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Capítulo 36: Distancia prudencial

Nada es tan bueno como parece, y tuve que saberlo desde que Clara se me presentó con una propuesta de trabajo demasiado buena para ser transparente. ¿Realmente creía que por mi buen corazón me ofrecerían un trabajo así de bien pagado? ¿Sin trampas, ni dificultades ocultas?

Ingenua es poco para lo que fui, pero qué me iba a imaginar que una madre sería capaz de mandar a matar a su hijo. Sabía de madres poco funcionales sentimentalmente o desconfiables en el aspecto económico, como la mía, aun así, no creía que mi madre fuese capaz de matarme. ¿O sí?

Estar abrazando a Leandro, sintiéndolo así de frágil, es duro hasta para mí. Me separo de este para acariciar su mejilla, para tratar de acercarme a este más. Ojalá pudiera curar su dolor.

—¿Por qué tu familia no actúa? La información que me das es preocupante.

—Eres la primera persona a la que se lo digo…

Estoy sorprendida con la extensión de esta confesión.

—Cuándo dices que soy la primera persona a la que se lo confiesas… ¿Estás implican
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