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5- UN AMOR DEL PASADO REGRESA

— ¡Te llevaré a casa! —sentenció Asher, haciendo que Siena sintiera el verdadero peligro que se cernía sobre ella.

— No, no es necesario. Llamaré un taxi para que me lleve. No quisiera perturbar su tiempo, señor — Siena retiró su bolso y sus manos, saliendo prácticamente huyendo de su jefe.

Asher la siguió para abrir él mismo la puerta del taxi a su asistente. Aunque estuviera enojado, no iba a dejar de ser caballeroso. Cuando el taxi partió, alguien del restaurante trajo su automóvil. Sin duda, la seguiría. Siena, ajena a las sospechas de su jefe, estaba contenta de regresar a casa. Bajó del taxi y se dirigió hacia el edificio, uno que Asher conocía perfectamente, como varias otras propiedades que poseía en la ciudad.

El joven empresario decidió no bajar y averiguar personalmente. No quería verse envuelto en una situación comprometedora, pero al menos ahora sabía dónde vivía su asistente.

—Hola Kent, tengo un trabajo para ti. Te enviaré los datos de una persona; quiero que averigües todo sobre ella y me mantengas informado —demandó Asher. Kent, su hombre de confianza y mejor amigo, solía estar a cargo de las demás empresas y, por lo general, viajaba por motivos de negocios.

— Sí, Asher, está bien. En el transcurso de la semana te enviaré el informe del hotel Techo de Cristal —Kent era muy eficiente y rara vez dejaba pendientes las tareas que debía presentar ante Asher.

— Y Kent... Esto es confidencial, nadie de mi familia debe saber sobre esta persona aún —para el joven empresario, esa asistente elegante y llena de secretos lo había cautivado desde el primer momento en que la vio.

El domingo pasó rápido y, de repente, Siena estaba acostada junto a su hijo, jugando con sus manitas y observando cómo crecía rápidamente. Se sentía feliz de estar haciéndolo bien como madre soltera. Ambos se estaban conociendo poco a poco, adaptándose día a día. Siena aprendía a ser una mejor madre, mientras que Dylan disfrutaba de la leche materna y del amor más puro que alguien puede tener al llegar a la vida.

— ¡Buenos días, señorita Siena! — Siena se quedó paralizada al ver a su jefe ya en la oficina, miró su reloj y apenas eran las siete y media.

— Señor Asher... ¿Usted aquí a estas horas? —pregunta con extrañeza. Asher, en cambio, camina hacia ella. Siena, al ver que se acerca de manera amenazante, retrocede a medida que avanza el joven empresario. Cuanto más retrocede, más nerviosa se pone. La fría puerta detrás de ella le deja claro que no tiene más lugar donde retroceder y que se encuentra acorralada ante aquel hombre.

— Señorita Siena, ¿por qué siento que mi presencia la incómoda? —ella sujeta con firmeza los dos vasos de café que lleva para poner en el escritorio de su jefe.

— No, son ideas suyas, señor —respondió con voz temblorosa. Lo cierto es que cada vez que tiene cerca de Asher Crosetti, todo en ella se activa en alerta.

— ¡Estupendo! Entonces prepárese porque viajaremos a Londres por negocios —Asher toma los dos vasos de café que Siena sostenía para salir de su espacio personal.

Ella queda perpleja al escuchar aquella noticia, el pánico la estaba acechando, dejándola fuera de sí. Asher seguía hablando mientras bebía su café, mirando por aquel ventanal y admirando la belleza que podía ver desde allí.

Un golpe seco logra llamar la atención del joven empresario. Al voltear para ver qué sucedía, nota a su asistente tirada en el suelo, completamente inconsciente. Verla así alarma a Asher, se apresura a ir y sostenerla en sus brazos.

— ¡Señorita Siena, abra los ojos!... ¿Me oye? — Asher golpea las mejillas de Siena, no demasiado fuerte, pero lo suficiente para que ella recupere el conocimiento.

