No subestimes en qué se le puede ir el tiempo a una mujer embarazada sumamente hormonal y con un presupuesto ilimitado para compras online. Así han pasado varios días de mi vida desde la habitación en la que expulsé a mi marido por nuestra discusión. Conmigo en la cama al pendiente de la computadora, o sacándole el brillo a mi tarjeta negra o viendo series.¿Responsabilidades en esta casa? Metí un reposo sin previo aviso de mis obligaciones como señora Brown. ¿Posibilidades de reconciliación con Leandro? Todavía no me sentía preparada.Una de las características que me enamoraron de Leandro fue su nobleza, y saber que usó esas estrategias para hacer “justicia” fue un trago muy amargo. A ello hay que sumársele la mentira, lo más doloroso de esta circunstancia.Que siguiese sacando la ropa de su closet por las mañanas y dándome vueltas por las noches, estaba en huelga. Además, tampoco es que tuviese a dónde ir con un suegro psicópata acechándome y dos bebés creciendo dentro de mí.Me to
La sorpresa de Leandro me parece eterna. Hasta que decide hablarme.—¿Hijos? ¿En plural?—Son mellizos. Es lo que te he estado “ocultando”. No fui con mi dermatólogo de urgencia, fui con mi ginecóloga de urgencia — explico con el corazón muy acelerado.—Vamos a ser papás… — dice bajamente saliendo del shock para después...De todas las reacciones posibles, no me esperaba ver con los ojos llorosos a Leandro. Tampoco que su siguiente reacción fuese tomar mi rostro entre sus manos y darme un beso dulce. Me derrito entre sus manos y también me contagia las lágrimas. Con nuestras caras juntas puedo notar su sonrisa feliz.—No creas que te he perdonado completamente. Todavía sigo molesta — hablo con debilidad, pero sosteniéndome a él.—¿No podemos olvidarnos de la pelea por un momento para tener un bonito recuerdo? — ríe encantadoramente.—Solo un ratico más, y agradece a las hormonas del embarazo — señalo a regañadientes, pero queriendo otro beso de mi esposo.Él me lee la mente y me da ot
4 meses despuésLa vida de Lucía estando embarazada de dos bebés podría describirse como una en constante lucha entre la calma y la tormenta que se escondía detrás de horizontes que no quería explorar. Estaba en mi semana 24 y era indiscutible que me encontraba muy embarazada. El hecho de que fuesen dos bebés me hacía tener esta apariencia redonda y visible a la distancia.Por igual, mi embarazo gemelar había logrado que obtuviese un nuevo estatus en la mansión Brown, uno semejante al de una muñeca de porcelana. No había empleado que me tratase con apatía al presentarme en una estancia, tampoco había requerimiento que hiciese que me fuese negado.Por supuesto, yo no era de requerimientos irracionales o dejaba que mi carga emocional interfiriese con mi trato hacia los demás empleados. Me había dedicado estos meses, resumidas cuentas, en reformar la habitación de los bebés, comprar en línea a más no poder y en ser consentida por todos.Ese “todos” trata de un particular listado. Incluía
El poder del amor era misterioso. Solo el poder del amor podía poner como excusa ante las sensaciones que estoy experimentando con Leandro en este paseo romántico. Hemos estado caminando por este parque tomando de la mano por un buen rato. El ambiente está lleno de risas y platicas ajenas, así como de imágenes adorables con las numerosas familias o parejas que vemos cerca.Es una noche movida y que invita a caminar. Tan anonadada estoy con este paseo que de vez en cuando me olvidó de los guardaespaldas que tenemos siguiéndonos por detrás. Dudo tenerlos cerca más, por lo que volteo en su búsqueda.—Si te concentras en que nos están vigilando, no podrás pensar en otra cosa. Haz como si no estuviesen. Es más sencillo así — me sugiere Leandro.—Puede que para ti que estás acostumbrado a este tipo de seguridad sea un día más, para mí, no.—Tienes que acostumbrarte Lucía. Quieras o no. También tienes que entender que mi monitoreo hacia ti no es malintencionado. Te lo juro que no — él suena
