El sol ya brillaba en lo alto del cielo, cuando Logan y Rachel llegaron a la casa de Lorelai y Charlie. La tranquila atmósfera de la mañana que envolvía la vivienda contrastaba ampliamente con la tormenta de revelaciones que se cernía sobre sus vidas. Las últimas piezas del rompecabezas habían comenzado a encajar y ellos sentían una espesa mezcla de emociones.Lorelai los recibió en la puerta, con su hijo en brazos, a quién ella y Charlie habían decidido bautizar Logan, en honor a su hermano, como una manera de agradecerle lo que había hecho. A pesar de la felicidad que debería haber estado experimentando con su pequeño de dos meses, que se encontraba sano y a salvo, la sombra de lo que le había sucedido aún era visible en su rostro. Había algo en la manera en la que sostenía al pequeño, que daba la sensación de que su miedo aún no había desaparecido, sino que, por el contrario, había aumentado.Charlie se encontraba sentado en el sofá de la sala, con la mirada fija en el piso de márm
Logan sintió que el aire se escapaba de sus pulmones, como si la rabia estuviera devorando todo el oxígeno a su alrededor. Se pasó una mano por el rostro, intentando procesar la información. A pesar de que no lo sorprendía, no podía evitar que aquello lo golpeara con fuerza.—¿Tienes pruebas que se puedan utilizar en un tribunal? —preguntó, con un tono sombrío.—Sí —respondió Victor, de inmediato—. Tengo absolutamente todo: mensajes, correos electrónicos, audios, registros de llamadas, e, incluso, transferencias bancarias. Esto es suficiente para condenarlos a ambos para el resto de sus vidas, además de todo lo que ya sabemos. Es más, hay pruebas concretas que indican que él fue también quien ayudó a Joseph a escapar del hotel.Logan volvió a asentir.—Envíame todo lo que tengas. Esto acabará pronto —repuso Logan, antes de añadir—: Y, por favor, intenta dar al menos con el escondite de Markus.Acto seguido, cortó la llamada y soltó un profundo suspiro.Al regresar a la sala, Lorelai,
Una semana más tarde. El clima sombrío de los últimos días parecía haberse apoderado aún más de Focus Light. La sala de juntas, que alguna vez había sido el corazón vibrante de la empresa, ahora parecía un sepulcro frío y vacío, mientras que los informes financieros, que se encontraban desperdigados por la amplia y larga mesa, eran como dagas apuntando directamente al corazón de Logan. El aire pesado de la derrota se respiraba en cada rincón y la presión en su pecho no dejaba de aumentar, llevándolo a un límite completamente desconocido para él.El teléfono de Rachel vibró sobre la mesa, pero ni ella ni Logan lo miraron. Ambos tenían la vista perdida en un punto invisible de la mesa, consumidos por el agotamiento, inmersos en la devastación que los rodeaba.El último boicot había sido el más destructor hasta el momento. Un nuevo ataque a los ordenadores, esta vez masivo, había causado pérdidas imposibles de calcular. Los sistemas habían sido bloqueados de tal manera que ni siquiera l
La brisa fría de la tarde entraba por las ventanas abiertas del despacho de Victor Cole, acariciando los papeles esparcidos sobre la mesa.Logan, Rachel y Victor Cole estaban sentados en torno a un mapa de la ciudad que el detective acababa de desplegar, con varias zonas marcadas con resaltadores. La tensión entre los tres era palpable, y casi podían oír el tic-tac en sus cabezas, en una maldita y tortuosa cuenta regresiva.A pesar de todo el tiempo que llevaban investigando, y de los pequeños avances, ahora sabían que estaban en la recta final. La adrenalina les quemaba por dentro, pero también sentían el peso de que, si fallaban, perderían aquella oportunidad de atrapar a Joseph y Markus, no solo para condenarlos, sino también para utilizar esa captura como una manera de aumentar la confianza en la empresa.Victor fue el primero en romper el silencio, con un tono severo pero enfocado.—He conseguido información crucial —dijo, señalando el mapa—. Mis fuentes me dicen que Joseph y Mar