Al ver que Siena aún estaba inconsciente, la preocupación de Asher iba en aumento. Verla así en sus brazos provocaba una sensación extraña que empezaba a crecer en su interior.

— ¡Starling!... ¡Starling! — grita desde el interior de su oficina. Mientras llamaba a su gerente y jefe de personal, toma en sus brazos a Siena y la lleva al salón que se encontraba en su oficina.

— Sí, señor... Estoy aquí — dice Starling, entrando de manera improvisada en la oficina de su jefe. Lo que ve deja a Starling sin palabras. Como era costumbre, detrás de él, entran sus otros empleados. Martina, al ver que Siena se encontraba desmayada, se acerca a ella.

— ¿Qué le ha pasado a Siena? —preguntò sin reparos, tomando las manos de Siena entre las suyas.

—Starling, ve y trae algún perfume o algo que la pueda despertar. ¿Qué esperas? ¡Starling, apúrate!—eleva su voz Asher.

—Sí, sí, señor — responde Starling, saliendo apresuradamente de allí.

—Yo, yo tengo una colonia, eso le ayudará a despertar —dice Martina antes de salir de la oficina. Antes de que regrese Starling, Martina ya estaba despertando a Siena con la ayuda de la colonia. Poco a poco, Siena Brabery estaba volviendo a sus sentidos. Los demás que estaban allí observándola no entendían qué le había ocurrido para que se desplomara en el suelo. Asher, sentado a un lado de ella, fija sus ojos en ella. En su interior, se instalan ciertas preguntas, pero para él no era el momento de hacerlas.

— Siena... ¿Qué ha ocurrido? Tienes el semblante pálido, es como si hubieras visto un fantasma —pregunta Martina mientras seguía frotándole las manos.

— Estoy bien, les pido disculpas por el susto. No me he sentido bien estos días, quizás fue la lluvia de la otra vez. Supongo — Siena no supo qué disculpa dar. Lo único que se le ocurrió decir fue eso, sin dejar claro que se había desmayado por el susto de tener que viajar y dejar a su pequeño hijo aquí.

— Starling acompañó a Siena al médico y le dijo que le hiciera un recetario; yo me encargaría de sus seguros y medicamentos si los necesitaba —Siena y los demás estaban atentos a las palabras de su jefe.

— No, no es necesario, señor. Ya me siento recuperada —replicó Siena, tratando de evitar la mirada de Asher sobre ella.

— Solo dile que irás, créeme, no querrás verlo enojado tan temprano —Starling se acercó a Siena para hablarle cerca de su nuca.

— Está bien, iré —respondió de forma seca antes de que Asher pudiera decir una palabra más. Los demás, al ver que tanto Starling como Siena se apresuraban en salir de la oficina de Asher, hicieron lo mismo. Nadie quería quedarse allí delante de su jefe un segundo más. Sabían que tenía un mal genio y nadie quería estar cerca del temido y autoritario Asher Crosetti. Mientras Siena y el gerente de Cielo Digital estaban en el hospital para realizar un chequeo, Kent estaba en el edificio donde vive Siena. Haciéndose pasar por cartero, Kent tenía la excelente excusa de averiguar sobre los nuevos inquilinos. Selim, ajena a que un intruso estaba averiguando por ellos, estaba acunando en sus brazos al pequeño Dylan. Ninguna de las dos mujeres tenía en mente que alguien estaba rondando ese edificio para descubrir sus secretos.

— Doctor, ¿puedo pedirle un gran favor? Como verá, estoy atravesando una situación un tanto compleja. ¿Habría una posibilidad de que me otorgara un reposo por unos días? —Starling, quien tenía la obligación de estar pendiente de lo que decía el médico, no tenía idea de lo que Siena estaba pidiendo al profesional.

— Doctor Valladar, ¿cómo está la paciente? —Starling preguntó, mientras que Siena se encontraba encima de aquella camilla del sanitario.

