Narrado por Leandro BrownLuché, luché lo más que pude por mantener a Lucía separada de mi corazón. Por no ceder a mis sentimientos, por no atarla más a mí. Pero su insistencia por acercarse, para que le aclarase mis sentimientos, me indujeron a esto.La tentación de tenerla para mí. Una a la que cedí con dos acontecimientos en particular que me empujaron a actuar de esta forma. El primero de ellos, fue el descubrimiento del sótano. El segundo de ellos, la aparición de Rosa.Encontrar los restos humanos de una persona en tu casa no es sencillo, ni normal, ni bueno para tu salud mental. La mía estaba en cenizas, sin embargo, que mi familia estuviese involucrada en un asesinato había marcado mi límite final. Lucía me había ayudado a entender que, sin importar mis cargas, todavía tenía motivos para seguir luchando por mi vida. Era la nueva cabeza de los Brown, de nuestro legado, no podía continuar revolcándome en mi miseria. Tenía que despertar y quitarle la satisfacción a Misael y Leah
Narrado por Leandro BrownCuesta tener la visión que estoy teniendo. A la mujer que amo bañada en lágrimas que yo he provocado. Su dolor es mi dolor, pero si el arrepentimiento pudiese borrar esas lágrimas, no usaría ese recurso.—Hice lo que tuve que hacer — le digo.—¿Qué es lo que tuviste que hacer? — responde destrozada — ¿Ocultarme que Rosa estaba muerta y tenerme que enterar de ello por una señora que conocí ayer?Mis celos de tener a Lucía resguardada en la mansión, me parecen más justificados que nunca. También la reacción que tuve al sospechar de esas salidas a la casa de Selena. El hospital donde trabaja Lucía quedaba cerca de ese vecindario, había posibilidad de que se conociesen y mis sospechas fueron acertadas. Por eso perdí el temperamento al verla allí.—No tenías que enterarte de esta forma. Te lo contaría luego, con más calma.—¿Con más calma? ¡Con más calma! — me grita molesta — ¡Incluso tuviste la sangre fría como para advertir a Roberta de que no me contase nada! ¿
No subestimes en qué se le puede ir el tiempo a una mujer embarazada sumamente hormonal y con un presupuesto ilimitado para compras online. Así han pasado varios días de mi vida desde la habitación en la que expulsé a mi marido por nuestra discusión. Conmigo en la cama al pendiente de la computadora, o sacándole el brillo a mi tarjeta negra o viendo series.¿Responsabilidades en esta casa? Metí un reposo sin previo aviso de mis obligaciones como señora Brown. ¿Posibilidades de reconciliación con Leandro? Todavía no me sentía preparada.Una de las características que me enamoraron de Leandro fue su nobleza, y saber que usó esas estrategias para hacer “justicia” fue un trago muy amargo. A ello hay que sumársele la mentira, lo más doloroso de esta circunstancia.Que siguiese sacando la ropa de su closet por las mañanas y dándome vueltas por las noches, estaba en huelga. Además, tampoco es que tuviese a dónde ir con un suegro psicópata acechándome y dos bebés creciendo dentro de mí.Me to
La sorpresa de Leandro me parece eterna. Hasta que decide hablarme.—¿Hijos? ¿En plural?—Son mellizos. Es lo que te he estado “ocultando”. No fui con mi dermatólogo de urgencia, fui con mi ginecóloga de urgencia — explico con el corazón muy acelerado.—Vamos a ser papás… — dice bajamente saliendo del shock para después...De todas las reacciones posibles, no me esperaba ver con los ojos llorosos a Leandro. Tampoco que su siguiente reacción fuese tomar mi rostro entre sus manos y darme un beso dulce. Me derrito entre sus manos y también me contagia las lágrimas. Con nuestras caras juntas puedo notar su sonrisa feliz.—No creas que te he perdonado completamente. Todavía sigo molesta — hablo con debilidad, pero sosteniéndome a él.—¿No podemos olvidarnos de la pelea por un momento para tener un bonito recuerdo? — ríe encantadoramente.—Solo un ratico más, y agradece a las hormonas del embarazo — señalo a regañadientes, pero queriendo otro beso de mi esposo.Él me lee la mente y me da ot