El silencio que siguió a las palabras de Rachel fue sumamente intenso. Logan cerró los ojos por un momento, inspirando profundamente y soltando el aire, frustrado. Sabía que Rachel tenía razón, como siempre, pero el miedo a perderla lo paralizaba. Quería protegerla, mantenerla lejos de todo aquello en la medida de lo posible. Las imágenes de todo lo que habían vivido juntos se arremolinaban en su mente y, ahora, con ella embarazada y con los sentimientos que habían comenzado a aflorar en él, no podía soportar la idea de que algo malo le sucediera.—Lo sé… Lo sé, Rachel, pero no quiero perderte —admitió, con un tono de vulnerabilidad. La miró a los ojos con el rostro endurecido por la lucha y el agotamiento—. No puedo arriesgarte. Rachel tomó la mano de Logan, la cual había contraído en un puño, y la apretó con fuerza.—Yo tampoco quiero perderte a ti —contestó—. Pero no podemos dejar que el miedo y la preocupación nos paralicen y debiliten. Tenemos que ser más fuertes que ellos. Y no
El pasillo del hospital se encontraba sumido en un silencio inquietante que parecía amplificar el dolor y la angustia que se cernían sobre Logan y Rachel mientras caminaban directo a la habitación de Esperanza. Había pasado casi una semana de la última visita, y, ahora, tras una llamada de los médicos, sabían que el tiempo para ella estaba al límite. Ya no había nada más que pudieran hacer.Al llegar a la habitación, se encontraron con Rebecca —quien también había sido notificada por el médico—, sentada junto a la cama de Esperanza, con el rostro marcado por la preocupación. Mientras que Esperanza, que alguna vez había mostrado una figura imponente, que siempre había sido una mujer que simbolizaba la fortaleza, yacía en la cama, visiblemente más débil, casi irreconocible. Rachel no podía creer que aquella era la misma mujer a la que se le había presentado hacía unos meses suplantando a Cherry Wilson. La piel, antiguamente radiante, ahora se veía delgada, tensa, y cada inspiración que
El ambiente en la villa de Logan era claustrofóbico, impregnado de la ya acostumbrada tensión y las emociones apenas contenidas. Las últimas horas en el hospital habían dejado huellas sumamente profundas en él, como cicatrices invisibles. El peso de la enfermedad de su abuela le oprimía el pecho impidiéndole respirar con normalidad, con una desesperación que no podía controlar.Sin embargo, a pesar del caos emocional, no podía detenerse. Tenía que continuar, atrapar a Markus y Joseph y poner punto final a aquella pesadilla que se había apoderado de su vida, de la de su familia y de la empresa.La mesa de su despacho había reemplazado a la amplia mesa de Victor Cole, y ahora se encontraba cubierta de planos, mapas y documentos con información que el propio detective les había proporcionado. Estaban buscando la manera de dar con su medio hermano y su maldito cómplice, para poder trazar un plan para capturarlos.Rachel, sentada junto a él, revisaba algunos archivos con los labios apretad
Las palabras salieron de los labios de Logan como un torrente liberador, un alivio que no se había percatado que necesitaba hasta ese momento.Rachel lo miró, con los ojos abiertos de par en par, completamente desconcertada. El impacto de la confesión, la golpeó fuertemente, dejándola sin aliento por unos segundos. Logan… ¿realmente la amaba? Aquello era algo que, a pesar de todo lo que habían vivido, a pesar de su protección hacia ella, no había esperado oír jamás. La intensidad en sus azules ojos y la vulnerabilidad con la que lo había dicho, le decía que sus palabras eran sinceras, pero, aun así, no pudo evitar dudar.—Logan… —susurró, sin saber cómo reaccionar, mientras su corazón latía frenéticamente. Quería decir algo, algo significativo, pero las palabras parecían haberse esfumado de su mente.Logan, viendo su confusión, se acercó a Rachel con pasos lentos pero decididos y se detuvo delante de ella, mirándola fijamente, buscando algún indicio de lo que ella sentía.—No estoy es