Solía ser una mujer tranquila, una mujer que se dejaba llevar por la corriente. Lo mío no eran las peleas, ni las confrontaciones. Pero, la cólera acumulada en mi interior con la declaración de Sarita, me tenían en esta condición. Estoy dirigiéndome con los pies pateando el piso a cada paso con ira. ¿Mi meta? Llegar a la habitación de Leandro. ¿Mi actuar? Desarmarle el teatrito barato que se había montado conmigo.Abro la puerta sin tocar y me encuentro con que mi jefe está acompañado de una mujer rubia. Ambos están vestidos de forma ejecutiva, y separados apenas por una pequeña mesita. Su plática se detiene con mi llegada. Ambos me observan sorprendidos.—Buenas tardes — saludo profesionalmente.—Buenas… tardes... — contesta la mujer.Leandro se limita a dejar de verme con incomodidad. Regresa su mirada a los papeles que tenía en las manos. Quien no esquiva su mirada de mí es la mujer en cuestión. Está estudiándome, analizándome.—¿Eres Lucía? Leandro me ha hablado mucho de ti. Debes
Las manos de Leandro sobre mi cuerpo están haciendo maravillas. Me recorren e hipnotizan de una forma celestial. Su boca tampoco es que quede atrás, esa que usa para nublar mi mente y apoderarse de mis muslos para hacerme sentar encima de él en el sofá donde estaba originalmente.Que nuestros regazos se conecten así, provoca que sienta su dureza y firmeza. También que me guíe a balancearme sobre este, hace de nuestro roce más pecaminoso y tentador. Tengo la cabeza conmocionada, y el corazón acelerado.Es la única explicación para que me deje sacar la parte superior del uniforme por él. Es la única explicación para que me deje lamer el cuello por él. Es un gesto que envía escalofríos a cada fibra de mi existencia. Simplemente quiero más contacto entre nuestras pieles, comienzo a abrir su camisa y a bajársela.Nuestras bocas regresan a unirse y él desabrocha con suma agilidad mi sostén por detrás. Apenas puedo sentir una breve libertad hasta que la presión de lo que hace, logra enloquec
Sofía tenía la apariencia de una imagen estática, parecía no moverse con la noticia de nuestro matrimonio. Es satisfactorio e incómodo a la vez, no sé cuáles serán las reacciones del resto de los Brown a la boda. Únicamente sé que algunas serán terribles.—¿Se van a ca-casar? ¿Cuándo? ¿Có-cómo? — logra preguntar.—Será pronto, pero lo hemos mantenido con un bajo perfil por las circunstancias que se nos han planteado. Las investigaciones policiales, las negociaciones por la fusión. No es momento para grandes celebraciones dentro de la familia como podrás entender — explica con gran elocuencia Leandro.Su excusa no sonaba como una inventada bajo la marcha, sino como una con mucho sentido y sensatez. La única que no tenía de esos en esta conversación era Sofía.—¿Estás seguro de dar un paso así de grande en tu condición Leandro? — cuestiona preocupada.—¿A qué tipo de condición te refieres? Tengo una pierna mal, no el cerebro. Así que, te agradeceré tu discreción con respecto a la notici
Lo que sucedía con el cuento de hadas es que no solían mostrarte qué ocurría mucho después del beso final tras el acepto. Debían censurar determinadas partes como la que estoy experimentando ahora. Las manos de Leandro están metiéndose por debajo de mi vestido, haciendo paso entre mis piernas y enloqueciéndome.Pero, todavía no quería darle el gusto de tenerme otra vez. Un toque de tortura es mejor para encender la llama. Porque nunca es suficiente de esta antes de hacer el amor.—¿Me mostrarás la cabaña? Quisiera conocerla… — digo apartando mi boca de la de él.—¿No puede ser en otro momento? — responde tratando de unir nuestras bocas nuevamente.Hago un movimiento leve para separarme de él. No puedo ir muy lejos, él me tiene sujetada por mi cintura. Es como si creyese que me voy a ir y lo dejaré plantado.—No. Quisiera conocerla — afirmo en un juego divertido para mí.—Está bien. Vamos a conocerla — habla resignado — ¿Me ayudas con la muleta, por favor?Viendo la muleta en el suelo
