Una semana más tarde. Noah, poco a poco, había comenzado a mostrar signos de mejoría. Si bien los médicos habían considerado que lo mejor era mantenerlo en coma, por el momento, Jenna no podía evitar sentir un atisbo de esperanza, al ver que su pequeño luchaba con uñas y dientes por salir adelante.Sin embargo, a pesar de los avances en la salud de su hijo, Jenna no se permitía bajar la guardia, por ningún motivo, y pasaba todo el tiempo posible en el hospital, atenta; aun cuando los guardias que David había contratado permanecían allí las veinticuatro horas.Esa tarde, mientras esperaba tener noticias de su hijo y bebía café de un vaso térmico, Jenna recibió una llamada de Rachel.—¿Cómo estás, Jenna? —preguntó Rachel, en cuanto se estableció la conexión.—Estoy bien… bueno, tan bien como puedo estar —respondió Jenna en un suspiro—. Noah está mostrando signos de mejoría y los médicos me han asegurado que es buena señal; aunque aún es muy pronto para despertarlo del coma.Rachel, al
Esa tarde, en la habitación de Rachel. Jenna se encontraba frente al espejo, acomodándose la blusa negra que había escogido. Sus manos temblaban ligeramente. No estaba segura de que pudiera dar el cien por ciento de su talento. Después de todo, su mente estaba llena de preocupaciones.Sin embargo, se obligó a inspirar profundamente, buscando relajarse. Pese a su nerviosismo, estaba segura de dar, como siempre, lo mejor de sí misma.Mientras tanto, Rachel, quien se encontraba sentada en la cama con las piernas cruzadas, la observaba con una sonrisa entre divertida y maliciosa.—Ay, estás guapísima. A Steven le dará un infarto cuando te vea —dijo Rachel, con los ojos brillando con picardía.—Deja de decir bobadas, Rachel —dijo Jenna, riendo—. Sabes bien que esto es por negocios.—Ah, ¿sí? —preguntó Rachel con una media sonrisa—. Pues no sé tú, pero ese hombre siempre gustó de ti.—Por favor, Rachel —replicó Jenna, girándose para mirarla—. Repito, deja de decir tonterías. Steven y yo si
Jenna, sorprendida, se dio media vuelta y se quedó en shock, al encontrarse con el rostro furioso de David a esas horas de la noche.—¿Qué haces aquí a esta hora? —preguntó con el ceño fruncido, intentando mantenerse serena.—Lo mismo me pregunto —respondió él con la voz cargada de celos—. ¿Podemos hablar?Jenna miró a Steven de reojo, antes de enfocarse en David una vez más, cruzándose de brazos y soltando un suspiro de cansancio.—David, no sé de qué quieres hablar a las dos de la madrugada, pero estoy muy cansada. Quiero dormir. ¿Por qué no hablamos mañana por la mañana? —repuso Jenna, intentando tranquilizarlo.David la miró con el ceño fruncido, con los ojos llenos de celos y dolor.—Entiendo… estás cansada para mí, pero no para él… —dijo, mirando a Steven de arriba abajo.—Discúlpame, ¿y tú quién eres? No nos conocemos, pero creo que estás malinterpretando las cosas. Jenna me estuvo ayudando demasiado y está muy cansada. Creo que lo mejor… —intervino Steve, sintiendo la tensión
A la mañana siguiente, Jenna se encontraba sentada en una de las azules sillas del pasillo en el que se encontraba la habitación de su hijo, mirando a los guardias apostados a ambos lados de la puerta, en posición de firmes y con la barbilla en alto, como ya era su costumbre.Su corazón le latía a toda velocidad mientras sostenía el informe que le había dado el médico minutos antes con una sonrisa, antes de que le informara que Noah ya estaba consciente y que en dos horas podría verlo.Las palabras «consciente», «progreso» y «alta probable en siete días» se repetían una y otra vez en su mente, mientras sus ojos se enfocaban en los papeles con cifras y siglas que apenas entendía, brindándole un calor y un alivio momentáneo entre el caos emocional que había experimentado durante las últimas semanas y, en especial, en los últimos días.Mientras Jenna chequeaba por enésima vez el informe, esperando que los minutos pasaran cuanto antes, David dobló la esquina, con una expresión que mezclab
