Sin saber qué hacer con lo que había escuchado, Jenna desanduvo sus pasos hacia el buffet del hospital, a toda velocidad. Su mente era un tornado de emociones y pensamientos intensos y confusos.Cuando se adentró en el buffet, vio que Rachel aún estaba allí, como había imaginado, tamborileando los dedos sobre la mesa, con nerviosismo.Al ver a su amiga, Rachel alzó la vista, percibiendo la preocupación en el rostro de su amiga.—¿Qué ha pasado? —inquirió Rachel, con las cejas en alto.Jenna movió la cabeza de un lado a otro, mientras tragaba saliva y tomaba asiento frente a Rachel.—La seguí… —respondió con la voz entrecortada.—¿Y? —insistió Rachel con los ojos abiertos de par en par, ansiosa.—La seguí hasta una esquina, cuando hizo una llamada. La escuché decir… —Jenna inspiró profundamente, antes de continuar—. La escuché decir que Noah sigue vivo, que había fallado en su intento de quitarlo del camino.Rachel se quedó sin aliento, mirando a su amiga boquiabierta, por unos segundo
—Tenemos que ser mucho más inteligentes. Las cosas hasta ahora no han hecho que complicarnos más. El coma de ese niñito no ha hecho más que unir a esa mujer y a David —dijo Susan, con los dientes apretados, y miró a Harvey con intensidad—. Para colmo de males, Jenna sabe algo de todo esto. Por lo que he podido averiguar, tiene pruebas contra Amanda y no podemos permitir que dé con nosotros.Harvey suspiró y asintió.—Lo sé. Tenemos que ser cuidadosos. Jenna parece que tiene pruebas y David ya está sospechando. Sus contactos son muy poderosos; tanto como los míos. No podemos permitirnos que den con Amanda y que esa estúpida hable. —Golpeó la mesa con la palma abierta—. Te dije que, después de que Jenna se marchó de la vivienda, lo mejor era que ella no se metiera más en todo esto. Le pagabas y adiós.—A ver, Harvey, te recuerdo que soy yo la que pone el dinero. Tú tienes una deuda, ¿verdad? ¿Quieres pagarla?Harvey asintió. Después de todo, si no pagaba la deuda que tenía con sus jefes
Una semana más tarde. Noah, poco a poco, había comenzado a mostrar signos de mejoría. Si bien los médicos habían considerado que lo mejor era mantenerlo en coma, por el momento, Jenna no podía evitar sentir un atisbo de esperanza, al ver que su pequeño luchaba con uñas y dientes por salir adelante.Sin embargo, a pesar de los avances en la salud de su hijo, Jenna no se permitía bajar la guardia, por ningún motivo, y pasaba todo el tiempo posible en el hospital, atenta; aun cuando los guardias que David había contratado permanecían allí las veinticuatro horas.Esa tarde, mientras esperaba tener noticias de su hijo y bebía café de un vaso térmico, Jenna recibió una llamada de Rachel.—¿Cómo estás, Jenna? —preguntó Rachel, en cuanto se estableció la conexión.—Estoy bien… bueno, tan bien como puedo estar —respondió Jenna en un suspiro—. Noah está mostrando signos de mejoría y los médicos me han asegurado que es buena señal; aunque aún es muy pronto para despertarlo del coma.Rachel, al
Esa tarde, en la habitación de Rachel. Jenna se encontraba frente al espejo, acomodándose la blusa negra que había escogido. Sus manos temblaban ligeramente. No estaba segura de que pudiera dar el cien por ciento de su talento. Después de todo, su mente estaba llena de preocupaciones.Sin embargo, se obligó a inspirar profundamente, buscando relajarse. Pese a su nerviosismo, estaba segura de dar, como siempre, lo mejor de sí misma.Mientras tanto, Rachel, quien se encontraba sentada en la cama con las piernas cruzadas, la observaba con una sonrisa entre divertida y maliciosa.—Ay, estás guapísima. A Steven le dará un infarto cuando te vea —dijo Rachel, con los ojos brillando con picardía.—Deja de decir bobadas, Rachel —dijo Jenna, riendo—. Sabes bien que esto es por negocios.—Ah, ¿sí? —preguntó Rachel con una media sonrisa—. Pues no sé tú, pero ese hombre siempre gustó de ti.—Por favor, Rachel —replicó Jenna, girándose para mirarla—. Repito, deja de decir tonterías. Steven y yo si
