Capítulo 31. Es mentira.

Al día siguiente Meyers no dejaba de mirar a Isabella esperando que ella finalmente se despertara, ella había pasado toda la noche durmiendo y él solo había podido dormirse unas pocas horas, tanto por la incomodidad del sillón como por las preocupaciones que tenía en mente.

— ¿Dónde está Bastián? ¿Está bien? — Preguntó Isabella al apenas despertar, aún un poco adormilada.

— No te preocupes, él está bien, lo llevaron a casa para que descanse, ¿Tú cómo te sientes? — Cuestionó él, al ver que la primera pregunta de ella era sobre Bastián se sintió un poco más tranquilo y tomó la mano de ella.

— Bien y gracias por ayudarme. — Dijo ella sentándose en la cama mientras lo miraba con cierta timidez, al verlo no pudo evitar recordar la forma en la que la cargo y luego mientras la abrazaba le decía que no podía dejarlo.

Con solo este recuerdo su corazón quería salirse de su pecho y quería abrazar a este hombre que la estaba volviendo completamente loca de amor.

— De nada, llamaré al doctor
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