Más que un Cupido en regla debía ser una especie de Pseudo Cupido. Con un nuevo peso sobre los hombros, voy a la misión de convencer a Selena de algo que no quiere hacer. Pero antes de enfrentarla paso por algunas tiendas de maternidad y bebés para ablandarla con regalos.Una vez tengo en mi poder estas armas, llegó en compañía de mi equipo de seguridad a una de las reposterías donde trabajaba. La segunda y más pequeña, solo por descartar, no le había escrito a Selena de mi visita, quería sorprenderla y confundirla para obtener un sí con más facilidad.La tienda era preciosa y muy femenina. También íntima y para mi suerte había pocos clientes.—Buenas tardes. ¿Está Selena? — pregunto a la cajera.La chica se queda mirando a mis guardaespaldas, a mis tres guardaespaldas uniformados y con poses de soldados. Para después concentrarse en mí.—¿Quién la busca?—Soy Lucía. La esposa de uno de los primos de Leonel. ¿Me ubicas? — digo tratando de hacer las conexiones necesarias.Ella cambia s
Juro solemnemente que mi propósito no era destapar esta olla de presión. Vine a este sitio casi obligada por una aparición. No a tener a una embarazada llorando a moco tendido frente a mí. Porque en eso es lo que está Selena.—¿Cómo no puede ser el papá de mi bebé? ¿Qué pasó? — se estruja la nariz con un pañuelo y luego se da cuenta de algo — ¿Será que me inseminaron como a Juana La Virgen?—¿Juana la qué? — digo confusa.—Es una novela. Juana que es virgen va a su primera visita ginecológica y le inseminan por accidente — afirma Selena.—Las posibilidades de que eso ocurra son mínimas y absurdas.—¿No lo es también que un hombre estéril me embarace?—Tienes un buen punto. Pero lo importante aquí es que, si es real el lío de la paternidad con Leonel, eso diría que Lemuel no te mintió por egoísmo sobre la vasectomía. Fue por vergüenza — argumento esperanzada en mi misión.Asimismo, veo cómo los ojos de Selena se iluminan ante tal posibilidad. Aunque luego se vuelven a apagar.—Me dejar
Narrado por Selena AguilarHe vivido mi vida de la forma que quiero por mucho tiempo. Soy difícil de complacer, de retener y de enamorar. Para mí los hombres siguen patrones fáciles de adivinar y decepcionantes de presenciar, por lo que tomarse en serio a uno, es una inutilidad. Los hombres no merecen ni tu tiempo, ni tu esfuerzo, ni tus sueños.Mi experiencia no es dada desde la nada o desde un resentimiento banal. Es dada desde la experiencia y la sabiduría que mi edad me ha dado. No te obsesiones con ninguno, saca cualquier tipo de ganancia de este y ponle una fecha límite.Con no te obsesiones, me refiero a no enamorarse. Con saca cualquier tipo de ganancia, no me refiero específicamente a regalos o dinero, sino cualquier cosa positiva que puedas, diversión, experiencias nuevas, risas, aventuras, nuevos amigos. Y la condición más importante, ponle una fecha límite. No sueñes con un futuro, no sueñes con estabilidad, no sueñes con que la forma en la que las mujeres aman será corres
Narrado por Selena AguilarCon el pasar de los días, mi estado de desconcierto sobre la actitud de Lemuel hacia mí no ha mejorado. Todavía me encuentro en una extraña condición en la que pienso en él con constancia y en la que peligrosamente he fantaseado con cosas imposibles por la índole de nuestra relación.En otra fantasía incoherente me encuentro conmigo al pendiente del horno del negocio. Ver los bollos hacerse en el calor, induce a mi mente a pensar en que llevaba dentro de mí a la hija de un verdadero hombre. Del tipo que no me armó escenas incoherentes de celos al saber de mi embarazo de supuestamente otro hombre. Del tipo que me dio esa cantidad absurda de dinero que todavía no me he atrevido a tocar.—¿Qué pasa si sí le digo la verdad? ¿Querrá… que vivamos juntos como una pareja formal? ¿Podría… llegar a amarme?Mi reacción es inmediata ante tal fantasía, alzo mi mano para darme una buena bofetada.—Reacciona Selena. Deja de fantasear. Ilusa.—Te buscan Selena — me grita de