Había transcurrido un año desde que Siena Brabery y el joven empresario Samuel Crawford decidieron unir sus vidas sellando su compromiso. Para Siena, todo parecía un sueño: Samuel siempre la colmaba de detalles y ante todos eran la pareja ideal. Aunque en muchas ocasiones Siena tuvo que pasar sus noches y días en esa residencia sola, sin su esposo, no dejaba de sentirse feliz. Para ella, su esposo era todo lo que importaba. Con el paso de los meses, ambos empezaron a parecer extraños entre sí; los detalles con los que él la había conquistado poco a poco desaparecían. Samuel pasaba más tiempo lejos de ella y rara vez convivían como pareja. Siempre encontraba una excusa perfecta para tranquilizarla; por su parte, Siena no pretendía convertirse en un obstáculo entre su esposo y su trabajo. Eran pasadas las doce de la noche cuando Samuel llegó a su residencia. Aquella llegada repentina de su parte dejó a la joven esposa enamorada y completamente feliz, a pesar de percibir que algo no e
La luz atravesaba aquel cristal, inundando el pequeño cuarto de Siena. El día apenas comenzaba y ella sabía que lo primero era alimentar a su pequeño hijo, Dylan Brabery. Mientras lo sostenía en brazos, nada la perturbaba; sentir sus manitas entre las suyas le otorgaban seguridad, paz y una profunda esperanza.— ¡Oh, mi adorado hijo! Eres todo para mí, pero mami debe ir a una entrevista de trabajo —mientras Siena hablaba con su pequeño hijo, el timbre de su pequeño apartamento no dejaba de sonar.—Justo a tiempo... Ya lo alimenté, en la nevera dejé un poco de mi leche. Selim, ¿Estás segura de que puedes cuidarlo? —como toda madre primeriza, tenía la preocupación de dejar a su pequeño bebé con alguien más.—Oye, ya basta. Sabes que puedo hacerlo, además estaremos en constante comunicación. Toma, llévate este celular, allí ya está guardado mi número, ¿Está bien? —Selim sabía que Siena no estaría tranquila dejándola con su hijo. Era una oportunidad de trabajo y no podía permitirse perder
Tampoco comprendía por qué él la miraba con gesto ofendido. Su teléfono no dejaba de vibrar, estaba a punto de ponerse a llorar allí mismo, en plena presencia de su jefe, por lo que dejó de prestar atención al silencioso y formidable desconocido, y abrió la puerta de la oficina para salir. Por su parte, Asher entendía que aquella joven estaba tímida, temerosa e intranquila, seguramente influenciada por las historias que habían circulado sobre él. Siena se esforzaba por cumplir las expectativas de su jefe y compañeros de trabajo. Poco a poco, la formalidad elegante con la que la trataban se estaba disipando; durante la hora de almuerzo, todos compartían en el restaurante de la empresa. Trataba de evitar preguntas íntimas y deseaba terminar el almuerzo rápidamente. Cuando se dispuso a levantarse, recibió una llamada de Selim. — ¿Cómo están allí? —pregunto Siena, había logrado subir a la terraza del edificio, el lugar ideal para una video llamada con Selim y ver a su hijo. — ¡Estamos
No sabe cómo ni cuándo su hermana se enredó con un hombre como Samuel Crawford. Ya ha habido suficientes escándalos, suficiente desenfreno irresponsable y egoísta por parte de ese hombre. Asher ha pasado toda su vida solucionando los conflictos creados por su padre, su hermana y su esposo, uno de sus mayores quebraderos de cabeza.Samuel Crawford representa el licencioso libertinaje de su familia y su padre quiere que desaparezca, junto con los recuerdos de las erróneas decisiones de su sobrina. Pero nada de lo que el padre de Asher desee podrá hacerse realidad. La situación se complica aún más porque su hermana está embarazada. Enormemente, innegablemente, irrevocablemente embarazada.Por supuesto, todo lo que el padre de Asher desea se frustra debido al embarazo de su hermana. No puede hacerlo, no al precio de la felicidad de ella y la dulce espera que tiene por delante, aunque eso signifique que los constantes conflictos en el seno familiar sigan creciendo.Lo único que podía esper
