Tampoco comprendía por qué él la miraba con gesto ofendido. Su teléfono no dejaba de vibrar, estaba a punto de ponerse a llorar allí mismo, en plena presencia de su jefe, por lo que dejó de prestar atención al silencioso y formidable desconocido, y abrió la puerta de la oficina para salir. Por su parte, Asher entendía que aquella joven estaba tímida, temerosa e intranquila, seguramente influenciada por las historias que habían circulado sobre él.
Siena se esforzaba por cumplir las expectativas de su jefe y compañeros de trabajo. Poco a poco, la formalidad elegante con la que la trataban se estaba disipando; durante la hora de almuerzo, todos compartían en el restaurante de la empresa. Trataba de evitar preguntas íntimas y deseaba terminar el almuerzo rápidamente. Cuando se dispuso a levantarse, recibió una llamada de Selim.
— ¿Cómo están allí? —pregunto Siena, había logrado subir a la terraza del edificio, el lugar ideal para una video llamada con Selim y ver a su hijo.
— ¡Estamos genial! Ya lo bañé y le di de comer. ¿No es cierto, mi pequeño? —dijo Selim. Ese momento era especial para la bella asistente, ver a su hijo en la pantalla la tranquilizaba.
—Bien... En cuanto termine de trabajar, regresaré a casa. Oye, Selim, debo colgar —Siena cortó rápidamente la llamada al escuchar un ruido que captó su atención. Se dirigió hacia el origen del sonido, aunque aún faltaba media hora para volver a su oficina; la curiosidad la estaba matando.
De repente, unas manos fuertes la sujetaron, lo que la hizo exhalar un jadeo.
— ¿Qué hace aquí, señorita Brabery? —Sorprendida por aquella voz, Siena abrió los ojos automáticamente.
No entendía por qué la tuteaba ni por qué la miraba de esa manera. Por alguna razón, aquel hombre le recordaba, por primera vez en mucho tiempo o quizás por primera vez en su vida, que era una mujer.
Atrapada contra la pared de la terraza del edificio, Siena no tenía escapatoria.
—Por favor, déjeme ir... No estaba espiándolo ni nada por el estilo, señor. ¡Créame! —exclamó ella.
— ¿Y qué hacía aquí entonces?... ¿Hablando con su esposo? ¿O quizás con su prometido? —Él preguntó algo tan íntimo que a ella le resultó desconcertante que le interesara la vida personal de los demás, era inaudito.
—Mis disculpas —replicó él a Siena con tono irónico.
— Evidentemente, cometí un error. —se enderezó, pero eso no mejoró la situación. La mirada de Asher se intensificaba aún más, el brillo de sus ojos oscuros se volvió más penetrante y cuando sonrió burlonamente, Siena sintió un escalofrío.
—Vaya, me gustaría seguir conversando con usted, pero debemos trabajar —sintió un gran alivio al ver que su nuevo jefe la dejaba ir sin seguir interrogándola.
Salió rápidamente, prácticamente huyendo de ese lugar y bajó las escaleras. No sabía cómo no había tropezado y rodado por las escaleras con los tacones de sus zapatos. Se sentía incómoda con la presencia de ese hombre. La tarde iba llegando a su fin y Siena ansiaba la hora de salir de allí para ver a su pequeño niño.
Una ventana transparente separaba la oficina de Siena de la de su jefe. Asher, discretamente, observaba atentamente a su nueva secretaria. Algo en ella lo atraía, no sabía si era su belleza o su aura de misterio.
Después de haber pasado casi ocho horas detrás de aquel escritorio, ordenando, limpiando y organizando la agenda apretada de su jefe, la alarma de su celular sonó, indicando que era hora de retirarse. Siena tomó su bolso y se dirigió hacia la salida. Mientras tanto, Asher permanecía en la oficina, observando a Siena mientras ella se marchaba, y verificó la hora en su reloj. No tenía intención de detenerla, pero era evidente que buscaría sus datos personales.
No recordaba dónde o con quién la había visto. Asher pensó que tal vez estaba confundiéndola con alguna mujer que se había encontrado fuera de la empresa. Sin embargo, esa intriga lo acechaba y estaba decidido a averiguarlo.
