Al día siguiente Meyers no dejaba de mirar a Isabella esperando que ella finalmente se despertara, ella había pasado toda la noche durmiendo y él solo había podido dormirse unas pocas horas, tanto por la incomodidad del sillón como por las preocupaciones que tenía en mente. — ¿Dónde está Bastián? ¿Está bien? — Preguntó Isabella al apenas despertar, aún un poco adormilada. — No te preocupes, él está bien, lo llevaron a casa para que descanse, ¿Tú cómo te sientes? — Cuestionó él, al ver que la primera pregunta de ella era sobre Bastián se sintió un poco más tranquilo y tomó la mano de ella. — Bien y gracias por ayudarme. — Dijo ella sentándose en la cama mientras lo miraba con cierta timidez, al verlo no pudo evitar recordar la forma en la que la cargo y luego mientras la abrazaba le decía que no podía dejarlo. Con solo este recuerdo su corazón quería salirse de su pecho y quería abrazar a este hombre que la estaba volviendo completamente loca de amor. — De nada, llamaré al doctor
Después de terminar de hablar con Bastián, Meyers la llevó a la habitación y al apenas entrar le dio un pequeño beso en los labios. — Lo siento por desconfiar de ti, pero necesitaba asegurarme que no fuera cierto lo que Carla me había dicho. — Se disculpó al separarse del beso, acunando la carita de ella entre sus manos. — No te preocupes, lo entiendo. — Dijo ella con una pequeña sonrisa, pensaba que en su lugar ella también hubiese hecho lo mismo. — Eres asombrosa, me encantas. — Espetó antes de volver a besarla, pero está vez era un beso más apasionado y posesivo. Isabella correspondió al beso rápidamente con su corazón desbocado, sentía que las mariposas en su estómago revoloteaban sin parar y su cuerpo estaba muy caliente, era un poco extraño, pero él lograba que ella sintiera tantas cosas que ni siquiera entendía, solo sabía que se estaba enamorando y adoraba tenerlo cerca y besarlo. Meyers tentado por la belleza de Isabella, se sentía muy caliente y ya no podía soportarlo,
El día de ayer después de hacer el amor los dos pasaron el día juntos, Meyers había estado consintiéndola en cada cosa que podía, le había mandado a traer un ramo enorme de rosas mientras la llenaba de todas las atenciones posibles, haciendo de ese un día maravilloso para que quedara en la memoria de ella para siempre y mientras esto sucedía Isabella se había olvidado por completo de su teléfono, ya que no se lo había llevado el día que Bastián se perdió en el bosque ya tenía dos días sin teléfono y hoy recién se acordó que debía comunicarse con Sonia y al buscar su teléfono se dio cuenta que este estaba apagado. Después de ponerlo a cargar se dio cuenta que tenía muchas llamadas perdidas de ella y la llamó de inmediato, preocupada. — Isabella te tengo que decir algo muy importante, por favor toma asiento si estás de pie. — Dijo Sonia apenas le contestó y su voz sonaba bastante triste, lo que hizo que Isabella se tensara. — Dime, ¿De que se trata? Yo también quería hacerte algunas
Isabella estaba completamente destrozada, pero hoy igualmente tenía que prepararse para despedir a su padre y eso la estaba matando. — Mi princesa, ¿Ya estás lista? Ya casi tenemos que irnos. — Dijo Meyers al entrar a la habitación, abrazándola por la espalda, él estaba siendo lo más cariñoso que podía para que ella supiera que él estaba para apoyarla, cuidar de ella y levantarla de este oscuro fondo en el que estaba cayendo. Isabella se volteó y lo miró a los ojos, sin poder evitar pensar que por lo único que seguía de pie era por este hombre que había estado cuidando de ella, tratando que se sintiera mejor, porque si él no estuviera en su vida, después de enterarse de la muerte de su padre ella no sabía si podría continuar viviendo. — Es tan difícil, estoy tratando de comprender lo que sucedió pero simplemente es demasiado difícil, aún no puedo creer que él esté muerto, era un hombre muy fuerte y estaba por salir de prisión, nada de esto tiene sentido. — Musitó ella mientras sus