4 meses despuésLa vida de Lucía estando embarazada de dos bebés podría describirse como una en constante lucha entre la calma y la tormenta que se escondía detrás de horizontes que no quería explorar. Estaba en mi semana 24 y era indiscutible que me encontraba muy embarazada. El hecho de que fuesen dos bebés me hacía tener esta apariencia redonda y visible a la distancia.Por igual, mi embarazo gemelar había logrado que obtuviese un nuevo estatus en la mansión Brown, uno semejante al de una muñeca de porcelana. No había empleado que me tratase con apatía al presentarme en una estancia, tampoco había requerimiento que hiciese que me fuese negado.Por supuesto, yo no era de requerimientos irracionales o dejaba que mi carga emocional interfiriese con mi trato hacia los demás empleados. Me había dedicado estos meses, resumidas cuentas, en reformar la habitación de los bebés, comprar en línea a más no poder y en ser consentida por todos.Ese “todos” trata de un particular listado. Incluía
El poder del amor era misterioso. Solo el poder del amor podía poner como excusa ante las sensaciones que estoy experimentando con Leandro en este paseo romántico. Hemos estado caminando por este parque tomando de la mano por un buen rato. El ambiente está lleno de risas y platicas ajenas, así como de imágenes adorables con las numerosas familias o parejas que vemos cerca.Es una noche movida y que invita a caminar. Tan anonadada estoy con este paseo que de vez en cuando me olvidó de los guardaespaldas que tenemos siguiéndonos por detrás. Dudo tenerlos cerca más, por lo que volteo en su búsqueda.—Si te concentras en que nos están vigilando, no podrás pensar en otra cosa. Haz como si no estuviesen. Es más sencillo así — me sugiere Leandro.—Puede que para ti que estás acostumbrado a este tipo de seguridad sea un día más, para mí, no.—Tienes que acostumbrarte Lucía. Quieras o no. También tienes que entender que mi monitoreo hacia ti no es malintencionado. Te lo juro que no — él suena
Más que un Cupido en regla debía ser una especie de Pseudo Cupido. Con un nuevo peso sobre los hombros, voy a la misión de convencer a Selena de algo que no quiere hacer. Pero antes de enfrentarla paso por algunas tiendas de maternidad y bebés para ablandarla con regalos.Una vez tengo en mi poder estas armas, llegó en compañía de mi equipo de seguridad a una de las reposterías donde trabajaba. La segunda y más pequeña, solo por descartar, no le había escrito a Selena de mi visita, quería sorprenderla y confundirla para obtener un sí con más facilidad.La tienda era preciosa y muy femenina. También íntima y para mi suerte había pocos clientes.—Buenas tardes. ¿Está Selena? — pregunto a la cajera.La chica se queda mirando a mis guardaespaldas, a mis tres guardaespaldas uniformados y con poses de soldados. Para después concentrarse en mí.—¿Quién la busca?—Soy Lucía. La esposa de uno de los primos de Leonel. ¿Me ubicas? — digo tratando de hacer las conexiones necesarias.Ella cambia s
Juro solemnemente que mi propósito no era destapar esta olla de presión. Vine a este sitio casi obligada por una aparición. No a tener a una embarazada llorando a moco tendido frente a mí. Porque en eso es lo que está Selena.—¿Cómo no puede ser el papá de mi bebé? ¿Qué pasó? — se estruja la nariz con un pañuelo y luego se da cuenta de algo — ¿Será que me inseminaron como a Juana La Virgen?—¿Juana la qué? — digo confusa.—Es una novela. Juana que es virgen va a su primera visita ginecológica y le inseminan por accidente — afirma Selena.—Las posibilidades de que eso ocurra son mínimas y absurdas.—¿No lo es también que un hombre estéril me embarace?—Tienes un buen punto. Pero lo importante aquí es que, si es real el lío de la paternidad con Leonel, eso diría que Lemuel no te mintió por egoísmo sobre la vasectomía. Fue por vergüenza — argumento esperanzada en mi misión.Asimismo, veo cómo los ojos de Selena se iluminan ante tal posibilidad. Aunque luego se vuelven a apagar.—Me dejar