Una semana más tarde. En la oficina de presidencia de Focus Light. La tensión entre Rachel y Logan había alcanzado un punto insostenible. La mansión y la oficina, que antes habían sido como una especie de refugio, ahora se sentían como una prisión asfixiante, cargadas de resentimientos, silencios y una rabia contenida que apenas necesitaba una chispa para incendiarse. Ambos caminaban en la cuerda floja, atrapados en un matrimonio que se desmoronaba y que solo parecía mantenerse unido por el contrato que los ataba.Rachel se movía por la casa y por la empresa como un fantasma, evitando a Logan tanto como le era posible, pero el peso de su dolor y de la incertidumbre la seguía a cada paso. El embarazo la había dejado emocionalmente vulnerable, una sensación que detestaba. Había confiado en Logan, pero él la había traicionado una y otra vez, y ahora sentía que cada una de sus decisiones la exponía a un peligro que no podía controlar; no solo a ella, sino a su hijo.Logan, por su parte,
Logan miró a Rachel, con los ojos oscurecidos por la preocupación, mientras sostenía el móvil en alto, permitiendo que Rachel leyera el mensaje que había recibido.«Caroline está amenazando con llevar el embarazo a la prensa. Tu madre lo sabe todo. Markus sigue escondido, pero tenemos más pruebas de su implicación con los accionistas».Rachel lo miró en silencio, con los ojos fríos y distantes, sintiendo como su mundo, de por sí inestable, se rompía aún más. Logan había jurado tantas veces que lo controlaría todo, pero la realidad era todo lo contrario. No tenían manera de salir de aquello, no había descanso, solo caos, ¡puro caos! ¡Era un maldito ciclo sin fin!—Esto nunca va a acabar, ¿verdad? —preguntó, finalmente, en un susurro con la voz quebrada por el cansancio, como si las palabras pesaran toneladas.Las palabras de Rachel golpearon a Logan como una ráfaga helada, y apretó los dientes y los puños, al punto en el que sus nudillos se volvieron blancos. El dolor de cabeza, el cao
Al salir de la oficina de Logan, Rachel lo hizo con el corazón latiéndole desbocado y una sensación de soledad y desamparo que la envolvía como una densa niebla.El aire fresco del exterior azotó su rostro al cruzar el umbral y la obligó a arrebujarse en su abrigo, pero no logró apaciguar la tormenta que la sacudía internamente.Rápidamente, caminó hacia el coche y le pidió al chofer de Logan que la llevara hacia la mansión, intentando alejarse lo máximo posible del caos. Aun cuando sabía que no importaba cuanto se alejara de Focus Light, ya que el desastre la seguiría a dondequiera que fuera.El trayecto hasta la mansión fue un viaje silencioso, en el que Rachel se sintió atrapada en su propia cabeza, reviviendo las palabras de Caroline, la furia contenida de Logan, y la sensación de que estaba sola en medio de una guerra que ella no había pedido pelear.Cuando el coche finalmente se detuvo frente a la imponente villa, Rachel se bajó con rapidez, casi corriendo hacia la entrada. A pes
Una vez llegó al edificio central de Focus Light, lo hizo con una determinación renovada. En esta ocasión, no pensaba quedarse callada y no permitirá que la manipularan más.Sin pensarlo dos veces, subió rápidamente al ascensor y se dirigió a la oficina que compartía con Logan, ignorando las miradas de curiosidad de los empleados, y abrió la puerta sin siquiera llamar.Dentro, se encontró con Logan de pie junto a su escritorio, hablando por teléfono. Sin embargo, en cuanto vio la expresión en su rostro, se apresuró a despedirse de quienquiera que estuviera al otro lado de la línea y se acercó a ella, alarmado por la intensidad de sus ojos grises.—¿Qué pasa, Rachel? ¿Todo bien? —preguntó, con el ceño fruncido.—Necesito saber la verdad, Logan —dijo Rachel, sin perder, mostrándole el mensaje en su teléfono—. ¿Estás seguro de que Caroline realmente está embarazada?Logan frunció el ceño, tomando el teléfono de Rachel para leer el mensaje, y su rostro se endureció mientras lo hacía.—¿Qu