Él tuvo que alejarla para conseguir que se calmara y luego de que ella estuvo un poco más tranquila, se continuó con el protocolo y ella se dio cuenta que su amiga Sofia y su hermano se acercaron a darle sus condolencias, sorprendiéndola un poco porque ella no les había dicho nada, pero aún así habían venido a darle su apoyo y eran de las pocas personas que a ella realmente le importaron, porque no habían asistido muchas personas y la mayoría no las conocía. Ellos también estaban muy sorprendidos al ver su cercanía con Meyers, especialmente Sofía, pero al ver a su amiga tan mal no fue capaz de preguntarle nada sobre esto, aunque en su mente estaba sacando sus propias conclusiones y por su parte Will estaba abatido al darse cuenta que ella ya estaba con alguien y lo peor era que con un hombre como Meyers sería muy difícil competir, quizás era mejor si se olvidaba de su interés en ella. El entierro fue sumamente doloroso e Isabella estaba totalmente desconsolada, no dejaba de llorar e
— Sofía no quiero hablar de eso en este momento, te lo explicaré luego. — Respondió Isabella finalmente, sabía que a su amiga le había gustado Meyers cuando lo vio y ahora no sabía cómo explicar que estaba casada con él y había mantenido esto oculto. — Isabella, se sincera por favor, ¿Eres su amante? — Preguntó Sofía un poco molesta, no le gustaban las mujeres que hacían estás cosas y de hecho Isabella le había dicho que seguramente él era casado, por lo que no entendía como la amiga que pensaba que era una buena chica podía hacer algo así. — Por supuesto que es su amante, ¿Qué otra cosa podría ser alguien como ella? — Cuestionó Valeria en voz alta, mirando a Isabella de forma despectiva, atrayendo la atención de varias personas que estaban cerca y en ese momento fue que las otras dos mujeres se dieron cuenta de su presencia. Sofía se quedó atónita, mientras Isabella se sintió molesta, no estaba de humor para tener que lidiar con Valeria. — No diga tonterías, usted no sabe absolut
— Que hermosa eres. — Susurró acunando la mejilla de ella y luego la beso, tratando de olvidarse de todas sus dudas y concentrándose en ese torbellino de emociones que ella le provocaba. — Me encanta cuando sonríes. — Le dijo cuando se separó de sus suaves labios mientras la miraba como si ella fuese lo más maravilloso del mundo, porque para él lo era y que ella no hubiese sonreído estos días atrás lo había estado matando. — Tú me haces sonreír. — Murmuró Isabella en voz baja mientras sus mejillas se ruborizaban. — Dios mío, tú me vas a matar. — Espetó él negando con la cabeza mientras sonreía, sentía que su corazón estaba por explotar, ella evocaba sus sentimientos más profundos y solo quería besarla hasta el cansancio, pero estaban en un sitio público por lo que tenía que esperar hasta llegar a casa y de prisa encendió el motor del auto. Isabella soltó una pequeña risita mientras veía como él manejaba de prisa y cuando llegaron a casa, él la llevo directamente a la habitación, dó
Cuando las dos volvieron vieron a Meyers entretenido en el teléfono mientras los dos niños conversaban y pronto llegó la hora de la cena. Después de que todos disfrutaron de la cena, Sonia y Oscar se fueron, aunque Isabella le había dicho que los dos podían quedarse sin problemas en la casa luego de conversarlo con Meyers, Sonia se había negado, por lo que luego de despedirlos, Isabella subió a la habitación junto a él. — Lo siento. — Susurró Isabella apenas entraron y él la volteó a mirar frunciendo el celo, confundido. — ¿Por qué lo sientes? — Por mentirte con mi edad, Sonia me dijo que ya lo sabes, siento mucho no habértelo dicho antes, pero es que tenía miedo de como lo fueras a tomar y se me hizo más sencillo continuar con la mentira. — Respondió ella bajando la cabeza, sintiéndose culpable y la mano de él tomó su mentón para hacer que ella levantará la cabeza nuevamente y lo mirará a los ojos. — ¿Cuándo confiaras en mí de verdad? — Yo confío en… — No lo haces. — la Interru