Capítulo 97

—No pueden hacerle daño a la señora, Rolando y su perra la necesitan viva.

—Eso lo sabemos. No debiste hacer esto, Javier. —dijo uno de los hombres con algo parecido al pesar.

—Son ustedes los que no debieron traicionar al jefe. Lo van a pagar caro y lo saben. Déjenla ir, llevándome a mí será suficiente para que Rolando sepa que ustedes actuaron.

—Lo que hace tu noviecito Víctor quedará en nada al lado de lo que el jefe va a hacerte. —se burló otro hombre mirándolo de arriba a abajo.

—El único jefe que conozco es Rubén Salazar. Rolando no es más que un perro traidor al que mi noviecito, como lo llamaste, disfrutará destazando.

—Bájenla y súbanla al otro auto.

Mientras los hombres discutían sobre auxiliar a sus compañeros heridos en el choque o dejarlos ahí antes de que llegara la policía, justo cuando iban a abrir la puerta y sacarla, Javier tomó el arma que tenía en la espalda y comenzó a disparar gritándole que se fuera. Rosalin terminó de pasarse al asiento del conductor y movió el
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