La brisa fría de la tarde entraba por las ventanas abiertas del despacho de Victor Cole, acariciando los papeles esparcidos sobre la mesa.Logan, Rachel y Victor Cole estaban sentados en torno a un mapa de la ciudad que el detective acababa de desplegar, con varias zonas marcadas con resaltadores. La tensión entre los tres era palpable, y casi podían oír el tic-tac en sus cabezas, en una maldita y tortuosa cuenta regresiva.A pesar de todo el tiempo que llevaban investigando, y de los pequeños avances, ahora sabían que estaban en la recta final. La adrenalina les quemaba por dentro, pero también sentían el peso de que, si fallaban, perderían aquella oportunidad de atrapar a Joseph y Markus, no solo para condenarlos, sino también para utilizar esa captura como una manera de aumentar la confianza en la empresa.Victor fue el primero en romper el silencio, con un tono severo pero enfocado.—He conseguido información crucial —dijo, señalando el mapa—. Mis fuentes me dicen que Joseph y Mar
El silencio que siguió a las palabras de Rachel fue sumamente intenso. Logan cerró los ojos por un momento, inspirando profundamente y soltando el aire, frustrado. Sabía que Rachel tenía razón, como siempre, pero el miedo a perderla lo paralizaba. Quería protegerla, mantenerla lejos de todo aquello en la medida de lo posible. Las imágenes de todo lo que habían vivido juntos se arremolinaban en su mente y, ahora, con ella embarazada y con los sentimientos que habían comenzado a aflorar en él, no podía soportar la idea de que algo malo le sucediera.—Lo sé… Lo sé, Rachel, pero no quiero perderte —admitió, con un tono de vulnerabilidad. La miró a los ojos con el rostro endurecido por la lucha y el agotamiento—. No puedo arriesgarte. Rachel tomó la mano de Logan, la cual había contraído en un puño, y la apretó con fuerza.—Yo tampoco quiero perderte a ti —contestó—. Pero no podemos dejar que el miedo y la preocupación nos paralicen y debiliten. Tenemos que ser más fuertes que ellos. Y no
El pasillo del hospital se encontraba sumido en un silencio inquietante que parecía amplificar el dolor y la angustia que se cernían sobre Logan y Rachel mientras caminaban directo a la habitación de Esperanza. Había pasado casi una semana de la última visita, y, ahora, tras una llamada de los médicos, sabían que el tiempo para ella estaba al límite. Ya no había nada más que pudieran hacer.Al llegar a la habitación, se encontraron con Rebecca —quien también había sido notificada por el médico—, sentada junto a la cama de Esperanza, con el rostro marcado por la preocupación. Mientras que Esperanza, que alguna vez había mostrado una figura imponente, que siempre había sido una mujer que simbolizaba la fortaleza, yacía en la cama, visiblemente más débil, casi irreconocible. Rachel no podía creer que aquella era la misma mujer a la que se le había presentado hacía unos meses suplantando a Cherry Wilson. La piel, antiguamente radiante, ahora se veía delgada, tensa, y cada inspiración que
El ambiente en la villa de Logan era claustrofóbico, impregnado de la ya acostumbrada tensión y las emociones apenas contenidas. Las últimas horas en el hospital habían dejado huellas sumamente profundas en él, como cicatrices invisibles. El peso de la enfermedad de su abuela le oprimía el pecho impidiéndole respirar con normalidad, con una desesperación que no podía controlar.Sin embargo, a pesar del caos emocional, no podía detenerse. Tenía que continuar, atrapar a Markus y Joseph y poner punto final a aquella pesadilla que se había apoderado de su vida, de la de su familia y de la empresa.La mesa de su despacho había reemplazado a la amplia mesa de Victor Cole, y ahora se encontraba cubierta de planos, mapas y documentos con información que el propio detective les había proporcionado. Estaban buscando la manera de dar con su medio hermano y su maldito cómplice, para poder trazar un plan para capturarlos.Rachel, sentada junto a él, revisaba algunos archivos con los labios apretad