— Starling, tráeme los datos personales de la nueva asistente a la oficina —demandó con voz seca. El gerente llevó el documento ante Asher antes de retirarse.
— Señor... ¿Está todo bien con la nueva asistente? —se atrevió a preguntar Starling.
— Sí, solo estoy verificando por rutina. Ya puedes retirarte, Starling —respondió Asher mientras ojeaba los datos personales de Siena.
Aunque nada de lo que leía le parecía extraño, el apellido Brabery llamaba mucho su atención. Después de haber quedado completamente solo, sentado en su silla frente a su escritorio, intentó recordar dónde la había visto, pero no logró recordar.
En el apartamento de Siena, madre e hijo estaban juntos nuevamente. El hecho de pasar tantas horas lejos de su bebé no agradaba en absoluto a la joven madre. Dylan tomaba su leche mientras su madre reflexionaba sobre todo lo ocurrido en la empresa.
A diferencia de su jefe, ella estaba cansada y no dudó en irse a dormir temprano. Al día siguiente, debía estar en la oficina antes que su jefe.
Las semanas transcurrieron de manera normal y Asher no se había presentado en la empresa desde hacía una semana, lo que dejaba a Siena más tranquila y cómoda.
Era viernes y para Siena era un alivio saber que pasaría todo el fin de semana junto a su hijo. Solo necesitaba dejar todo en orden para el lunes y retirarse más temprano. Mientras cerraba la computadora de su oficina, su celular sonó, pero ella, segura de que sería Selim, decidió no contestar.
Al salir de la oficina, una bocina de auto llamó su atención, pero prefirió ignorarla, sin interés en saber quién la llamaba. Caminaba alegremente por las calles cuando fue interceptada por el mismo auto y la persona a la que menos esperaba ver, la miraba de manera arrogante.
— Señor Asher, me tomé la libertad de salir un poco más temprano — dijo Siena, frustrada por ver a Asher Crosetti y saber que su plan de llegar a casa más temprano fue truncado.
— Por supuesto —añadió él, esbozando una sardónica sonrisa —Sube, por favor— concluyo.
Siena se sentía como una presa a punto de caer en las redes de un depredador, sujetando con más intensidad su bolso para reprimir sus miedos. Asher caminaba hacia la puerta del pasajero mientras abría la puerta del acompañante.
Luego tomó su mano, supuestamente para ayudarla a subir al coche. Fue como un estallido de fuegos artificiales. Aquello era una locura.
Las sensaciones galopaban en su interior. Era como un incendio que la envolvía por completo, haciendo que la ciudad y toda su historia desaparecieran, como si nunca hubieran ocurrido. Haciéndola preguntarse, anhelar...
Quería apartar la mano, como solía hacer siempre que alguien la tocaba sin su permiso, pero no lo hizo. Porque por segunda vez en su vida quería seguir tocando a un hombre. Esa asombrosa verdad provocó un terremoto en su interior.
— No podremos irnos si no subes al coche —dijo Asher, mirándola de una manera que la dejó sin aliento.
Su voz parecía avivar un fuego dentro de ella, como si el roce de su mano fuera un acto sexual. Y eso sería una tragedia, ¿verdad? Siena no podía respirar y temía que la sensación que la envolvía no fuera pánico. Porque ella sabía lo que era el pánico y aquello era mucho más profundo. Era algo que te cambiaba la vida, pensó, atónita.
Pero lo único en lo que debía pensar era en su hijo que la esperaba en casa. Intentó apartar la confusión y subir al coche antes de que sus piernas flaquearan. Antes de hacer algo que luego lamentaría, como acercarse más a ese hombre que la estaba llevando a experimentar una vez más el fino camino de volver a sentir amor por alguien más.
— Dime tu dirección, te llevaré a tu casa —Siena abrió los ojos, ya que no tenía previsto que la llevaran directamente a su casa. Esto aumentó sus nervios, ya que no quería revelar que era madre soltera. Sabía que si su jefe descubriera que tenía un hijo tan pequeño, correría el riesgo de perder su trabajo.
Asher observaba detenidamente a Siena y notaba su incomodidad ante la propuesta.
