4-BAJO SOSPECHA

No sabe cómo ni cuándo su hermana se enredó con un hombre como Samuel Crawford. Ya ha habido suficientes escándalos, suficiente desenfreno irresponsable y egoísta por parte de ese hombre. Asher ha pasado toda su vida solucionando los conflictos creados por su padre, su hermana y su esposo, uno de sus mayores quebraderos de cabeza.

Samuel Crawford representa el licencioso libertinaje de su familia y su padre quiere que desaparezca, junto con los recuerdos de las erróneas decisiones de su sobrina. Pero nada de lo que el padre de Asher desee podrá hacerse realidad. La situación se complica aún más porque su hermana está embarazada. Enormemente, innegablemente, irrevocablemente embarazada.

Por supuesto, todo lo que el padre de Asher desea se frustra debido al embarazo de su hermana. No puede hacerlo, no al precio de la felicidad de ella y la dulce espera que tiene por delante, aunque eso signifique que los constantes conflictos en el seno familiar sigan creciendo.

Lo único que podía esperar era que el hijo de esa mujer no fuera de Samuel, pero eso sería demasiado optimista. La obsesión de su hermana por ese lamentable hombre había durado algo más de un año.

Ella se había enamorado cuando tenía diecisiete años, y él la había instalado en su apartamento sin importarle que no fuera más que una ingenua muchacha con un nombre inventado, que ni siquiera era mayor de edad. Los paparazzi prácticamente daban saltos de alegría en la calle.

—Katherine se cansará de él —había dicho su padre, después de leer un insultante artículo. Omar Crosetti decidió enfrentar a Samuel, amenazándolo con comprometerse y casarse con su sobrina en poco tiempo. La doble vida que Samuel debía llevar lo había convertido en un ser duro y frío, a punto de ser expuesto ante la sociedad por el tío de una de las mujeres más codiciadas por los solteros de Nueva Italia. Pronto, Katherine acudió a Asher para convencer al hombre de sus sueños de casarse con ella. Asher, con su influencia, se encargó de comprar la mitad de las acciones de la empresa de Samuel, utilizando artimañas para lograr su objetivo.

Ajeno al hecho de que el empresario de esa empresa estaba casado con otra mujer, pocos meses después ya se estaba planificando el compromiso de Katherine Crosetti con Samuel. Solo tenían que esperar a que ella cumpliera la mayoría de edad para casarse con Samuel.

Asher ya se encontraba sentado en la misma mesa que su rival de negocios. Ambos cruzaron miradas, pero no eran miradas comunes, sino miradas cargadas de rivalidad y enemistad. El silencio en esa reunión era impredecible y aterrador. Solo Katherine y su tío estaban contentos y no paraban de conversar para ponerse al tanto.

— ¿Cómo te ha ido con los accionistas en Europa? —preguntó Omar. Samuel terminó de beber su vaso de agua y respondió.

—Nos fue bien. De hecho, en unos meses abriremos una sucursal en Europa. ¿Y cómo le ha ido a Cielo Digital? —Samuel Crawford no perdió la oportunidad de irritar a Asher.

—No podemos decir que nos fue mal. Al contrario, hemos estado mucho mejor que en años anteriores —se podía sentir la energía competitiva en el ambiente. Estaba provocando, aunque no entendía por qué. Samuel y Asher se miraban, mostrando enojo en sus rostros.

Finalmente, la cena llegó a su fin. Asher prefirió no continuar la conversación con el esposo de su hermana. Katherine, a pesar de ver que las dos personas que más adora en su vida no podían estar en el mismo lugar sin provocarse mutuamente.

Cuando la visita de Katherine y Samuel llegó a su fin, Asher decidió ir a ducharse después de un día lleno de reuniones y visitas a cada una de sus sucursales y clientes importantes. No veía la hora de descansar.

Por otro lado, Siena Brabery se encontraba en su pequeño departamento. Estar en su cama junto a su adorado niño ya no le importaba nada.

Selim, aunque no vivía con ella, estaba en contacto constante. Mientras estaba acostada, jugando con las manitas de su bebé, fue interrumpida por el timbre de mensaje en su celular.

