David se encontraba sentado en un pequeño banquito en la sala de juegos, observando cómo Noah jugaba con los últimos regalos que le había hecho. Era uno de esos momentos tiernos y tranquilos que se habían dado durante los últimos días, y que en verdad atesoraba.Noah, hasta ese momento concentrado en su juego, alzó la vista y sonrió ampliamente en dirección a su padre.—Papi, estoy feliz —dijo Noah, con su vocecita cargada de inocencia—. Me encanta que estemos los tres juntos y que tú y mamá ya no peleen.Al escuchar estas palabras, David sintió como su corazón se derretía. Aún era incapaz de procesar que, por un momento había pensado que aquello no sucedería, temiendo haber perdido toda posibilidad de formar una familia con la mujer que amaba y el pequeño hijo de los dos.—Yo también estoy muy feliz, campeón —repuso, al cabo de un momento, esbozando una amplia sonrisa—. Estoy demasiado feliz de que estemos los tres juntos.Noah amplió su sonrisa, antes de salir corriendo hacia sus ju
Rápidamente, David salió de la mansión, con el corazón en un puño y, a toda velocidad, se encaminó hacia su coche. La preocupación que se había apoderado de él lo consumía, consciente de que debía actuar con rapidez.Una vez se sentó tras el volante, David sacó su teléfono y marcó el número de Victor Cole.—¿Señor? —preguntó Victor, sorprendido por la llamada, una vez se estableció la conexión.—Victor, necesito tu ayuda —dijo David, yendo directamente al grano, con la impaciencia grabada en la voz. No tenía tiempo de andarse con rodeos. Si realmente a Jenna le había sucedido algo, las primeras horas eran cruciales para encontrarla sana y salva.—Dígame, ¿en qué lo puedo ayudar? —contestó Victor, con voz tranquila, pero consciente de la urgencia en la voz de David.—Jenna ha desaparecido. Rachel, su mejor amiga, acaba de llamarme. Se suponía que se reunirían en el centro, pero Jenna nunca llegó a la cita y su teléfono parece apagado. Necesito que, por favor, analices ahora mismo su te
Media hora después, Harvey aún no había regresado y Jenna había perdido la noción del tiempo. Durante todo ese rato, había saltado, se había arrastrado y había hecho todo lo posible para acercarse a la mesa sobre la que se encontraba el cuchillo.Al final, después de mucho intentarlo, con una determinación de hierro, logró alcanzar la mesa y con la boca tomó el cuchillo. Acto seguido, emocionada, pero también desesperada, y con un esfuerzo sobrehumano logró tomarlo entre sus manos.Sus manos temblorosas tomaron el cuchillo justo un par de segundos antes de que Harvey abriera la puerta de la habitación.La tensión en el aire era más que palpable, pero, para fortuna de Jenna, Harvey estaba tan metido en sus pensamientos que ni siquiera se percató de que Jenna se había movido de lugar.—Jenna, qué bueno volver a vernos, ¿no crees? —suspiró Harvey, intentando sonar calmado, aunque la desesperación era más que evidente en su voz.—Harvey… —dijo Jenna, con la voz carrasposa. Al percatarse d
Mientras Jenna no paraba de correr a través de un pasillo oscuro, sin tener ni la más mínima idea de dónde se encontraba ni de hacia dónde diablos iba, impulsada por el miedo, que le daba unas fuerzas desconocidas, consciente de que tenía que encontrar una salida, antes de que Harvey la alcanzara, David y Rachel, a unos cuantos kilómetros de allí, salieron de la comisaría, con el rostro apenado y cansado.—Rachel, ¿te llevo a casa? —preguntó David, con un tono de voz que mostraba su agotamiento—. Necesitas descansar —añadió, viendo el rostro demacrado de la joven.—No, David. No sé qué hacer. No creo poder descansar —respondió Rachel, con la mirada perdida en un punto invisible—. No, al menos, hasta que sepamos algo de Jenna.—Te entiendo, me siento igual —respondió David en un suspiro.En ese mismo momento, su teléfono sonó. Rápidamente, lo sacó de su bolsillo y comprobó que se trataba de Victor, por lo que se apresuró a atender.—¿Victor? —dijo a modo de saludo, una vez se estableci