— La señorita se encuentra con un estrés, supongo que es por el trabajo como también se puede sumar a esto al cambio de la ciudad. Sugiero que ella tenga un reposo un par de días— El Doctor Ciro estaba dando una oportunidad a la bella joven asistente, algo en ella le daba una cierta seguridad, como también la había convencido para acceder aquel pedido.

Starling ya tenía en su mano el recetario como el reposo que debía tener la mujer, algo en Starling llamaba su atención, y es que, no sabía a qué estrés estaría expuesta, ya que acaba de tomar el cargo de asistente de su jefe.

Después de haber acudido al hospital, Siena decide ir a su casa, en el momento en que ella estaba entrando al edificio donde vive, Kent, también estaba cruzando al costado de ella, Siena, ajena al verdadero peligro que estaba corriendo, decide ir a tocar el timbre, y así esperar que Selim le abriera la puerta. La curiosidad de Kent estaba al punto máximo, de manera cauto decide seguir a la bella joven de la fotografía que tenía en el celular, al constatar que se trataba de la misma persona, no duda en seguirla.

— Selim... ¿Dónde van? —preguntó curiosa Siena mientras que extiende las manos para tomar en brazos a su hijo.

— Pensaba en ir a dar una vuelta con mi adorado sobrino ¿No es así mi pequeño tesoro? —Selim responde mientras que con sus dedos juguetea en las mejillas del bebe.

— Vaya, entonces llegue justo a tiempo para ir de paseo con mi adorado príncipe, tesoro de mama —Siena llena de besos a su hijo, mientras que Selim cerraba las puertas de su apartamento. Kent, por otro lado, al escuchar las palabras de las dos mujeres y ser testigo del amor de una madre hacia un hijo, decide violar la privacidad de su víctima.

Con ayuda de un fino metal, estaba forzando la cerradura de la puerta para que finalmente abriera, esto sin romperla. Una vez dentro, Kent caminaba por el interior de aquel apartamento, prestando atención a cada detalle. Un audífono estaba colocado en uno de sus oídos, vinculado a su móvil. Kent decidió llamar a su amigo. Le pareció importante informar de lo que se había enterado, sintiendo que lo que le dijera a su jefe determinaría su posición en el departamento de las dos mujeres.

— ¿Qué sucede, Kent? — indagó Asher desde el otro lado de la línea.

— Señor, estoy en el departamento de las dos mujeres, una de ellas tiene un hijo... Señor, sentí que debía informarle de esto — Las palabras de Kent captaron toda la atención del joven empresario.

— ¿Podría ser su hermana la otra mujer? — se atrevió a preguntar Asher. Mientras escuchaba a su jefe y su amigo de tantos años, Kent ya se encontraba en el interior de la habitación de aquel apartamento.

— Señor, lo único que sé es que la mujer de la fotografía es la madre del bebé, pero por lo que pude ver, parece estar sola criando a su hijo — Todo en ese momento cobraba sentido para el joven CEO, finalmente entendía las verdaderas razones que llevaban a su asistente a actuar de manera extraña.

— Kent... Busca alguna fotografía en la que aparezca con el padre de su hijo. Algo me dice que esa fotografía será útil para mis planes — expuso con autoridad Asher, ya seguro de cómo presionarla aún más. El capricho de aquel joven ya estaba arraigado en el corazón del joven CEO.

Después de haber observado minuciosamente el lugar, Kent no encontró nada que pudiera vincularla con algún hombre. Solo tomó una pequeña fotografía donde aparecía Siena con su bebé. Esa foto llegaría muy pronto a manos de su jefe. Por otra parte, Asher se encontraba en su oficina. Por segunda vez, estaba revisando el registro de Siena, pero no había ninguna mención sobre un hijo. En ese momento, Starling interrumpió aquel pensamiento lleno de dudas, preguntas y curiosidad por conocer la historia detrás de la misteriosa vida que llevaba su asistente.

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