— Siena, mañana tengo una reunión de trabajo. Como eres mi asistente, debes acompañarme. Te espero en el restaurante Tex—Men a las nueve de la noche —al leer el mensaje de un remitente sin nombre, Siena no pudo evitar soltar un suspiro.

Era sumamente extraño para Siena que la citara en un restaurante un sábado por la noche. El simple hecho de que muy pronto lo tendría nuevamente frente a ella la hacía temblar. Una electricidad recorría su cuerpo cada vez que recordaba la mirada de Asher. Prefirió dormir junto a su hijo para descansar.

Al día siguiente, Siena tenía que ir de compras al supermercado, y Selim la acompañaría. Ambas se asegurarían de surtir sus provisiones, ya que muy pronto ella se mudaría con ella.

Dylan estaba profundamente dormido en brazos de su madre mientras Siena y Selim buscaban lo que necesitaban. Lo que Siena jamás imaginó fue que se encontraría con Starling en el mismo supermercado comprando. Pero, por caprichos de la vida, o más bien por alguna extraña gracia, Starling no la vio. Como si fuera un vil criminal, Siena tuvo que esconderse para que el gerente de la empresa donde trabaja no la viera.

— Siena, ¿qué sucede contigo? —Selim no esperó mucho para preguntar sobre aquella extraña actitud de su amiga.

— Baja la voz, que no te escuchen, especialmente el hombre que está frente a nosotros —Selim observó discretamente al hombre que estaba justo enfrente.

— Starling... Es el gerente, ¿por qué te escondes? —volvió a indagar. Esta vez, Selim bajó la voz.

— Para mantener el puesto, no revelé que soy madre. —al escuchar eso, Selim recordó las condiciones que tenían las asistentes para ocupar el cargo.

— Dame tu bolso, si descubre que soy yo la madre, no te afectará... También tu bolso. ¿Aun así sospechará? — Siena entregó su bolso, esperando que Starling no sospechara. Cuando Siena tomaba algo del supermercado, Starling la vio.

— Siena, ¿también estás comprando? Lo siento, permíteme presentarte a mi esposa Mirian. Mirian, ella es la nueva asistente del joven Asher. —Mirian era la típica mujer que no ocultaba sus pensamientos.

— Entonces te llamas Siena... Es un placer. Lamentablemente, tu belleza no te salvará de la ira de Asher Crosetti —Siena se sorprendió al darse cuenta de que ninguno de aquellos que conocían a su jefe tenía una buena imagen de ese ejecutivo.

— Selim, tú también estás aquí —Starling señaló a Selim, y ambos ya estaban en la mira de Starling.

— ¿Ambos están juntos? ¿Se conocen? —No tardaron las preguntas del gerente. Tanto Siena como Selim estaban nerviosos.

— Sí — Ambos respondieron al unísono.

— Oh, mira, Starling. El hijo de Selim es hermoso. Luego me pasas tu dirección, queremos ir a visitarte para verlo mejor — Tanto Siena como Selim se miraron al mismo tiempo.

Por un lado, Siena se sentía aliviada; al parecer, Starling y su esposa habían creído que el bebé era de Selim. Pero, por otro lado, sentía que a medida que pasaban los días se enredaba más en situaciones complicadas. Haría cualquier cosa por proteger a su hijo y mantener el trabajo. Jamás se le había ocurrido buscar a Samuel para decirle que había nacido el hijo de ambos. El orgullo de ella era más fuerte que sus dudas constantes sobre qué decirle a su hijo en el futuro sobre su padre.

Siena jamás había actuado de forma egoísta, pero esta vez sentía que lo haría. Había pagado caro por aquel amor que luchó contra todo y finalmente sintió la traición. Ahora, no dejaría que nadie la lastimara. Estaba dispuesta a ocultar la verdad de su padre siempre que ella y su hijo estuvieran seguros. Después de superar el primer obstáculo del día, se bajó del taxi frente a un restaurante frecuentado por personas influyentes. Siena se preguntaba qué hacía allí un sábado. El viento golpeaba su rostro mientras observaba el cielo, una lluvia se avecinaba, pero no era eso lo que le preocupaba, sino la persona que la esperaba dentro de aquel lugar. Asher ya se encontraba en el interior del restaurante, acompañado por una pareja elegante e influyente.

