Rosalin no sabía realmente cómo sentirse, o mejor, no lograba discernir entre todas las emociones que la atropellaban al mismo tiempo.

Encontrarse con Jazmín tendida en esa cama con tubos por todas partes le partió el corazón y la breve explicación de la enfermera sobre su estado y los cuidados que requería fue un golpe de bola de demolición que la dejó sin aliento y la obligó a sentarse. Su último recuerdo de ella era el de una mujer ilusionada y feliz que se preparaba para la boda que había soñado toda la vida y para formar una familia con el hombre que amaba y su bebito por llegar.

Esa inútil guerra en la que Rosanna los había metido les estaba costando demasiado, incluso si Rubén conseguía terminar con todo ahora mismo, ellos ya habían perdido. El daño era irreparable, no podrían traer de vuelta a las personas que perdieron ni sanar a los heridos ni borrar los traumas ni olvidar lo que les habían hecho. Ninguno de ellos sería el mismo de antes y esa realización la llenó de lágrima