Las palabras salieron de los labios de Logan como un torrente liberador, un alivio que no se había percatado que necesitaba hasta ese momento.Rachel lo miró, con los ojos abiertos de par en par, completamente desconcertada. El impacto de la confesión, la golpeó fuertemente, dejándola sin aliento por unos segundos. Logan… ¿realmente la amaba? Aquello era algo que, a pesar de todo lo que habían vivido, a pesar de su protección hacia ella, no había esperado oír jamás. La intensidad en sus azules ojos y la vulnerabilidad con la que lo había dicho, le decía que sus palabras eran sinceras, pero, aun así, no pudo evitar dudar.—Logan… —susurró, sin saber cómo reaccionar, mientras su corazón latía frenéticamente. Quería decir algo, algo significativo, pero las palabras parecían haberse esfumado de su mente.Logan, viendo su confusión, se acercó a Rachel con pasos lentos pero decididos y se detuvo delante de ella, mirándola fijamente, buscando algún indicio de lo que ella sentía.—No estoy es
La llamada de Victor había hecho que la tensión volviera a invadir el ambiente en el despacho de Logan, y Rachel y él se miraron en silencio, conscientes de que estaban a punto de dar un paso decisivo. Sin embargo, atrapar a Markus y Joseph requería algo más que determinación, necesitaban planificar todo al mínimo detalle y el apoyo de un equipo capaz de manejar una operación de tal envergadura.—¿Qué tenemos hasta ahora? —preguntó Logan, tomando asiento, mientras Rachel se inclinaba hacia adelante en su silla, con la vista fija en el teléfono, que seguía en altavoz.La voz de Victor, cargada de profesionalismo y urgencia, no dejó espacio ni a la más mínima duda.—Hace dos horas, mis hombres y yo obtuvimos una pista concreta que conecta a Joseph con una casa segura a las afueras de la ciudad —explicó Victor—, a unos cincuenta kilómetros de aquí. Es un lugar que antiguamente fue utilizado por varias organizaciones. Está bajo el radar, pero hemos conseguido una confirmación gracias a un
La caravana de vehículos avanzaba rápidamente por las desiertas calles, encaminándose hacia las afueras de la ciudad. Las luces de los coches apenas iluminaban el camino, pero dentro de cada uno la tensión se hacía sentir, como un peso que les oprimía el pecho. Logan y Rachel, tal y como había recomendado Victor, iban en el coche de este, quien conducía con la mirada fija en la carretera, mientras hablaba por radio con los equipos del FBI.—Es mejor que rodeen el lugar antes de entrar. No dejen ningún espacio sin cobertura. Y, por favor, no hagan nada hasta que les dé la señal. —La voz de Victor resonó con autoridad, pero nadie se opuso al otro lado.Rachel, sentada en el asiento trasero, miraba el mapa en su teléfono, siguiendo el recorrido que estaban haciendo. Sentía la tensión en cada fibra de su cuerpo, pero también una extraña calma, al ser consciente de que todo podría terminar esa misma noche.—Rachel, ¿cómo te encuentras? —preguntó Logan, que iba en el asiento del copiloto, g
La atmósfera alrededor de la casa segura se tornó más cargada mientras los agentes, tanto del FBI como de la policía local, se preparaban para seguir a las indicaciones de Victor, quien parecía tener mucho más poder sobre las fuerzas federales y estatales del que le correspondía por ser detective privado.Por su parte, Logan y Rachel, siguiendo las instrucciones de Victor, se mantuvieron detrás de él, tensos y expectantes. Cada segundo que pasaba se les antojaba una eternidad, como si el mundo hubiera decidido moverse en cámara lenta, mientras los latidos de sus corazones marcaban el ritmo de la urgencia. La respiración de Logan era pesada y su mandíbula estaba completamente rígida, conteniendo, a duras penas, la rabia que sentía.En el momento, en el que Rachel y Logan comenzaban a desesperarse, Victor se llevó una mano al auricular que tenía en su oreja derecha, con una expresión impenetrable, aunque la tensión era evidente en la línea de su quijada.—Entramos ahora —indicó, de mane