Una vez llegó al final del pasillo, Jenna se encontró con una puerta que llevaba al exterior.Con las últimas fuerzas que le quedaban, contuvo el aliento y abrió la puerta con lentitud, procurando no hacer ruido, antes de cerrar, nuevamente con cautela y salió corriendo.El aire fresco golpeó su rostro, dándole un nuevo respiro y renovando sus fuerzas para seguir corriendo por su vida, sin poder dejar de pensar en Noah y en David.A su alrededor, la oscuridad de la noche era sumamente opresivo. Sin embargo, ella no se detuvo, impulsada por la adrenalina, el miedo, y las ansias de ver a quienes quería. ¿Acaso Rachel habría dado la voz de alarma cuando ella no había llegado a la cita que habían acordado? No lo sabía, pero no podía pensar en eso ahora, tenía que continuar.***Mientras tanto, David y Rachel se encontraban en el interior del viejo edificio explorando cada rincón, buscando cualquier pista que los llevara hasta Jenna. La tensión era palpable, y cada crujido del piso bajo su
Jenna sintió el golpe seco de su cuerpo contra el pavimento y el dolor recorrió cada parte de su piel. Su grito de terror resonó en la oscuridad de la noche, haciendo eco en la mente de su mejor amiga y de David, quienes se encontraban a tan solo unos pocos metros de ella y Harvey.Los ojos de David estaban desorbitados, llenos de una mezcla de furia y miedo, mientras que Rachel, por su parte, aterrada, abría la puerta del coche.—¿Qué pasa que la policía no llega? —dijo, manipulando su teléfono, en el mismo momento en el que los cuatro oyeron el agudo sonido de las sirenas, aliviándola un poco.Harvey, con el rostro desfigurado por la ira, se inclinó sobre Jenna buscando desesperadamente sujetarla, mientras ella, con el corazón latiéndole a toda velocidad, luchaba con todas sus fuerzas, arañándolo y pateándolo, tratando de librarse de él.—¡Suéltame! ¡Déjame! —gritaba Jenna, con la voz llena de pánico, mientras su mente se sumergía en un torbellino. Por una parte, quería dejarse venc
Tras la detonación, Harvey se quedó inmóvil, con una expresión de sorpresa y de dolor grabada en el rostro. La bala lo había alcanzado en el pecho y quedó tendido en el suelo, con las manos sosteniendo la herida, mientras respiraba con dificultad.Al ver esto, el oficial que había dado la voz de alto se apresuró a mirar a sus compañeros y ordenó:—¡Rápido, dejen pasar a la ambulancia!Varios coches patrulla se hicieron a un lado, mientras dos oficiales se acercaban a arrestar a Harvey, quien, a pesar de la herida, seguía vivo y consciente.David se levantó, respirando con dificultad, y se acercó a Jenna, abrazándola con fuerza y notando cómo todo su cuerpo temblaba sin parar.—Tranquila, amor. Todo va a estar bien —murmuró, tratando de convencerse a sí mismo tanto como a ella.Rachel, en estado de shock, se bajó de la parte trasera del coche de David y se acercó a su amiga, abrazándola mientras miraba cómo Harvey era subido a una camilla, esposado y gravemente herido.Un par de minuto
La mañana se presentaba fría y gris como el ánimo de David, Jenna y Rachel, quienes se habían negado a salir de la comisaría, hasta tener una respuesta concreta. De todos modos, aunque estuvieran en casa, bajo las cálidas mantas de la cama, no podrían pegar ojo hasta que aquello estuviera resuelto.David suspiró, poniéndose de pie y se encaminó hacia uno de los oficiales.—Disculpe, ¿tendrá un cigarrillo? —preguntó. No solía fumar, debido a su condición cardíaca, pero, en ese momento, el estrés era tal que sintió la necesidad de hacerlo.El oficial asintió, sacando una cajita de cigarros del bolsillo de su camisa, y le entregó uno, junto a un mechero.—Gracias —dijo David, antes de salir hacia la acera, en donde encendió el cigarrillo, dándole una profunda calada.—¿Qué haces? —preguntó Jenna, saliendo tras él—. No deberías…—Lo sé —la interrumpió David—. Sé que no debería fumar, pero… —Negó con la cabeza y se humedeció los labios.—Está bien, solo me llamó la atención —dijo Jenna, so