— Buenas noches... Disculpen mi demora, pero la carretera estaba muy congestionada — las palabras de Siena llamaron la atención de las dos personas que estaban frente a Asher, pero él simplemente sonrió levemente, como si lo que acababa de decir fuera una broma de mal gusto.

— Señores, les presento a mi nueva asistente, la señorita Siena Brabery. Siena, te presento a los inversores de Canadá, la señora Leticia Marín y su esposo Anthony Casanova —Asher sabía que apenas comenzaba su pequeña venganza por atreverse a mentirle fríamente.

— Un gusto conocerlos —manifestó Siena mientras saludaba cortésmente al matrimonio.

Las horas pasaban y Siena estaba atenta a cada conversación entre su jefe y los inversores, sintiéndose incómoda, como si estuviera de más. Aun así, intentaba mostrarse tranquila con una sonrisa que contagiaba hasta a los meseros que se acercaban a dejar los pedidos de los clientes.

— Hemos pasado dos horas hablando de trabajo. Señorita Siena, veo que usted no habla mucho. Dígame, ¿qué opina del proyecto Centurión? —Las miradas de Asher y del matrimonio estaban fijas en ella.

— Bueno, pienso que si está destinado al turismo, debería haber en este punto, aquí y otro más aquí, un complejo donde las madres puedan llevar a sus hijos para disfrutar de un parque recreativo, y además, tener un lugar donde preparar sus almuerzos para compartir en familia —Todos quedaron en silencio al escucharla. Siena sintió presión al terminar de dar su opinión, sin saber si había hecho bien o si había perjudicado a su jefe. El silencio entre los tres era alarmante para ella.

— Vaya, jamás se nos había ocurrido. Creo que es una gran idea. ¿Qué opina, Sr. Asher? —Asher, tras escuchar las palabras de su asistente, aclaró la garganta antes de dar su respuesta.

— Sí, supongo que los complejos para los más pequeños estarían muy bien ubicados. Pero todos sabemos que sería más costoso al momento de invertir en ello —Siena, era la primera vez que daba su opinión en un proyecto de trabajo de esa magnitud. Ni siquiera cuando estuvo casada con Samuel se atrevía a opinar en asuntos relacionados con su trabajo.

— No importa lo que cueste, quiero esos complejos allí. Podemos establecer el costo y la fecha de finalización de la construcción, Sr. Asher. Mis abogados se pondrán en contacto con ustedes para firmar y comenzar con esto —dijo Casanova, extendiendo la mano para estrecharla con la de Asher.

— Señorita Siena, esperamos que, cuando el complejo esté terminado, traiga a sus hijos y a su esposo a nuestro complejo — El rostro de Siena palideció al escuchar esas palabras.

— Ella no está casada ni tiene hijos. Si los tuviera, créanme, no estaría trabajando conmigo — Asher pronunció esas palabras mientras clavaba sus ojos en el rostro de ella. Siena, sintiendo esa mirada penetrante y desafiante, apretó las manos nerviosamente.

— ¿Cómo? No entiendo —exclamó Leticia, sorprendida por las palabras de Asher.

— ¡Es una política de mi empresa! —Asher mostró una pequeña sonrisa mientras guiñaba el ojo en complicidad con los dos inversores. Estaba claro que lo tomaban como una broma para intimidar a la asistente, aunque ellos no sabían que esa era realmente la política de la empresa Cielo Digital.

Después de despedirse de los inversores, Siena no dudó en hacer lo mismo. Miró la hora en su reloj de mano, un poco desgastado por el uso, y tomó su bolso. Una mano fuerte y grande detuvo sus acciones. Levantó la mirada hacia Asher, que la fulminaba con la mirada. Si las miradas de enojo mataran, Siena ya estaría muerta. Tragó saliva con dificultad y se mantuvo en la misma posición.

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