Isabella estaba completamente destrozada, pero hoy igualmente tenía que prepararse para despedir a su padre y eso la estaba matando. — Mi princesa, ¿Ya estás lista? Ya casi tenemos que irnos. — Dijo Meyers al entrar a la habitación, abrazándola por la espalda, él estaba siendo lo más cariñoso que podía para que ella supiera que él estaba para apoyarla, cuidar de ella y levantarla de este oscuro fondo en el que estaba cayendo. Isabella se volteó y lo miró a los ojos, sin poder evitar pensar que por lo único que seguía de pie era por este hombre que había estado cuidando de ella, tratando que se sintiera mejor, porque si él no estuviera en su vida, después de enterarse de la muerte de su padre ella no sabía si podría continuar viviendo. — Es tan difícil, estoy tratando de comprender lo que sucedió pero simplemente es demasiado difícil, aún no puedo creer que él esté muerto, era un hombre muy fuerte y estaba por salir de prisión, nada de esto tiene sentido. — Musitó ella mientras sus
Él tuvo que alejarla para conseguir que se calmara y luego de que ella estuvo un poco más tranquila, se continuó con el protocolo y ella se dio cuenta que su amiga Sofia y su hermano se acercaron a darle sus condolencias, sorprendiéndola un poco porque ella no les había dicho nada, pero aún así habían venido a darle su apoyo y eran de las pocas personas que a ella realmente le importaron, porque no habían asistido muchas personas y la mayoría no las conocía. Ellos también estaban muy sorprendidos al ver su cercanía con Meyers, especialmente Sofía, pero al ver a su amiga tan mal no fue capaz de preguntarle nada sobre esto, aunque en su mente estaba sacando sus propias conclusiones y por su parte Will estaba abatido al darse cuenta que ella ya estaba con alguien y lo peor era que con un hombre como Meyers sería muy difícil competir, quizás era mejor si se olvidaba de su interés en ella. El entierro fue sumamente doloroso e Isabella estaba totalmente desconsolada, no dejaba de llorar e
— Sofía no quiero hablar de eso en este momento, te lo explicaré luego. — Respondió Isabella finalmente, sabía que a su amiga le había gustado Meyers cuando lo vio y ahora no sabía cómo explicar que estaba casada con él y había mantenido esto oculto. — Isabella, se sincera por favor, ¿Eres su amante? — Preguntó Sofía un poco molesta, no le gustaban las mujeres que hacían estás cosas y de hecho Isabella le había dicho que seguramente él era casado, por lo que no entendía como la amiga que pensaba que era una buena chica podía hacer algo así. — Por supuesto que es su amante, ¿Qué otra cosa podría ser alguien como ella? — Cuestionó Valeria en voz alta, mirando a Isabella de forma despectiva, atrayendo la atención de varias personas que estaban cerca y en ese momento fue que las otras dos mujeres se dieron cuenta de su presencia. Sofía se quedó atónita, mientras Isabella se sintió molesta, no estaba de humor para tener que lidiar con Valeria. — No diga tonterías, usted no sabe absolut
— Que hermosa eres. — Susurró acunando la mejilla de ella y luego la beso, tratando de olvidarse de todas sus dudas y concentrándose en ese torbellino de emociones que ella le provocaba. — Me encanta cuando sonríes. — Le dijo cuando se separó de sus suaves labios mientras la miraba como si ella fuese lo más maravilloso del mundo, porque para él lo era y que ella no hubiese sonreído estos días atrás lo había estado matando. — Tú me haces sonreír. — Murmuró Isabella en voz baja mientras sus mejillas se ruborizaban. — Dios mío, tú me vas a matar. — Espetó él negando con la cabeza mientras sonreía, sentía que su corazón estaba por explotar, ella evocaba sus sentimientos más profundos y solo quería besarla hasta el cansancio, pero estaban en un sitio público por lo que tenía que esperar hasta llegar a casa y de prisa encendió el motor del auto. Isabella soltó una pequeña risita mientras veía como él manejaba de prisa y cuando llegaron a casa, él la llevo directamente a la habitación, dó