Una cosa era que aceptara la propuesta de matrimonio de Leandro. Otra muy distinta que lo hiciera para ya. Es decir, ya, ya, en plena escapada de celebración a nuestro compromiso. Nuestro romance de manera oficial apenas estaba comenzando, y ya, ya, un juez venía al medio de la nada para casarnos.¿Qué diablos era esto?Lo más desesperante es que Leandro parece no captarlo.—No podemos casarnos esta tarde Leandro — le hago entrar en la razón que le falta.—Aceptaste mi propuesta de matrimonio después de mucho insistir. ¿Qué pensabas que pasaría luego de los anillos y las promesas que te he hecho? — dice él como si a quien le faltase la razón era a mí, no a él.—¿Disfrutar algunos meses de nuestro noviazgo? ¿Conocernos mejor como pareja y no como jefe/empleada?—Cielo… — él acaricia mi rostro, yo me derrito, aunque continúo sosteniendo mi raciocino o eso creo — yo siento que te conozco lo suficiente, y tú también a mí. Sí podemos seguir conociéndonos por meses y años, pero te estás olv
¿Qué usar para una boda exprés? Quizás mi vestido favorito arrugado y recién lavado. Ese que me estoy poniendo frente al espejo para esperar que las 4:00 PM llegasen. Esa hora que terminaría de sellar mi destino.Paso los dedos por la tela que requiere de una buena planchada.—Necesito una plancha. ¿Dónde hay una plancha? — digo escarbando por la habitación.—Tengo una en mi maletín, pero no será necesaria. Los vestidos no tienen arrugas…Eso lo dice una mujer, una mujer que desconozco y que carga a su hombro varias bolsas largas con lo que pienso son vestidos blancos. La mujer también trae rondando de la otra mano una maleta pesada.—Disculpa. ¿Quién eres? — pregunto muy pérdida con su aparición.Ella se da cuenta de que no se ha presentado y que ha entrado sin tocar. Igual la puerta estaba abierta de por sí.—Soy Lila. Estilista. Te maquillaré, peinaré y te traje algunos vestidos para la boda — explica.Es bueno que ya tenga qué ponerme que sea decente. Lo inquietante era la aparici
Sé que Leandro me prometió que tendría todo lo que quisiera, pero su anuncio debía incluir letras pequeñas. Las letras pequeñas en este caso hablarían de cómo también obtendría todo lo que ÉL quisiera para mí. Lo digo porque no fue mi idea venir de compras esta tarde tras regresar de nuestro escape de fin se semana.No me muero por la ropa más de la cuenta, tampoco es que sintiese que necesitase de un guardarropas nuevo como el que me están armando las vendedoras. Soy una observadora más sentada en este lujoso sillón a la que le traen prenda tras prenda para que la pruebe o no.A mi lado, Leandro charlando por celular de sus infinitos negocios, es una contraposición interesante. Cuando este decide cortar y las cazadoras de comisiones están alejadas de nosotros, es que puedo hablar.—¿Las compras son necesarias en este contexto? — digo agotada.—En el contexto de que eres mi esposa y es trágico que llores por el único vestido que tienes arruinado por mi culpa, sí.—No es el único vesti
Luciano no desiste de esa expresión de pocos amigos que me dedica. Tampoco yo desisto de la confusión que me generaba su presencia junto con la pregunta que me hizo.—Trabajo para tu familia Luciano. Habiendo reiterado lo evidente… ¿Podrías explicarme qué haces sentado en mi cama? ¿En mi habitación sin mi permiso?—Curiosidad. Una simple y mera curiosidad me trajo hasta aquí. Considerando que Leandro y tú hayan desaparecido durante un fin de semana entero junto con rumores por doquier… quería confirmar que mis sospechas no fuesen reales.—¿Qué tipo de sospechas? — indago extrañada con su actitud.—Los frenos del auto fueron alterados. Llegaron a la conclusión esta mañana — afirma Luciano.Lo sabía desde que aprendí la historia de Leandro y los Brown. Mi intuición no había fallado esta vez.—¿Qué es lo que sigue ahora que se tienen pruebas de que intentaron asesinar a tu primo?—Podrías tú decirme qué es lo que sigue. Pareciese que eres la que guía los sucesos según su conveniencia… —