— ¡Te llevaré a casa! —sentenció Asher, haciendo que Siena sintiera el verdadero peligro que se cernía sobre ella.— No, no es necesario. Llamaré un taxi para que me lleve. No quisiera perturbar su tiempo, señor — Siena retiró su bolso y sus manos, saliendo prácticamente huyendo de su jefe.Asher la siguió para abrir él mismo la puerta del taxi a su asistente. Aunque estuviera enojado, no iba a dejar de ser caballeroso. Cuando el taxi partió, alguien del restaurante trajo su automóvil. Sin duda, la seguiría. Siena, ajena a las sospechas de su jefe, estaba contenta de regresar a casa. Bajó del taxi y se dirigió hacia el edificio, uno que Asher conocía perfectamente, como varias otras propiedades que poseía en la ciudad.El joven empresario decidió no bajar y averiguar personalmente. No quería verse envuelto en una situación comprometedora, pero al menos ahora sabía dónde vivía su asistente.—Hola Kent, tengo un trabajo para ti. Te enviaré los datos de una persona; quiero que averigües
— Señor Crosetti, le traje el certificado de la señorita Brabery — dijo Starling, dejando el papel sobre la mesa de su jefe antes de retirarse. Asher tomó el certificado y lo leyó; una leve sonrisa se formó en la comisura de sus labios, para luego arrugar el papel con las manos. Era evidente que el certificado estaba poniendo a prueba la entereza de aquel arrogante empresario.Mientras Asher Crosetti estaba centrado en descubrir la vida pasada de su asistente, en la casa de Omar Crosetti, su padre, se estaban instalando. De alguna manera, Katherine había convencido a su tío de dejarlos vivir un tiempo bajo el mismo techo. Samuel, aunque no toleraba la presencia de Asher, prefirió omitir aquel detalle para complacer a su esposa y al padre de Asher. Para él era sumamente importante tener a ambos de su lado. Nada de lo que dijera su enemigo en negocios lo afectaría; poco a poco, se estaba introduciendo en el núcleo de aquella familia. Su único objetivo era tomar el puesto de vicedirector
— ¿Qué haremos ahora? — preguntó con temor a decepcionar a Asher Crosetti.— Starling, si no nos apresuramos quedaremos mal frente a todos. Tenemos cinco horas. — dijo Siena, haciendo que los demás se miraran entre ellos.— Bueno... Yo puedo encargarme de los decorativos. Con ayuda de los demás, puedo hacerlo — Martina sabía que todos tendrían problemas si no intentaban arreglarlo.— Starling, ¿crees que podrás conseguir los ingredientes para preparar los aperitivos? — Starling miró sorprendida a sus compañeras.— Bueno, yo... está bien. Lo haré. Solo espero que lo que estén pensando resulte. ¡O estaremos todos condenados! — Los tres se pusieron manos a la obra.Durante las horas restantes, Siena se dedicó a cocinar todos los aperitivos para la cena. Aunque no era chef profesional, cocinaba muy bien. Ella, al igual que Martina, sentía la necesidad de hacer lo que fuera para conservar su empleo.Martina tenía a su madre con una enfermedad terminal, y más que nunca necesitaba el trabajo
« ¿Se ha vuelto loco? » se pregunta Siena mientras Samuel la lleva a un lugar más íntimo. Después de unos minutos, Samuel la lleva a un pasillo cercano a una habitación, lo que incomoda a Siena.— ¿Qué haces aquí? ¿No acordamos encontrarnos? — Samuel no espera mucho para cuestionarla sobre su presencia en la empresa de su cuñado.— ¡Suéltame!... No sabía que estarías aquí. Si lo hubiera sabido, no vendría. No quiero tener contacto con alguien como tú — afirmó Siena, dejando clara su postura ante la presencia de Samuel.— ¿Qué haces con Asher? —preguntó seriamente. Siena no puede creer que Samuel esté de alguna manera reclamándole por verla con otro hombre.« ¿Quién se cree para reclamarme? ¡Es un idiota! » Piensa ella, atenta a las palabras de Samuel. No puede creer que, después de tanto tiempo de haberse encontrado, él se atreva a reclamarle algo.— ¡Disculpa! ¿Me estás reclamando? ¿Quién te crees que eres para hacerlo? —reprocho Siena las acciones de su exesposo.Con la espalda haci