“La granja” era la manera coloquial en la que Rubén y sus hombres habían designado a la enorme extensión de tierra de dos mil hectáreas ubicada a unos cien kilómetros de Leiva donde habían construido una verdadera fortaleza.

Un par de años atrás, Rubén compró el terreno con la idea de construir un hotel orientado al turismo de aventura, ya que la propiedad contaba con un río propio, unas cascadas espectaculares e incluso un lago, sin mencionar los acantilados que la rodeaban y el bosque circundante. Hubiese sido un lugar magnifico, sin duda, pero Sergio tuvo una mejor idea cuando el experto que vino a evaluar el terreno lo llamó “una fortificación natural” ya que la planicie central estaba rodeada por una meseta semicircular que la hacía impenetrable desde la parte posterior y un denso cinturón de setos lo encerraba en sus laterales.

Construyendo una resistente muralla en el frente se tendría lo más parecido a una fortaleza antigua y eso iluminó un nuevo plan en su cabeza. Así que aho