Una sonrisa forzada apareció en el rostro de la joven madre — Sí, claro. Pero si tienes prisa, puedo tomar el autobús. No será un problema para mí —dijo Siena mientras intentó salir del auto, pero escuchó que se cerraban las puertas automáticamente.
—No, no tengo prisa... ¿Tú la tienes? —interrumpió de repente Asher, dejando a Siena sin palabras ni posibilidad de responder.
—No, no, claro que no —respondió Siena, nerviosa. El viaje fue incómodo, Siena evitó hablar, sintiendo que Asher la estaba examinando, como si estuviera esperando que cometiera un error para despedirla.
— Aquí es... Disculpa las molestias de cruzar toda la ciudad —Asher se inclinó para ver el edificio cercano. Todo aquello le resultaba extraño; solo se le ocurrió que quizás ella había proporcionado una dirección falsa para no ser rechazada.
— ¿Vives aquí?... ¿No está muy lejos de tu trabajo? Si quieres, puedo pasarte a recoger —propuso Asher. Siena, preocupada, no quería pensar en lo que su jefe diría si descubría que había dado una dirección falsa para mantener el trabajo. Un nerviosismo disfrazado de risa se escapó de Siena. Por su parte, Asher la miraba atentamente, seguro de que algo en ella no era normal.
—Nos vemos el lunes... ¡Que tengas un buen fin de semana, señor! —Siena dejó a Asher con la palabra en la boca y se adentró en el edificio. Asher decidió marcharse, pero en el camino recordó que ella había dado esa dirección. La duda se instaló desde el momento en que notó su extraño comportamiento. Estacionó su auto al lado de la carretera. Asher solía seguir su intuición, algo que no hacía con frecuencia, pero casi nunca fallaba.
«Qué tontería» «Pero, no pierdo nada con comprobarlo» pensó para sí mismo mientras volvía al edificio. Abrió el maletero de su auto y tomó una carpeta con documentos; tendría una excusa válida, la carpeta contenía documentos para que ella firmara y se inscribiera en un seguro médico.
Caminó hacia la puerta del edificio con la carpeta en la mano y extiende la mano para abrirla justo en el momento en que una mujer de edad avanzada lo hace.
— Disculpe... Estoy buscando a una joven llamada Siena Brabery —dijo Asher. La mujer lo mira como si fuera de otro planeta o como si estuviera hablando otro idioma.
—No conozco a ninguna mujer joven viviendo aquí, jovencito —responde la mujer, dejando a Asher perplejo. No podía creer o no quería creer que Siena hubiera mentido descaradamente.
— Un momento, ya no la molestaré... ¿Ha visto a esta mujer entrar aquí o venir con frecuencia? —preguntò Asher mientras le muestra una fotografía. La mujer observa con atención y luego mira detenidamente al joven.
— No, joven, jamás la he visto. ¿Y qué haría aquí, joven? Esto es un albergue para ancianos. ¿Tiene familia aquí, joven? — responde la mujer. Una vez más, Asher había confiado en sus intuiciones y, por supuesto, no le habían fallado.
Mientras la mujer de edad avanzada se aleja, Asher observa el edificio. Arruga con fuerza el documento que tiene en la mano. La fotografía que le había quitado a Siena le había ayudado a descubrir la mentira que ella había creado.
Mientras conduce de regreso a casa, Asher sigue intentando entender la actitud de esa mujer que le pareció interesante. La belleza de ella lo había cautivado, pero al mismo tiempo le había desafiado a descubrir el secreto que su asistente intentaba ocultar con tanto afán.
Una llamada interrumpe su concentración —Hola... ¿Dime, Katherine? ¿Qué sucede? —pregunto Asher, curioso al ver que era su hermana quien intentaba hablando con él. Había pasado mucho tiempo desde que se había casado con el empresario e incompetente directo de la empresa "Cielo Digital".
— Estamos en la casa de nuestro padre, quería invitarte a una cena que tendremos con él — Dice Katherine. Asher sabe que esa cena no será una ocasión ordinaria. Tener que aguantar la presencia de su cuñado será una verdadera pesadilla.