Cuando las dos volvieron vieron a Meyers entretenido en el teléfono mientras los dos niños conversaban y pronto llegó la hora de la cena. Después de que todos disfrutaron de la cena, Sonia y Oscar se fueron, aunque Isabella le había dicho que los dos podían quedarse sin problemas en la casa luego de conversarlo con Meyers, Sonia se había negado, por lo que luego de despedirlos, Isabella subió a la habitación junto a él. — Lo siento. — Susurró Isabella apenas entraron y él la volteó a mirar frunciendo el celo, confundido. — ¿Por qué lo sientes? — Por mentirte con mi edad, Sonia me dijo que ya lo sabes, siento mucho no habértelo dicho antes, pero es que tenía miedo de como lo fueras a tomar y se me hizo más sencillo continuar con la mentira. — Respondió ella bajando la cabeza, sintiéndose culpable y la mano de él tomó su mentón para hacer que ella levantará la cabeza nuevamente y lo mirará a los ojos. — ¿Cuándo confiaras en mí de verdad? — Yo confío en… — No lo haces. — la Interru
No podía creerlo y tampoco quería, esperaba que esto fuera un error o tuviera otra explicación, porque Isabella no podría haber hecho algo así y aunque esto indicaba que si, él esperaba con todo su corazón que no. —François, Isabella filtró los diseños, solo pudo ser ella, debes hacer algo, todo nuestro trabajo se va a la basura por esa mujer. — Gritó Carla histérica entrando por la puerta, mientras la secretaria de él la seguía apresurada. —Lo siento mucho señor Meyers, pero no pude detener a la señorita. — Se disculpó la secretaria nerviosa. —No te preocupes, déjanos solos. — Espetó Meyers y después de verla salir miró a Carla con frialdad. — No puedes entrar de esa manera a mi oficina, ya estás colmando mi paciencia Carla.—Lo siento François, pero es que trabajamos demasiado en esto y ella lo arruinó todo, sabes que uno de los diseños que íbamos a sacar le encantaba a Marie, tú lo habías diseñado para ella y nunca lo pudo usar, por eso esto era tan importante, sería en
— Daniel no intervengas en esto. — Masculló Meyers mirándolo con frialdad. — Estoy interviniendo porque te quiero, está mujer no es buena para ti, así que date cuenta de lo que es capaz, yo la he estado investigando y tiene unos cuantos secretos, la señorita Acosta me explicó porque la odiaba, ella quiso quitarle a su novio y este es el profesor de Óscar, por lo que seguramente siguen viéndose, además ahora le hace esto a la empresa, este matrimonio definitivamente fue un error. —Explicó Daniel, mientras tanto Isabella como Meyers lo miraban. — Esto no es asunto tuyo, ya eso lo sabía, así que deja de investigar a mi mujer y déjanos solos. —Gritó Meyers. — Después no digas que no te lo advertí. —Siseó Daniel antes de alejarse. — Isabella contesta de una vez, todo apunta a ti, así que confiesa de una vez. —Exigió Meyers mucho más furioso, las palabras de Daniel solo habían logrado alterarlo mucho más. — No tengo porque confesar nada y no puedo creer que te atrevas a dudar de mí de
Meyers se quedó en la oficina trabajando hasta la madrugada y había pensado en algunas soluciones para lidiar con esto de la mejor forma y luego tomó sus cosas para volver a casa, estaba demasiado cansado y sentía que debía hablar de manera más calmada con Isabella, no tenía ganas de seguir discutiendo con ella y definitivamente no quería verla llorar, eso le dolía mucho. Cuando llegó a la casa, subió directamente a la habitación y al encender la luz de esta y darse cuenta que en su cama no estaba Isabella como esperaba, su corazón se apretó con gran fuerza, verificó que tampoco estaba en el baño y corrió al armario para ver si su ropa seguía ahí, casi se siente aliviado al darse cuenta que la ropa femenina aún estaba, pero al ver que solo estaba la que él le había comprado y no lo poco que ella había traído comenzó a sentirse desesperado. «No, ella no puede irse así como así, no puede dejarme, había dicho que no lo haría.» Pensó al mismo tiempo que su corazón dolía y cuando se dio