Jenna, sorprendida, se dio media vuelta y se quedó en shock, al encontrarse con el rostro furioso de David a esas horas de la noche.—¿Qué haces aquí a esta hora? —preguntó con el ceño fruncido, intentando mantenerse serena.—Lo mismo me pregunto —respondió él con la voz cargada de celos—. ¿Podemos hablar?Jenna miró a Steven de reojo, antes de enfocarse en David una vez más, cruzándose de brazos y soltando un suspiro de cansancio.—David, no sé de qué quieres hablar a las dos de la madrugada, pero estoy muy cansada. Quiero dormir. ¿Por qué no hablamos mañana por la mañana? —repuso Jenna, intentando tranquilizarlo.David la miró con el ceño fruncido, con los ojos llenos de celos y dolor.—Entiendo… estás cansada para mí, pero no para él… —dijo, mirando a Steven de arriba abajo.—Discúlpame, ¿y tú quién eres? No nos conocemos, pero creo que estás malinterpretando las cosas. Jenna me estuvo ayudando demasiado y está muy cansada. Creo que lo mejor… —intervino Steve, sintiendo la tensión
A la mañana siguiente, Jenna se encontraba sentada en una de las azules sillas del pasillo en el que se encontraba la habitación de su hijo, mirando a los guardias apostados a ambos lados de la puerta, en posición de firmes y con la barbilla en alto, como ya era su costumbre.Su corazón le latía a toda velocidad mientras sostenía el informe que le había dado el médico minutos antes con una sonrisa, antes de que le informara que Noah ya estaba consciente y que en dos horas podría verlo.Las palabras «consciente», «progreso» y «alta probable en siete días» se repetían una y otra vez en su mente, mientras sus ojos se enfocaban en los papeles con cifras y siglas que apenas entendía, brindándole un calor y un alivio momentáneo entre el caos emocional que había experimentado durante las últimas semanas y, en especial, en los últimos días.Mientras Jenna chequeaba por enésima vez el informe, esperando que los minutos pasaran cuanto antes, David dobló la esquina, con una expresión que mezclab
Cuando Susan salió del hospital, lo hizo con la furia hirviéndole en las venas. Cada paso que daba resonaba en su mente como un tambor de guerra, alimentando la ira que sentía.Las palabras de Jenna no dejaban de darle vueltas en la cabeza, en especial aquellas en las que había asegurado que regresaría a la villa, con Noah. Pero, si eso ocurría… su plan se vendría abajo y perdería todo por lo que había peleado toda su vida.No, claramente no podía permitirlo, no después de todo lo que había hecho para lograr que no sucediera.Si eso pasaba, el testamento de Richard Miller, el padre de Jenna, entraría en vigencia y comenzaría a efectuarse, convirtiendo a Jenna en la heredera legal de la cadena de restaurantes «La Corona Whitmore».Y eso no solo significaba que podría perder su influencia, sino también su estabilidad financiera.No podía aceptar que la hija de quien tiempo atrás había sido el mejor amigo de su esposo, el mismo que había estado a punto, en algún momento, de que Ronald y
Una semana más tarde. Después de siete días, el día por fin había llegado y Noah estaba a punto de ser dado de alta. Tanto Jenna como David se encontraban expectantes, sintiendo una mezcla de felicidad y ansiedad. Al fin y al cabo, el alta no solo significaba que Noah saldría del hospital, sino que los tres regresarían a la mansión, después de las nuevas condiciones que había impuesto Jenna.Desde el día anterior, Jenna se había asegurado de que todo estuviera en el más completo orden, para poder mudarse en cuanto el médico le permitiera firmar el alta de su hijo, mientras que David se había encargado de que en la villa todo estuviera listo, gracias a la ayuda de Margaret y de Edward, sus fieles empleados.Noah, por su parte, estaba sumamente emocionado por, al fin, regresar a su habitación y poder jugar con sus juguetes, a pesar de que el médico les había advertido que tenían que ser cuidadosos y no permitir que Noah se excitara demasiado.—¿Estás listo, campeón? —preguntó David, un