Cuando Susan salió del hospital, lo hizo con la furia hirviéndole en las venas. Cada paso que daba resonaba en su mente como un tambor de guerra, alimentando la ira que sentía.Las palabras de Jenna no dejaban de darle vueltas en la cabeza, en especial aquellas en las que había asegurado que regresaría a la villa, con Noah. Pero, si eso ocurría… su plan se vendría abajo y perdería todo por lo que había peleado toda su vida.No, claramente no podía permitirlo, no después de todo lo que había hecho para lograr que no sucediera.Si eso pasaba, el testamento de Richard Miller, el padre de Jenna, entraría en vigencia y comenzaría a efectuarse, convirtiendo a Jenna en la heredera legal de la cadena de restaurantes «La Corona Whitmore».Y eso no solo significaba que podría perder su influencia, sino también su estabilidad financiera.No podía aceptar que la hija de quien tiempo atrás había sido el mejor amigo de su esposo, el mismo que había estado a punto, en algún momento, de que Ronald y
Una semana más tarde. Después de siete días, el día por fin había llegado y Noah estaba a punto de ser dado de alta. Tanto Jenna como David se encontraban expectantes, sintiendo una mezcla de felicidad y ansiedad. Al fin y al cabo, el alta no solo significaba que Noah saldría del hospital, sino que los tres regresarían a la mansión, después de las nuevas condiciones que había impuesto Jenna.Desde el día anterior, Jenna se había asegurado de que todo estuviera en el más completo orden, para poder mudarse en cuanto el médico le permitiera firmar el alta de su hijo, mientras que David se había encargado de que en la villa todo estuviera listo, gracias a la ayuda de Margaret y de Edward, sus fieles empleados.Noah, por su parte, estaba sumamente emocionado por, al fin, regresar a su habitación y poder jugar con sus juguetes, a pesar de que el médico les había advertido que tenían que ser cuidadosos y no permitir que Noah se excitara demasiado.—¿Estás listo, campeón? —preguntó David, un
Durante la semana siguiente a su vuelta a la villa Whitmore, Jenna retomó el curso que había llevado su vida mientras había vivido entre aquellas lujosas paredes. Cumplía diariamente con todas las tareas necesarias en la cocina y con su hijo, evitando siempre cualquier interacción con David fuera de lo estrictamente necesario.Sin embargo, una tregua silenciosa parecía haberse instalado entre ellos. Era una pausa en la tensión que había marcado su relación prácticamente desde el principio, y David y Jenna la agradecían en silencio, aunque por motivos diferentes.Aquella noche de viernes, después de cenar y asegurarse de que Noah estaba profundamente dormido, Jenna suspiró y bajó las escaleras, decidida a tomarse un momento para ella misma, aprovechando la cálida noche de primavera.Una vez en la cocina, tomó una gran copa de cristal y una botella de su vino favorito, antes de encaminarse hacia el porche de la entrada.Mientras bebía y observaba los bellos jardines iluminados por osten
A la mañana siguiente, Jenna se despertó sintiendo una mezcla de confusión, felicidad y tristeza. Lo que había sucedido la noche anterior aún flotaba en su mente, como una espesa neblina.Rápidamente, miró al otro lado de la cama, comprobando que David ya no estaba allí, a pesar de que, si no recordaba mal, se había quedado dormida entre sus brazos.Una parte de su ser pedía a gritos que lo perdonara, que le diera una nueva oportunidad. Después de la noche que habían pasado, después de haberse dejado llevar por su instinto y por su corazón, y no por la razón, lo que sentía por David se había intensificado. Y gracias a esto, ahora se debatía profundamente entre darle una nueva oportunidad, o seguir con la barrera que ella había construido entre ambos.Pensando en esto, y sintiéndose confundida, se puso de pie y se encaminó al cuarto de baño para darse una ducha rápida.Una vez salió, se vistió y se apresuró a bajar las escaleras para preparar el desayuno.En cuanto entró en la cocina,