culpable de todo eso.Estaba tan furioso que ni siquiera supo cómo fue capaz de controlarse, cómo pudo obligar a todos esos lobos a mantenerse a raya sin matarlos por haber lastimado a Mía. Ahora mismo los mantenía encerrados en es
El bosque parecía una mancha borrosa a su alrededor. Mía corría sin un rumbo fijo sintiéndose confundida, pero a la vez, llena de poder. La nueva fuerza que poseía, la velocidad y los sentidos agudizados la agobiaban. Todo lo que creía saber de pronto se ha desmoronado en un abrir y cerrar de ojos. En cuestión de una sola noche y una mordida, descubrió que el mundo es más aterrador de lo que alguna vez imaginó.Se detuvo cuando alcanzó la frontera con la autopista por donde transitaban los autos. Todavía era muy temprano, así que el lugar estaba concurrido. Los sonidos de los motores y las bocinas rechinando taladraban sus oídos provocándole un dolor insoportable. Desesperada, salió corriendo en la dirección opuesta, deseando apartarse del bullicio y los aromas que desprendían los humanos, la boca le salivaba sintiendo un frenesí casi imparable por cazar.Mía no entendía lo que sucedía, simplemente era algo que necesitaba. Corrió por el bosque hasta que se detuvo al percibir el fuerte
A medida que los días avanzaban, Mía se encontraba atrapada en un dilema de emociones contradictorias. La revelación de su propia transformación en una mujer loba la había sumido en un estado de confusión y asombro, pero descubrir que los dos chicos de los que se había enamorado también compartían ese secreto había agregado un nivel inesperado de complejidad a su situación.Evitarlos se convirtió en su estrategia de supervivencia emocional. Caminaba por los pasillos de la universidad con la cabeza baja, evitando deliberadamente las miradas de Derek y Damien. La tensión entre ellos era palpable, como si el aire mismo vibrara con la electricidad de secretos no dichos y sentimientos reprimidos.A pesar de sus esfuerzos por mantener una apariencia de normalidad, Mía no podía dejar de preguntarse cómo habían llegado a ocultarle algo tan significativo. Las noches se volvieron inquietas, plagadas de pensamientos tumultuosos mientras la luna comenzaba un nuevo ciclo, acercándose peligrosament