—¿Qué demonios haces aquí? —espetó Caroline con la voz envenenada.Rachel, sin embargo, no se amedrentó, sino que continuó caminando hasta detenerse a solo un metro de distancia. Sentía la adrenalina fluyendo por sus venas, mientras la rabia y el desprecio se mezclaban en su interior.—¿A qué más? A detenerte —respondió Rachel con voz firme y desafiante—. No voy a permitir que sigas engañando a todos con tus mentiras. Esto se acaba aquí y ahora.Caroline la miró con las cejas en alto y una expresión desdeñosa, antes de acercarse a Rachel hasta que sus rostros estuvieron a unos cuantos centímetros de distancia, con los ojos llameando de furia.—No sé qué es lo que insinúas —murmuró Caroline y sonrió de lado—. Pero tú no eres nadie para decirme qué hacer. Este es mi momento y no voy a dejar que lo arruines.Rachel respondió imitando su sonrisa, sin retroceder ni un milímetro.—¿En serio piensas que puedes manipular a todos a tu antojo? —inquirió, con la voz temblando ligeramente—. Tengo
Rachel apenas podía recordar el trayecto de regreso a la mansión. Todo en su mente aparecía nublado, como un borrón: las luces de los coches que pasaban por la carretera y el silencio tenso que llenaba el espacio entre ella y Logan. Ambos se encontraban sumidos en sus propios pensamientos, peleando con sus propios demonios. El enfrentamiento con Caroline había dejado una huella difícil de ignorar, aunque Rachel intentara mostrarse impasible y relajada. Había ganado una batalla, pero el eco de las palabras que aquella mujer le había dicho seguía resonando en su mente.Cuando entraron en la mansión, el aire se sentía denso y cargado, como si las mismas paredes contuvieran el aliento. Logan cerró la puerta detrás de ellos y, por un momento, Rachel se quedó quieta, respirando profundamente, intentando sacudirse la sensación de amenaza que aún la envolvía.—Iré a servirme algo —repuso Logan, de repente, rompiendo el silencio, sin siquiera mirar a Rachel.Rachel asintió, sin siquiera molest
Unos días después. El aire fresco de la mañana parecía cortarle el rostro, mientras Rachel caminaba velozmente por las calles adoquinadas hacia la cafetería en la que Lorelai James, la hermana de Logan, la había citado.La llamada que había recibido temprano aquella mañana la había dejado inquieta, con una extraña sensación de malestar de la cual no podía deshacerse. No había sido una conversación muy larga, solo una invitación fría y tensa, que Rachel había aceptado más por curiosidad que por deseo. Después de todo, las pocas veces que se habían cruzado en la empresa no habían tenido una buena comunicación, y eso, si es que a las palabras que habían intercambiado esporádicamente se le podía llamar comunicación.Cuando Rachel llegó a la pequeña cafetería en una de las esquinas más céntrica, se detuvo frente al ventanal, mirando a través del cristal. Vio a lo Lorelai, que se encontraba sentada no muy lejos de al entrar, con las manos apretadas alrededor de una taza de té, con la mirad
Rachel sintió cómo un peso invisible le aplastaba el pecho, mientras subía en el ascensor hasta el piso veintitrés en el que se encontraba el despacho presidencial. Las palabras de Lorelai no la dejaban en paz y la perseguían, cada una resonando como un eco que le retorcía el estómago. Lo que había hecho Caroline había sido un golpe sumamente bajo, pero enterarse de que Lorelai, la hermana de Logan, había sido una marioneta en manos de aquella mujer, la había dejado al borde del desconcierto. ¿Qué más era capaz de hacer? ¿Qué era lo que quería? ¿A Logan o el dinero que él podía darle? No lo sabía, pero tenía que descubrirlo.Cuando finalmente llegó a la puerta de la oficina, su mano tembló al girar el pomo.Logan estaba sentado detrás de su escritorio, con el ceño fruncido mientras revisaba un informe. Al ver a Rachel, su expresión cambió, y la preocupación se acentuó en sus ojos azules.—Rachel, ¿qué pasa? —preguntó, poniéndose de pie de inmediato al ver la palidez en el rostro de su