No sabe cómo ni cuándo su hermana se enredó con un hombre como Samuel Crawford. Ya ha habido suficientes escándalos, suficiente desenfreno irresponsable y egoísta por parte de ese hombre. Asher ha pasado toda su vida solucionando los conflictos creados por su padre, su hermana y su esposo, uno de sus mayores quebraderos de cabeza.Samuel Crawford representa el licencioso libertinaje de su familia y su padre quiere que desaparezca, junto con los recuerdos de las erróneas decisiones de su sobrina. Pero nada de lo que el padre de Asher desee podrá hacerse realidad. La situación se complica aún más porque su hermana está embarazada. Enormemente, innegablemente, irrevocablemente embarazada.Por supuesto, todo lo que el padre de Asher desea se frustra debido al embarazo de su hermana. No puede hacerlo, no al precio de la felicidad de ella y la dulce espera que tiene por delante, aunque eso signifique que los constantes conflictos en el seno familiar sigan creciendo.Lo único que podía esper
— ¡Te llevaré a casa! —sentenció Asher, haciendo que Siena sintiera el verdadero peligro que se cernía sobre ella.— No, no es necesario. Llamaré un taxi para que me lleve. No quisiera perturbar su tiempo, señor — Siena retiró su bolso y sus manos, saliendo prácticamente huyendo de su jefe.Asher la siguió para abrir él mismo la puerta del taxi a su asistente. Aunque estuviera enojado, no iba a dejar de ser caballeroso. Cuando el taxi partió, alguien del restaurante trajo su automóvil. Sin duda, la seguiría. Siena, ajena a las sospechas de su jefe, estaba contenta de regresar a casa. Bajó del taxi y se dirigió hacia el edificio, uno que Asher conocía perfectamente, como varias otras propiedades que poseía en la ciudad.El joven empresario decidió no bajar y averiguar personalmente. No quería verse envuelto en una situación comprometedora, pero al menos ahora sabía dónde vivía su asistente.—Hola Kent, tengo un trabajo para ti. Te enviaré los datos de una persona; quiero que averigües
— Señor Crosetti, le traje el certificado de la señorita Brabery — dijo Starling, dejando el papel sobre la mesa de su jefe antes de retirarse. Asher tomó el certificado y lo leyó; una leve sonrisa se formó en la comisura de sus labios, para luego arrugar el papel con las manos. Era evidente que el certificado estaba poniendo a prueba la entereza de aquel arrogante empresario.Mientras Asher Crosetti estaba centrado en descubrir la vida pasada de su asistente, en la casa de Omar Crosetti, su padre, se estaban instalando. De alguna manera, Katherine había convencido a su tío de dejarlos vivir un tiempo bajo el mismo techo. Samuel, aunque no toleraba la presencia de Asher, prefirió omitir aquel detalle para complacer a su esposa y al padre de Asher. Para él era sumamente importante tener a ambos de su lado. Nada de lo que dijera su enemigo en negocios lo afectaría; poco a poco, se estaba introduciendo en el núcleo de aquella familia. Su único objetivo era tomar el puesto de vicedirector
— ¿Qué haremos ahora? — preguntó con temor a decepcionar a Asher Crosetti.— Starling, si no nos apresuramos quedaremos mal frente a todos. Tenemos cinco horas. — dijo Siena, haciendo que los demás se miraran entre ellos.— Bueno... Yo puedo encargarme de los decorativos. Con ayuda de los demás, puedo hacerlo — Martina sabía que todos tendrían problemas si no intentaban arreglarlo.— Starling, ¿crees que podrás conseguir los ingredientes para preparar los aperitivos? — Starling miró sorprendida a sus compañeras.— Bueno, yo... está bien. Lo haré. Solo espero que lo que estén pensando resulte. ¡O estaremos todos condenados! — Los tres se pusieron manos a la obra.Durante las horas restantes, Siena se dedicó a cocinar todos los aperitivos para la cena. Aunque no era chef profesional, cocinaba muy bien. Ella, al igual que Martina, sentía la necesidad de hacer lo que fuera para conservar su empleo.Martina tenía a su madre con una enfermedad terminal, y más que nunca necesitaba el trabajo
« ¿Se ha vuelto loco? » se pregunta Siena mientras Samuel la lleva a un lugar más íntimo. Después de unos minutos, Samuel la lleva a un pasillo cercano a una habitación, lo que incomoda a Siena.— ¿Qué haces aquí? ¿No acordamos encontrarnos? — Samuel no espera mucho para cuestionarla sobre su presencia en la empresa de su cuñado.— ¡Suéltame!... No sabía que estarías aquí. Si lo hubiera sabido, no vendría. No quiero tener contacto con alguien como tú — afirmó Siena, dejando clara su postura ante la presencia de Samuel.— ¿Qué haces con Asher? —preguntó seriamente. Siena no puede creer que Samuel esté de alguna manera reclamándole por verla con otro hombre.« ¿Quién se cree para reclamarme? ¡Es un idiota! » Piensa ella, atenta a las palabras de Samuel. No puede creer que, después de tanto tiempo de haberse encontrado, él se atreva a reclamarle algo.— ¡Disculpa! ¿Me estás reclamando? ¿Quién te crees que eres para hacerlo? —reprocho Siena las acciones de su exesposo.Con la espalda haci
— Lo sabía, sabía que me pediría algo a cambio... ¿Qué quiere el CEO más atractivo y autoritario de Nueva Italia? —dijo Siena desafiante. Asher no pudo evitar reír en voz alta al oír aquellas palabras.— Es algo sencillo, seguirás fingiendo ser mi novia, y algo más; te mantendrás alejada de Samuel Crawford. Supongo que no será tan difícil hacerlo, ¿no es así, señorita Brabery? — Asher se acercó a ella peligrosamente, pero Siena no mostró intención de alejarse ni de apartar su mirada de la suya.— ¿Qué sucederá si no lo hago? —preguntó, dejando a Asher sin palabras, mientras lo miraba directamente a los ojos.Exhausta. Esa era la exacta condición en la que se encontraba Siena. Trabajar sin descanso e intentar proteger aquel secreto de todos aquellos que consideraba una amenaza para su estabilidad emocional era una verdadera hazaña.— Si no aceptas, entonces me veré obligado a exponer tu secreto. Eso implicaría que te despidieran y que tu secreto fuera expuesto ante los demás. Entonces,
Es evidente que Asher Crosetti no la dejará en paz, y que tarde o temprano ella tendrá que pagar por esa osadía.Los días pasaban y el proyecto, así como el trabajo en la empresa, no paraba. Siena, al igual que Starling y sus demás compañeros, estaba muy ocupada. Cada tarde, el lugar de encuentro era la cafetería de la empresa. Con el paso de los días y los meses, todos llegaron a tomar cariño a Siena.Sin embargo, las cosas se volvieron extrañas en la empresa cuando, estando sentados y disfrutando del almuerzo y las anécdotas, la presencia de una mujer interrumpió el ambiente.— ¡Qué bueno que todos estén reunidos aquí! Así podemos ponernos de acuerdo y, ¿por qué no?, llevarnos bien, ya que seremos compañeros de trabajo.Todos quedaron perplejos. Algunos con la boca abierta al darse percatarse de que se trataba de Ashly, la exnovia de su jefe, lo que cambió radicalmente el ambiente.Algunos observaron a Ashly para luego contemplar el rostro de Siena, quien se estaba frotando la nuca
— ¿Qué sucede, Siena? ¡Siena! ¿Qué estás haciendo? — Preguntó Asher. Siena intenta levantarse para salir de allí, pero Asher, quien la está observando, considera que no es prudente que lo haga.— Por favor, señor, debo ir al hospital. Dylan, él me necesita — manifiesta ella con voz temblorosa. Escuchar el nombre de Dylan en boca de Siena hace que Asher piense que podría tratarse de su hijo. Sin darle más explicaciones, Siena se abre paso para salir. Sus compañeros, que la están observando, la ven apresurarse fuera de la habitación, visiblemente angustiada.Asher, intrigado por la mención del nombre de Dylan, la sigue. La curiosidad sobre quién podría ser esta persona que ella nombra lo perturba. Después de llegar al hospital, Siena corre a ver a Selim.La impotencia de no saber nada sobre su hijo o qué es lo que tenía enfermo la estaba llevando poco a poco hacia el pánico. Dylan era todo para ella, su fortaleza y también su debilidad. Antes de ser madre, Siena no entendía por qué algu